Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Tania Delgadillo Rivera
El acceso soberano al agua, que comenzó siendo una aspiración colectiva del pueblo, y que tuvo su máxima expresión en la llamada “Guerra del Agua de Cochabamba” en el año 2000, y que fuera asumido el 2003 como mandato popular por el gobierno de Evo Morales, se ha transformado en la actualidad, no sólo en una bandera que flamea en los foros internacionales y en el anhelo de muchas personas, sino también en una política pública que apunta al Vivir Bien; un camino que ya está siendo recorrido por otros pueblos y naciones del mundo.
En ese andar, para Pedro Arrojo, investigador español que visitó Bolivia en el marco del “Taller Internacional hacia el cumplimiento del Derecho al Agua y Saneamiento” que tuvo lugar en la ciudad de La Paz del 10 al 14 de junio, Bolivia “no sólo abrió un itinerario, un camino con consecuencias históricas para el propio país, sino que mostró un ejemplo mundial de rebelión de los más pobres, que luego ha sido seguido por otros países. Bolivia ha pasado de ser un país relativamente pequeño, en términos poblacionales, a ejercer un liderazgo notable a nivel mundial”.
El mundo ha reconocido el derecho al agua como uno de los más importantes de los derechos humanos, y al mismo tiempo, como parte de la esencia misma de los derechos de la Madre Tierra; y es que el gran paso que dio Bolivia, es haber comprendido que el agua, no sólo es esencial para la salud y la vida humana y de las otras formas de vida, sino que también es fundamental para la supervivencia misma del planeta. Esta visión que ha sido promovida y posicionada en los foros internacionales por Bolivia, y aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 28 de julio de 2010, hoy en día se constituye en un referente para el mundo, que sigue expectante los pasos que nuestro gobierno viene dando en su materialización.
Arrojo lleva 30 años realizando investigaciones sobre la “Economía del Agua” y está convencido de que “muchos de los aspectos importantes de los derechos que se derivan del derecho al agua no son intercambiables por dinero, y se pregunta “¿Derecho al agua para qué?” “Para que no se mueran los niños”, se responde, pues según datos a nivel mundial, éstos son los más afectados por las enfermedades infecciosas como la diarrea, que ocasionan la muerte de más de 2.600 millones personas en el mundo. Quedan al margen de estas cifras los millones de personas que se envenenan, poco a poco, por el consumo de agua contaminada por elementos tóxicos provenientes de la industria, la minería y la producción de alimentos basada en agroquímicos. Es el derecho a la vida lo que está en cuestión.
“Bolivia ha colocado el derecho al agua en un lugar prioritario, y ha introducido elementos en la Ley de la Madre Tierra que son fundamentales, pues difícilmente tendremos acceso al agua si no respetamos el recurso hídrico. El agua es el Alma de la Madre Naturaleza. La cuestión es cómo se aterrizan estos preceptos. He ahí el reto para Bolivia y el mundo”. Y en relación con los avances en Bolivia, señaló que “es necesario desarrollar capacidades y contar con los recursos económicos suficientes para estas tareas”.
De su parte, Víctor Viñuales, miembro del Consejo Asesor del Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento del Gobierno de España, otro de los expertos invitados al Taller, reconoció que Bolivia “representa a los millones de personas que tienen un concepto del desarrollo deseable, como el que plantea el gobierno de Morales, donde se busca reconciliar lo social con lo ambiental”.
Este foro, donde participaron además Agusti Pérez de España; Neil Mcleod, de Sudáfrica, Judith Domínguez, de México; y Carlos Orellana de Ecuador, además de los expertos nacionales como Franz Rojas, René Orellana, entre otros, fue organizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de su Dirección de la Madre Tierra, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en coordinación con el Banco Mundial (BM) y la Unión Europea (UE), con el propósito de contribuir a impulsar las políticas públicas sobre el derecho al agua.
Un itinerario del derecho al agua
René Orellana, Embajador Plenipotenciario para los temas de Medio Ambiente y Desarrollo ante la ONU y organismos similares, realizó un recorrido histórico por el posicionamiento del derecho al agua, por parte de Bolivia en los foros internacionales. En ese marco, recordó que en sus inicios, el tema del derecho al agua era motivo de mofa en algunos escenarios internacionales. “Hace unos años parecía imposible lograr, este que parecía un sueño. Recuerdo que el año 2006 en el Foro Mundial del Agua en México, cuando planteamos el derecho humano al agua, este planteamiento generaba risas, así como ahora ocurre con el concepto de la Madre Tierra”, dijo.
Estos conceptos, para Orellana, forman parte de la “construcción de un marco teórico, axiológico, de visiones de mundo, de los derechos de la naturaleza, del ser humano y de los derechos que relaciona a ambos”.
El derecho al agua, hoy en día “es algo normal”, se habla de él como algo obvio, reconoce: “Las ideas progresistas generalmente generan mofa cuando aparecen, porque tocan algo delicado que incomoda a muchos. Estas banderas simbólicas, teóricas, en un mundo donde la eficiencia y la eficacia prevalece, y donde parece no tener asidero, hoy son una realidad”.
A pesar de los avances conceptuales, este hecho plantea retos para hacer efectivo el ejercicio de este derecho, aspecto que reconoce Orellana, en sentido de que si bien existen avances significativos, el mayor desafío para el actual gobierno es legislar la Ley General de Aguas, por ejemplo, pues “en la actualidad, paradójicamente, está vigente en Bolivia una normativa de hace 136 años, que promueve incluso la venta del agua”, aseguró.
Al respecto, existe decisión política sobre este tema, con lo cual se tiene una garantía de que esa normativa será superada de acuerdo a los desafíos actuales. “El proceso de cambio tiene que darnos esa luz. Ya hay un proyecto de Ley que plantea cuatro derechos: agua para la vida, derecho humano al agua, derecho del agua para la soberanía alimentaria y derecho del agua para la Madre Tierra”.
El derecho humano al agua que tiene una corta vida en la legislación internacional, es ya un anhelo encarnado por los sectores más empobrecidos en el mundo entero, e implica una serie de aspectos que se tornan complejos a la hora de hacerlos operativos. Así por ejemplo, en su vinculación con los derechos de la Madre Tierra supone desafíos mayores. Proteger las fuentes de agua de la contaminación y el re-uso de aguas residuales, entre otros, son tareas urgentes y necesarias para vivir en armonía con nuestra Madre Tierra y gozar de una vida digna.
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