Ir al contenido principal

El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

“Conspirando desde la cocina”


Nicole Cox y Silvia Federici

Este artículo se escribió originalmente en noviembre de 1974 como una respuesta al artículo ‘Women & Pay for Housework’, escrito por Carol Lopate y publicado en la revista Liberation. Nuestra respuesta fue rechazada por los editores de dicha revista. Hemos decidido publicarla porque las ideas de Lopate han calado con más crudeza y facilidad de lo habitual. Y han calado no sólo porqué toma los principios fundamentales de la izquierda, sino porqué entabla una relación específica con el movimiento feminista internacional. Debemos añadir que con la publicación de este panfleto no estamos abriendo un debate estéril con la izquierda sino que lo estamos cerrando.
Desde Marx, ha quedado claro que el capital funciona y se desarrolla a partir de los salarios. Es decir, que la fundación de la sociedad capitalista se basa en los asalariados y en su directa explotación. Lo que todavía no tienen claro ni han asumido las organizaciones del movimiento obrero es que, justamente mediante los salarios tiene lugar la explotación de los que no tienen salarios. Y es justamente la falta de salario lo que esconde una explotación todavía más efectiva…En lo que se refiere a las mujeres, su trabajo se entiendo como un trabajo personal que queda fuera del capital (2).
No es casualidad que en los últimos meses varios periódicos de la izquierda hayan publicado ataques contra “Salarios para las amas de Casa”. No sólo porque cada vez que el movimiento de mujeres toma una posición autónoma la izquierda se sienta amenazada, sino también por que la izquierda considera que esta perspectiva supone implicaciones que van más allá de la “cuestión mujer” y representa una clara ruptura con sus políticas, pasadas y presentes, que tienen que ver con las mujeres y con el resto de la clase trabajadora. Además, el sectarismo que la izquierda ha mostrado tradicionalmente en relación con las luchas de las mujeres, es una consecuencia directa de su visión estrecha de la manera en que el capital funciona, y la dirección que la lucha de clases debe tomar y está tomando para romper su funcionamiento.
En nombre de la “lucha de clases” y de “el interés común de clase”, la tendencia de la izquierda ha sido siempre la de seleccionar ciertos sectores de la clase trabajadora como agentes revolucionarios y condenar a los otros a un mero papel de apoyo a sus luchas. La izquierda, reproduce así en sus objetivos estratégicos y organizativos la misma división de clases que caracteriza la división capitalista del trabajo. En este sentido, a pesar de la variedad de sus posiciones tácticas, la izquierda es estratégicamente una: cuando se trata de escoger los temas revolucionarios, estalinistas, trotskistas, anarco-libertarios, vieja y nueva izquierda, todos están de acuerdo con las mismas premisas y argumentos por una causa común.
Nos ofrecen “desarrollo”
Desde que la izquierda ha aceptado la premisa según la cual el salario es la línea divisoria entre aquello que es trabajo y aquello que no lo es, entre la producción y el parasitismo o entre el poder potencial y la absoluta impotencia, la enorme cantidad de trabajo no remunerado que las mujeres realizan para el capital dentro de sus hogares ha quedado totalmente fuera de sus análisis y sus estrategias. Todos, desde Lenin hasta Gramsci, pasando por Benston y Mitchell, toda la tradición de la izquierda, está de acuerdo en la “marginalidad” de los trabajos domésticos para la reproducción del capital y, como consecuencia, la marginalidad de las amas de casa para la lucha revolucionaria. Según la izquierda, las amas de casa no sufren por culpa del capital, sino por la ausencia de este. Parece que nuestro problema es que el capital no ha conseguido entrar ni organizar nuestras cocinas y dormitorios, con las dos siguientes consecuencias: a) vivimos, supuestamente, en una sociedad feudal o en una  etapa previa al capitalismo; b) sea lo que sea lo que hagamos dentro de es as cocinas y dormitorios, es totalmente inocuo e irrelevante cara a cualquier cambio real en la sociedad. Evidentemente, si nuestras cocinas quedan fuera del capital, nuestra lucha para destruirlo nunca podrá provocar su caída.
Por qué razón el capital permite tal pérdida de trabajo y tal cantidad de tiempo de trabajo improductivo, es una cuestión que la izquierda nunca se ha cuestionado de verdad, convencida de la irracionalidad, la mala administración y la falta de planificación del capital. (¡Cómo si ellos pudieran administrarlo mejor!) Irónicamente, su profunda ignorancia respecto a la relación específica de las mujeres con el capital, la han proyectado en una teoría del atraso político de las mujeres, que sólo puede superarse cuando puedan trabajar en las fábricas. Esta lógica de un análisis que entiende la opresión de las mujeres como consecuencia de su exclusión de las relaciones capitalista, inevitablemente comporta una estrategia que implica incorporarnos a las mismas, en lugar de destruirlas.
En este sentido, existe una conexión inmediata entre las estrategias de la izquierda para las mujeres y sus estrategias para el Tercer Mundo. Del mismo modo que quieren a las mujeres en las fábricas, quieren llevar las fábricas al Tercer Mundo. En ambos casos, la izquierda se llena la boca hablando de los subdesarrollados -los que no tenemos salarios o estamos en un nivel tecnológico bajo, un paso atrás de la “clase trabajadora real”, que sólo podrán ponerse a su nivel sufriendo una mayor explotación capitalista y más trabajo en las fábricas. En ambos casos, la lucha que la izquierda ofrece a los que no tienen salarios, los subdesarrollados, no es una lucha revolucionaria, una lucha contra el capital, sino una lucha para el capital en una forma más racional , desarrollada y productiva. En nuestro caso, no sólo nos ofrecen el “derecho a trabajar” (que lo ofrecen a cualquier trabajador) sino el derecho a trabajar más, el derecho a ser más explotadas.

Traducción para www.sinpermiso.info: Marta Mestre





Comentarios

Entradas populares de este blog

La despatriarcalización

Por: Julieta Paredes Al igual que el Seguro Universal de Salud (SUS), la despatriarcalización, como nombre para una política pública, tardó mucho, pero llegó. Entonces, en este marzo de luchas de las obreras, es necesario analizar, ¿qué es lo que realmente llegó? Fruto de una serie de movilizaciones de mujeres pertenecientes a las organizaciones sociales del proceso de cambio, se lograron algunas medidas en el Ejecutivo. Fueron movilizaciones que se realizaron a lo largo del año pasado, con encuentros departamentales. Así fue que se logró concretar un listado de demandas que más o menos se repitieron a lo largo de estos años, con algunas interesantes novedades. Entre ellas podemos señalar la exigencia del salario al trabajo doméstico y la necesidad de un espacio en el Gobierno para este sector. Algo así como un Ministerio de las Mujeres, instancia que tenga la jerarquía necesaria para efectuar las tareas que corresponden a la mitad de la población de Bolivia que somos las mu

Idiosincrasia e ideología

Por: Félix Tarqui Triguero No son posibles las revoluciones económicas sin las revoluciones culturales porque todos aquellos contenidos que constituyen el fundamento de determinada cosmovisión propia de cada nacionalidad o sociedad pueden ayudar o frenar su avance por ser una manera de pensar de cada agrupación humana, en funcion a su historia y cultura. Así nace la idiosincrasia propia de cada pueblo, sin embargo, se enfrenta a la idiosincrasia forzada o alienante que influye día a día a las grandes masas de la población mundial de manera globalizante, en ese contexto necesitamos ver que Bolivia es un país de molde capitalista y sub desarrollado (empobrecido por la clase dominante que gobernó desde 1825 exceptuando a Antonio José de Sucre, Andrés de Santa C. hasta el 2005), La ideología como el estudio de las ideas es también un proceso de construcción critica, influenciado tan pronto el individuo se encuentra inmerso en las realidades sociales, económicas, culturales

Pedro Ignacio Muiba, el héroe

Por: Homero Carvalho Oliva En 1975, mi padre, Antonio Carvalho Urey, terminó una investigación iniciada en la década de los sesenta que habría de cambiar la historia nacional. Después de muchas visitas al Archivo Nacional de Bolivia, dirigido en ese entonces por Gunnar Mendoza, extraordinario intelectual e historiador, quien le ayudó a ubicar los folios que habrían de probar toda una hazaña que da testimonio que los indígenas moxeños participaron activamente en la Guerra de la Independencia de nuestro país, al mando del cacique Pedro Ignacio Muiba. Esta investigación se publicó, primero en septiembre de 1975, en un policopiado financiado por la Universidad Técnica del Beni, en un pequeño tiraje de 200 ejemplares y luego en la famosa Biblioteca del Sesquicentenario de Bolivia. Dos años más tarde, en 1977, Antonio publicó el libro titulándolo Pedro Ignacio Muiba, el Héroe y de esa manera se reparó una injusticia histórica. En sus investigaciones, Antonio se basó, entre otros, en