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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

“Después de las elecciones, se impone la unificación del progresismo y la izquierda”

Paraguay

Entrevista realizada por el medio digital “Viento Fuerte” al presidente del Partido del Movimiento al Socialismo (P-MAS) Camilo Soares sobre la situación de la izquierda paraguaya.
¿Cuáles fueron a tu criterio los factores que impidieron la unidad de los sectores progresistas?
Yo podría responderte esa pregunta haciendo referencia a hechos episódicos; es decir, contarte que en tal episodio ocurrió tal cosa y en tal episodio ocurrió tal otra, pero sería una respuesta injusta e incompleta en el sentido de que esos episodios son simplemente la síntesis de un proceso bastante más profundo, extenso, y que tiene sus raíces históricas. Me gustaría empezar con una visión general de los procesos históricos que encontraron su síntesis en los episodios que desembocaron en la falta de unidad. Yo creo que en Paraguay, con el triunfo de Fernando Lugo, eclosionó todo un sector político que estaba ya subexpresado a nivel social, cultural, inclusive a nivel político. Había una subexpresión de lo que era el pensamiento radical, contestatario, anticapitalista, reformista, que venía configurándose desde hace muchísimo tiempo. Pero esta nueva síntesis de la izquierda paraguaya es más o menos reciente, tiene más o menos 10 años, aunque muchos de sus protagonistas provengan de 20 o 30 años atrás incluso. En esta nueva síntesis se encontraron dos visiones culturales dentro de la izquierda paraguaya que, en este momento, se presentan como irreconciliables e incompatibles. Una es una visión rural de la sociedad, de la política, de la cultura, del trato interpersonal; y la otra es una visión urbana, pero urbana como hija de esa ruptura del mundo rural.
A partir de allí se da una serie de visiones y de relaciones que posteriormente permean la forma de construcción política, los discursos, y determinan la definición del actor y sujeto histórico sobre el cual acumular fuerzas para construir un polo revolucionario, un polo de izquierda. Esos dos mundos culturales chocaron durante el gobierno de Lugo y posteriormente al golpe de Estado estos mundos se volvieron irreconciliables. Porque uno tenía una visión política donde el “ser campesino” prima sobre el “ser urbano”, viendo al ser urbano casi como un enemigo. La contradicción de clases es reemplazada por una contradicción sociológica del origen. Entonces el campesino es el “ser revolucionario” por excelencia y es el único moralmente aceptable como portador posible de un proyecto revolucionario. El otro es el pequeño burgués, el “urbanito”, es el que no sufre los rigores y castigos del capitalismo y es más bien un privilegiado. La contradicción no es burgués versus proletario, ni latifundista versus campesino, sino que ser urbano versus ser rural. Y se traduce incluso en algunos discursos como el que, en referencia a Mario Ferreiro, decía que “él no tiene nuestro propio olor”, “no huele como nosotros”, son frases de un discurso de Fernando Lugo en Coronel Oviedo. Cuando uno se refiere a los olores se está refiriendo a pautas culturales antes que a referenciales teóricos. Había entonces un sustrato muy fuerte que hacía que se nos viera como un enemigo al otro sector de izquierda que no compartíamos que el campesino es el sujeto revolucionario. A partir de allí se deriva una racionalización política que establecía que la campaña del 2013 no tenía que hacerse para ganar las elecciones, el ganar era la “utopía milenarista”, así como la redención del campesinado, inalcanzable…
Si no se trataba de ganar las elecciones ¿de qué se trataba entonces en la visión de ese sector?
De acumular fuerzas y la acumulación de fuerzas, en el discurso del otro sector, no era un medio para conseguir un fin sino que era el fin en sí mismo. Es decir, ¿en dónde concluía la acumulación de fuerzas? En un nuevo ciclo de acumulación de fuerzas con una perspectiva, aparentemente, de una ruptura revolucionaria. A ver, uno se coloca como socialista en la ruptura revolucionaria, la superación del capitalismo. El problema es: en este momento histórico del desarrollo del capitalismo, ¿cuál sería el mecanismo con el cual se de el paso que te conduzca a una ruptura revolucionaria? Nosotros creemos que, sin descartar que puedan surgir en nuestro pueblo otras formas de lucha en cualquier otro momento, hoy en día, en este momento histórico, la participación en procesos electorales dentro de la democracia burguesa es un paso inexorable, que hay que dar. Pero lo que sí se pudo demostrar en América Latina es que el sistema no es perfecto, no hay una dominación perfecta, que está lleno de contradicciones y de grietas que hay que aprovechar. El que diga, por ejemplo, que en Venezuela el régimen es absolutamente burgués o solo beneficia a los sectores poderosos y que tiene el visto bueno del imperialismo norteamericano está asumiendo posiciones infantiles. No es una revolución socialista, anticapitalista, pero hay contradicciones que a la clase dominante no les satisfacen. Nosotros pensamos que los procesos electorales pueden abrir ese tipo de contradicciones.
Con la destitución de Lugo, aunque no se tradujo el malestar de la gente en protestas y revueltas, si había un malestar tácito, un malestar social generalizado que se podía capitalizar en una propuesta electoral. Existían y existen todavía hoy todas las condiciones sociales de “cobrar venganza” contra los golpistas. Ese sentimiento se sentía y todavía se palpa en la masa. ¿Por qué no se dio la unidad? A mí me tocó estar en todos los equipos de negociación, hasta el último día. Yo hasta este momento evité hablar con la prensa, en ninguna entrevista hablé de ese tema porque no me parece conveniente que diferencias políticas que tienen que ser interpretadas a la luz de una visión desde la izquierda y para la izquierda sean utilizadas por los medios de la derecha, los medios de la burguesía para tirar más leña al fuego. Ni Fernando Lugo ni el Frente Guasu son mis enemigos. Pero sí tenemos visiones políticas absolutamente contrapuestas, pero en ningún caso se llegará a un punto en que se conviertan en visiones de enemistad por posiciones de clase diferentes. Lo que estamos haciendo es construir caminos que desarrollan lecturas estratégicas muy disímiles, muy antagónicas. Nosotros decíamos que podíamos ganar y para eso teníamos que crear un proyecto político electoral que trascienda nuestras propias fronteras políticas, eso significa que el discurso no puede ser desde la izquierda y para la izquierda, sino que tiene que ser desde la izquierda pero para toda la sociedad. Nosotros teníamos que capitanear las contradicciones surgidas con el 22 de junio y no se trataba de una competencia de quien demostraba mayor lealtad al marxismo leninismo, nos parecía a nosotros que se planteaba una especie de competencia dogmática, no en un sentido despectivo, sino en el sentido de ver quién es más fiel al credo y no era esa la discusión en ese momento. La división era entre quienes creían en una victoria electoral y quienes no creían en ella.
Convengamos en que si bien los episodios tienen raíces históricas también tienen actores de carne y hueso, ¿quiénes son los responsables de que no se haya producido la unidad?
Hay un elemento más que tiene raíces históricas pero que se traduce en episodios. Muchas veces en momentos de reflujo se le ve como enemigo a la otra fracción de izquierda más que al enemigo de clase. ¿Qué significa esto? El razonamiento es el siguiente: “Mi principal confrontación y principal batalla es evitar que la otra fracción lleve la vanguardia en esta ronda de la disputa, porque si lleva la vanguardia ahora, construirá la vanguardia en el próximo periodo. Entonces lo que yo tengo que hacer es evitar que gane la otra fracción para quedarme yo como la fracción más grande y construir la hegemonía y ser vanguardia en el próximo periodo”. El análisis que primó en el Frente Guasu todo este tiempo era que si Mario Ferreiro llegaba a ser el candidato, lo que iba a suceder es un desplazamiento de las fracciones que se consideraban vanguardia hasta ese momento, porque emergía un nuevo liderazgo con el riesgo enorme de que ganara la Presidencia de la República identificada con un sector…
Con el sector que vos integras…
Si. Entonces allí venía un riesgo y había que hacer todo lo posible para evitar que se construya un nuevo liderazgo. Todos saben que el liderazgo de Lugo tiene fecha de vencimiento. ¿A qué me refiero? Yo tengo aprecio personal inclusive por Fernando Lugo, pero cuando Lugo asume poses de izquierda en estos últimos tiempos, todos los que estuvimos a su alrededor sabemos que son eso, solo poses, que no son reales. Yo tengo grabada esa imagen, cuando apenas triunfamos el 20 de abril, Lugo se reúne con George W. Bush en la Casa Blanca, ya siendo presidente electo Barack Obama. ¿Para qué se reunió con George Bush? Yo no hice ninguna crítica de que fuera agente del imperialismo, yo simplemente dije: “está equivocado su análisis político y está desarrollando una táctica equivocada”, porque decir que fue servil al imperialismo sería una torpeza. Pero no fui yo ni mi partido el que sacó un análisis después del golpe del 22 de junio diciendo que Lugo le entregó el poder a la derecha en un pacto con la embajada norteamericana. Ese análisis vino de un sector que hoy le apoya a Fernando Lugo y que tenía un candidato a presidente en el Frente Guasu.
¿Cuál es ese grupo?
Todo el mundo sabe eso. ¿Quién era el candidato que estaba en un almuerzo en la embajada norteamericana y denunció después injerencia de esa embajada en nuestra política interna? Es el mismo grupo que después dijo que Lugo se fue a pactar con el imperialismo para entregar el poder. Cuando dijeron eso me parecía ridículo. Las teorías de la conspiración son demasiado fecundas en nuestro país. Yo prefiero hablar de hechos políticos. Todos sabían claramente que la candidatura de Mario Ferreiro era ganadora, al punto de que nadie hoy dice nada y no van a responderte esta pregunta: ¿por qué había seis candidatos cuando empieza el proceso y después solo queda uno, Mario Ferreiro? Los otros cinco no eran candidatos genuinos, utilizaban sus candidaturas de manera casi extorsiva para conseguir bancas parlamentarias. Me van a retar porque digo esto…Vos me preguntabas sobre responsables y yo quiero saber qué pasó con el compañero Bareiro Spaini, con el compañero Sixto Pereira, Esperanza Martínez, a Fernando Camacho no lo considero un compañero porque se fue con los golpistas. López Perito bajó su candidatura y se fue a hacer un pacto parlamentario con Mario, pero lo apoyó por lectura política, pero ¿y los otros?
¿Y la responsabilidad de Fernando Lugo?
Fernando Lugo es el que nos permitió a nosotros dar ese gran paso de ganar el 20 de abril y romper la hegemonía de los partidos tradicionales. Lastimosamente, su liderazgo no pudo proyectarse más allá y darnos una perspectiva de futuro. No nos dio una perspectiva de futuro. Ahora bien, en términos del proceso histórico, Lugo fue irremplazable. El que me venga a decir: “no, yo decía luego que Lugo…”, esas son críticas miserables, no son coherentes.
Yo estuve al lado de Lugo el 22 de junio hasta el último momento y después mi organización estuvo en la calle todo el tiempo, éramos los principales escrachadores y no cambió nuestra posición ni nuestra lectura política hasta ahora, seguimos considerando que fue un golpe lo del 22 de junio y eso no va a variar. Ahora bien, nosotros como socialistas estamos obligados a tener perspectivas de futuro y yo miré y he visto que Fernando Lugo, en el momento en que podía utilizar el capital acumulado para darnos perspectivas de futuro, hizo lo contrario, fue traicionado por su visión romántica y nostálgica que cercenó la posibilidad de darnos una perspectiva de futuro.
¿…romántica y nostálgica en relación a qué?
Primero romántica porque Fernando Lugo siempre pensó que la redención social iba a venir de ese actor milenarista que casi como caído del cielo iba a llegar un día a salvar su gobierno…
…el campesinado…
El campesinado, los sectores populares… es un discurso muy retórico y muy romántico, que poéticamente es seductor pero en términos de la racionalidad operacional de la sociología esconde una ignorancia absoluta de cómo se mueven los hechos sociales, Acá y en ningún país del mundo existe una movilización popular “per se” para salvar una causa etérea. La gente se mueve para defender sus conquistas.
Por más que no quieran decirlo el liderazgo de Lugo tiene fecha de vencimiento, porque llega el 22 de abril y el mito fundador de ese proyecto histórico termina. Lastimosamente va a pasar lo que pasó con Lino Oviedo. Cuando Lino Oviedo estaba exiliado, estaba preso, decían que él no era presidente porque no podía competir. Después compitió y se cayó el mito. Lugo va a competir el 21 de abril y va a terminar el mito. Lugo, siendo Presidente de la República, Comandante en jefe de las FFAA, el político más popular del Paraguay, no tuvo el coraje de organizar una fuerza política propia, no tuvo el coraje de construir un contrapoder popular. Lugo contemporizó con toda la burguesía sin ningún problema, y yo no tengo problema con que contemporice en una fase de transición mientras acumula fuerzas, pero nunca acumuló fuerzas. ¿Dónde están todos los altos funcionarios colorados que ocuparon los cargos estratégicos en el gobierno de Lugo y esos liberales a los que les dio tanta confianza, dónde están? La prensa burguesa habla mucho de la izquierda, pero la izquierda no tenía los ministerios centrales, no tenía el control central del Estado. ¿Qué fue el nombramiento de Candia Amarilla a última hora? Y sin embargo nosotros salimos a defender a Lugo incluso con los errores que cometía porque los considerábamos superables. Si en ese momento él no demostró garra revolucionaria, ¿te parece que el 22 de abril va a hacer eso?
Mirá, a mí me gustaría mucho llegar al Congreso y ser compañero de Lugo para que pueda ensayar en público todos esos discursos, como no lo hizo durante cuatro años y que solamente en privado quería hacerlos. Claro que va a caer el mito y claro que hay responsabilidades. Volviendo a lo que me preguntabas de porqué romántica y nostálgica, Lugo, aparte de pensar en la salvación milenarista, tenía mucho romanticismo hacia algunas personas que eran considerados sus amigos, él hizo primar mucho la amistad en todo este proceso. Por eso es que aunque a mí siempre me colocaban como el amigo de Lugo, yo nunca me consideré un amigo en la acepción vulgar del “chongo”. Sí, amigos, sí, pero yo siempre le dije lo que pensaba políticamente desde mi perspectiva política diciéndole esto me parece que está mal, esto me parece que está bien. Ahora, había un montón de gente que estaba detrás de él solamente buscando cargos y privilegios y que hoy están embarcados en ese proyecto otra vez detrás de él buscando cargos, pero que no me cabe la menor duda de que el 22 de abril van a ser los primeros en darle la espalda, en traicionarlo. Eso es categórico. No hay el tal proyecto histórico como elemento de ruptura. Vos me decías: se puede resumir en una disputa por cargos… sí se puede resumir en una disputa por cargos a condición de no olvidar el sustrato histórico del que hablamos.
En las negociaciones por la unidad, ¿cuál fue la oferta final de tu sector?
Separar la cuestión presidencial de la cuestión parlamentaria. El último episodio: ya bajó López Perito, ya bajó Esperanza Martínez, ya bajó Bareiro Spaini, ya bajó Camacho, solo quedaban Mario Ferreiro y Sixto Pereira y Mario se va y les dice: ¿Qué plantean? La vicepresidencia, dicen. Tomando Mario las propias palabras de Lugo que siempre dijo que quería tenerle confianza al vicepresidente, plantea lo siguiente: el otro sector, para evitar una imposición fraccional, debería presentar una terna de candidatos a vice de la cual Mario elegiría a alguien que considerara más confiable. No aceptaron. Segunda cuestión, las listas parlamentarias. Se planteaba que quien corría el mayor riesgo electoral era Mario, ya que no se aspiraba a un cargo parlamentario, como quedó muy claro ahora. Entonces, se propuso lo siguiente: llegar a un equilibrio en la representación en las listas, que la mitad sea puesta por el grupo liderado por Lugo y la otra mitad sea puesta por Mario. Hubo una negativa absoluta y plantearon que había que negociar inclusive las candidaturas de Asunción y Central, porque si no se iba a construir una hegemonía (afirmación que apuntaba directamente hacia nosotros).
Cuando se produjo este impasse Mario mismo les plantea llegar a un acuerdo con respecto a la chapa presidencial en ese momento (octubre) y que se generen todos los mecanismos necesarios para que se hagan internas en el mes de enero y ahí se definieran las listas plurinominales, porque no era posible que por cargos parlamentarios no se llegara a un proyecto unificado. Fernando Lugo es el que se encarga de decir no: “No hay cabeza sin cuerpo”. Y Lugo fue el que operó los últimos tres días apartando a Ferreiro de nosotros para hacer que aceptara la lista que él le proponía. En ese momento nosotros creemos que la única candidatura que quedaba era meramente extorsiva, como diciendo “no bajo esta candidatura si no me das todos estos cargos parlamentarios”, al punto de que Mario se retira de las conversaciones y a los pocos días Sixto baja su candidatura. Si hubiera sido coherente lo que ellos planteaban, Sixto debería ser candidato a presidente de la República y no candidato a parlamentario. Pero ellos aprendieron muy rápido las técnicas de la política burguesa de responder de manera políticamente correcta y no decirle la verdad a sus camaradas y sus compañeros. Acá hubo una disputa por cargos, no por la candidatura presidencial.
Sin embargo, no es posible aceptar que solo haya responsabilidades de uno de los lados…
No quiero caer en la posición maniquea de bueno – malo. Es decir, nosotros también tenemos responsabilidades. Yo soy el que estuve sentado en esa mesa de negociación y yo también tengo una parte de la responsabilidad en el fracaso de la unidad de la izquierda, y lo estoy pagando y voy a pagarlo por mucho tiempo. Yo tengo parte de la responsabilidad porque integré el equipo negociador y fracasé… y fracasamos. Todos los que estuvimos sentados en esa esa mesa somos corresponsables. Por eso yo no puedo liderar ninguna lista, por eso tengo que reconstruir desde abajo un montón de cosas. Eso es cierto. Ahora bien, hay responsabilidades y responsabilidades y el líder del proceso se llamaba Fernando Lugo.
Y hay una cuestión fundamental. El que impulsó la candidatura de Mario fue el propio Lugo, fue el que le dijo: “dejá la televisión y vení a ser candidato”, fue el que hizo campaña. Y no fue la primera vez, ya en las elecciones municipales del 2010; y no es que a mí me contaron yo fui el protagonista directo de todo esto. Yo soy responsable, pero mi compañero, camarada y por mucho tiempo líder político, Fernando Lugo, tienen una responsabilidad primaria en todo esto.
¿Los puentes están cortados definitivamente?
Yo, como negociador, fracasé y soy responsable de ese fracaso. Yo no puedo ser nuevamente el que haga puentes, yo estoy en estos momentos inhabilitado por mi fracaso de ser el que trata de hacer puentes. Claro que hay otra gente que está tratando de hacer puentes, incesantemente. Hay conversaciones, por supuesto que sí las hay. De todos modos hasta el último día nosotros no estamos cerrados a la unidad en el tema electoral. Dejemos correr 45 días más y veamos cuál es la candidatura mejor posicionada y acordemos apoyarla todos. Y nosotros no decimos que va a ser Ferreiro, puede ser Carrillo si se cumple la teoría que tienen en el Frente Guasu de que Lugo es capaz de traspasarle su liderazgo.
¿Y cuáles son las perspectivas después de abril?
Después de las elecciones, más allá de lo electoral se impone la necesidad de hacer discusiones que puedan concluir en un congreso de unificación de los sectores progresistas y de izquierda, sea cual fuere el escenario. Con el escenario que hoy se presenta como más probable, de la victoria de un gobierno conservador, o en un escenario que hoy se presenta como improbable pero que todavía existen posibilidades, de la victoria de un proyecto progresista, en cualquiera de los dos escenarios es indispensable un frente que influencie políticamente en la dirección del proceso. Sin eso realmente nosotros no vamos a poder avanzar. Nos va a pasar lo mismo que a Lugo que no tuvo un sujeto político que pueda darle soporte, contenido.
Nosotros trabajaremos para que en algún momento, de ser posible en el mismo 2013, en un congreso de todas las fuerzas populares y de izquierda que constituya un espacio con expresión social, política y también electoral teniendo en cuenta los desafíos que se vienen. Pero debe ser aprendiendo de los errores del presente proceso. En ese sentido, bueno, probablemente tengamos que aplicar lo que a los partidos burgueses les funciona bien. ¿Qué dicen ellos? Dicen: “tenemos el calendario electoral que dice las internas son en tal fecha, y se trabaja en función a internas” y si se llega a consenso antes, se hacen las internas solo como formalidades. Pero no hay que tener miedo a empezar a aplicar algunas prácticas contempladas en nuestra propia ingeniería institucional. Probablemente ese fue un error nuestro.
¿No revela eso que los partidos y movimientos de izquierda no tienen democracia interna?
Claro que revela que somos estructuras políticas antidemocráticas. La izquierda paraguaya es como una especie de tributaria cultural de la lucha contra la dictadura, cuando las estructuras internas no podían ser puramente democráticas por el tema del cuidado, la persecución, la clandestinidad, etc. Todavía nosotros estamos pagando esa herencia que es pesada. Por supuesto que no tenemos, y nos incluimos, estructuras internas democráticas. Decir eso sería mentirnos a nosotros mismos y negarnos a la autocrítica. Y yo creo que este golpe que recibimos -no me refiero al 22 de junio, sino al hecho de no haber podido llegar a la unidad- nos muestra que ese es uno de los errores fundamentales y ese es un paso que tenemos que dar: unas internas de la izquierda para otras compulsas electorales y resolver allí nuestros conflictos. No hay que tenerle miedo a eso, hoy le tuvimos miedo y perdimos.
Parece existir un cierto consenso entre las fuerzas políticas acerca de la necesidad de una Constituyente para reformar la Constitución, ¿cuál es la opinión de tu sector?
Puedo hablar en nombre de mi organización política (el PMAS), en Avanza País no hablamos aún de eso. Una Constituyente bajo un gobierno conservador es sumamente peligrosa porque puede terminar el ciclo de restauración conservadora en el Paraguay. Puede llegar a darse una constitución inclusive regresiva, en relación a la constitución del 92. Y me preocupa mucho. Yo no estoy tan seguro de que haya que apoyar una constituyente en caso de una victoria de un gobierno conservador y que la correlación de fuerzas expresada a nivel parlamentario sea tal que los sectores populares y la izquierda se encuentren casi al margen de la discusión. Ahora, esa es una posibilidad. Puede que se trate de un gobierno conservador frágil y débil también, es decir no porque gane un gobierno conservador va a ser fuerte.
El hipotético gobierno de Cartes -porque yo descarto la posibilidad de una victoria de Efraín, de Oviedo o los demás candidatos conservadores- puede ser como el de Wasmosy. Cartes va a tener una gran contradicción en el seno de su propio partido. Más allá de toda esa cuestión de que Cartes es el narco y demás, eso no es lo que más me preocupa. A mí me preocupa el proyecto político, no tanto el origen de su fortuna. Cartes no va a poder conseguir una unificación de los sectores dominantes paraguayos, en primer lugar en su propio partido, que sigue con su típica, su clásica burocracia, no se fue nadie, el único que no está allí es Nicanor y Alfredo Stroessner. Cartes va a tener que apoyarse en el Parlamento, donde no va a tener mayoría. Y va a ser un gobierno inestable. Con buenos resultados de la izquierda y a condición de que se presente unificada, sí puede ser un hecho positivo una constituyente. En el otro escenario, de una victoria de un gobierno progresista, la constituyente se convierte en una necesidad vital, irrenunciable. El 21 de abril del 2008 Lugo pudo haber dicho: “señores voy a ser presidente de la República, necesitamos una nueva constitución”. Fuimos muchos los que dijimos y sostuvimos eso hasta bien entrado el proceso, cuando Lugo tenía índices de legitimidad del 70% y 80%. Era la oportunidad de que llamara a una constituyente y construyera su propia plataforma política.
¿Por qué no lo hizo?
Porque Fernando Lugo es conservador, él no es revolucionario, él no es de izquierda. Al parecer temía que la composición del Parlamento se replicara en una eventual elección a una Constituyente. Para nosotros no era así, para nosotros había como tiempos discontinuos, que se movían en escenarios diferentes. La gente votó a Lugo entusiasmada, como viendo un proyecto diferente, y votó a los parlamentarios por inercia, mecánicamente. Lugo nunca quiere arriesgar y crear conflictos que permitan avanzar.

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