Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Entrevista a Rodrigo Irurzun de Ecologistas
en Acción
Por: Enric Llopis
La fractura hidráulica o
fracking es una práctica cada vez más habitual dado el aumento del
consumo de gas natural, lo que hace que las empresas especializadas busquen
nuevas técnicas para acceder a las reservas menos accesibles.
Para llevar a
cabo esta técnica, unos 200 camiones cisterna deben llevar el agua al lugar de
la extracción, a la que se le añaden los compuestos químicos y la arena. El
agua recuperada se almacena en balsas abiertas, y luego es llevada a plantas de
tratamiento, con el consiguiente gasto de agua y el impacto derivado del
transporte.
El fluido que
se inyecta en los pozos contiene entre 55.000 y 225.000 litros de productos
químicos por pozo. Muchos de estos productos son sustancias tóxicas, alergénicas, mutagénicas y cancerígenas.
El fluido
recuperado, entre el 15% y el 80%, puede arrastrar metales pesados
extremadamente tóxicos, como arsénico, plomo, mercurio…, así como elementos
radiactivos como uranio y radio, que se encuentran en las capas profundas de la
roca.
Existen fugas
de los fluidos utilizados en el proceso, que escapan a través de fisuras o por
fallas naturales existentes en el suelo, así como por fallos en la cementación
del revestimiento y los tanques. Estas fugas provocan la
contaminación de la red de abastecimiento de agua potable, así como de ríos,
aguas subterráneas y atmósfera cuando llegan a evaporarse. Asimismo, el gas liberado también
contamina la atmósfera y las reservas de agua.
La extracción de gas o petróleo en roca ( fracking )
se presenta como una huida hacia adelante.
Se pretende ahondar en un modelo energético “sucio” e ineficiente, que
despilfarra recursos y castiga al planeta, sin reparar en la opción de
energías
alternativas. Una de las concreciones de este modelo es el fracking. El
español Rodrigo Irurzun es miembro de Ecologistas en Acción, coautor de
“Agrietando el
futuro. La amenaza de la fractura hidráulica en la era del cambio
climático”.
Una pregunta recorre el libro: ¿Quién ha decidido
agrietar el futuro agrietando la tierra, es decir, el fracking?
El caso del fracking es igual que la extracción del
petróleo en aguas profundas; la quema de carbón o extraer uranio para su uso en
centrales nucleares. El beneficio de estos procesos no revierte en la sociedad,
sino en las elites que controlan los oligopolios energéticos. Por ejemplo, las
cinco grandes eléctricas (Endesa, Iberdrola, Gas Natural-Fenosa, E.ON y EDP
Hidrocantábrico) no sólo generan el 80% de la producción eléctrica, sino que
también controlan el 90% de la distribución. Son los que le dictan las leyes al
gobierno. En el caso del gas, tres empresas (Empresa, Iberdrola y Naturgas)
suman el 80% de la comercialización en el mercado minorista. Son los grandes
beneficiarios del modelo.
¿En qué consiste el fracking? ¿De dónde
procede esta tecnología?
En términos muy simples, se trata de extraer gas o petróleo de rocas
porosas, que se fracturan con agua a presión más arena y diferentes aditivos
químicos. El objetivo es liberar el gas o el petróleo a la superficie. Esta
tecnología procede de Estados Unidos, donde lleva utilizándose cerca de 15
años.
¿Por qué razón se produce actualmente el boom del fracking?
Por una cuestión de costes. La extracción de petróleo y gas en roca es
más cara, pero los precios de mercado están a unos niveles que a las empresas
les compensa utilizar esta tecnología. Hay que agregar a ello los factores
geoestratégicos. Mientras que el gas convencional se encuentra muy localizado
en determinadas zonas, el gas en roca (esquisto) se halla mucho mejor repartido
por el mundo. Por eso Estados Unidos, primero, y después Europa, han emprendido
su explotación. Pero existe un tercer factor. Los estados pretenden asegurarse
su independencia energética y evitar, por ejemplo, hechos como los ocurridos en
2009, cuando Ucrania cortó el suministro de gas ruso destinado a Europa.
Y, en concreto, ¿Por qué en Estados Unidos?
Estados Unidos es el segundo país del mundo en reservas de gas en roca,
después de China. En cambio, disponen de poco gas convencional (y consumen
mucho), por lo que han de importarlo. Esto explica que hayan decidido
desarrollar el fracking . Esta metodología no resultaba
rentable hace quince años. Pero el gobierno de Estados Unidos se preocupó de
incentivarlo. Por ejemplo, en 2005 se impulsa una normativa que exime a la
industria del fracking de cumplir con dos directivas: la de
“agua limpia” y otra de “seguridad en el agua potable”. Además, se limita la
capacidad de la Agencia estadounidense de Protección del Medio Ambiente para
controlar a estas empresas. Otra razón es que, por la ley de patentes, los
componentes químicos utilizados son secreto comercial. Reina una gran opacidad.
También se han concedido ayudas públicas para el fracking.
¿Y en Europa?
Uno de los mejores ejemplos es Polonia. Es un país que consume mucho
carbón y, por ello, tiene problemas para cumplir con los criterios europeos de
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Polonia cuenta con
grandes yacimientos de gas en roca y ha manifestado su interés por explotar
estos recursos. Pero existe un problema de fondo en Europa, que también se hace
evidente en el caso de las centrales nucleares. Y es la incapacidad de la UE
para dirigir la política energética. Pueden establecerse directrices de
reducción o de consumo, pero no ponerse límites legales. A esto hay que agregar
las tensiones entre los países. Los del norte (Alemania, Dinamarca u Holanda),
más preocupados por la sostenibilidad; frente a los países del sur, más
reticentes pese a ser los que disponen de más recursos renovables.
¿Cuáles son los principales impactos ambientales
del fracking?
La contaminación de aguas (superficiales y subterráneas), del aire y la
tierra. Además, algunos de los productos químicos que se añaden al agua para
extraer el gas de la roca son muy nocivos. También estos proyectos implican
gran ocupación del territorio. Depósitos, plataformas, carreteras para el
transporte de mercancías peligrosas acompañan a cada iniciativa de fracking .
Otra cuestión es el riesgo de fugas de gas en las extracciones, hacia los
acuíferos o hacia la atmósfera. Y hemos de considerar, en ese sentido, que el
gas metano (el que se obtiene de la roca) tiene mayor impacto de efecto
invernadero que el CO2. También han de tenerse en cuenta los enormes recursos
económicos que, al destinarse al fracking , no se dedican a
las energías limpias. Respecto al consumo de agua (un recurso ya muy escaso),
son necesarios unos 25 millones de litros por pozo y cada plataforma de fracking puede
contar con 6, 8 ó 10 pozos.
Por último, ¿consideras que hay alternativas?
Las alternativas pasan por un cambio en el modelo de consumo energético,
que prime el ahorro. Si se potenciaran mecanismos de ahorro y eficiencia (sin
un cambio profundo en el estilo de vida), podría ahorrarse un 35% de energía
eléctrica. Pero habría que introducir cambios. Por ejemplo, la inversión en el
aislamiento de las edificaciones o el uso de biomasa para las calefacciones. Se
trata, asimismo, de potenciar las energías renovables. Al ritmo actual, y con
medidas de ahorro, en 2020 podrían reducirse al 25% (tomándose como índice 100
el año 2009) la producción de gas natural para la generación de energía
eléctrica.
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