Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Marlene Quintanilla
Al margen de las inclemencias ambientales sufridas en las últimas semanas por las elevadas temperaturas, que ascendieron hasta los 39ºC, y que nos llevará a tener el año con la temperatura promedio más alta en las últimas décadas, nuestra Madre Tierra ahora afronta la eliminación de 200.000 hectáreas de bosques que serán transformados para la producción ganadera a establecerse en un corto plazo en la Chiquitanía del departamento de Santa Cruz. Esto, después de negociaciones que beneficiarán a un pequeño sector, bajo el argumento de garantizar la seguridad alimentaria, sin tomar en cuenta que ésta no solo es producción, sino también acceso, y por tanto precio (¿producir más carne la hará más accesible para todos los bolivianos?)
Lo cierto es que a raíz de la pérdida de bosques sufrimos mayores impactos en nuestra calidad ambiental. Hasta 2010 habíamos perdido más de 4,9 millones de hectáreas de cubierta forestal para el establecimiento de la agroindustria, agricultura y ganadería, el más afectado es el bosque chiquitano, que perdió más de 1,4 millones de hectáreas que concentraban la más alta diversidad de especies forestales.
En la Chiquitanía, la ganadería se está expandiendo aceleradamente, intensificando la demanda de agua; por cada novillo se requiere por lo menos 40 litros de agua por día. Esta situación llama la atención, porque la región es muy vulnerable a la sequía, naturalmente la disponibilidad hídrica es escasa; estudios locales comprueban el incremento de 0,5ºC de temperatura y la reducción de la precipitación en 14% desde 1980 hasta 2012. Entonces, ¿cómo será el panorama ambiental una vez que se desmonte la enorme superficie planificada por los empresarios? Lamentablemente la fiscalización de bosques ahora viabilizará las autorizaciones para lograr y apoyar las políticas y visión de país que pretende en seis años más (2020) convertir un millón de hectáreas de bosque a la producción agrícola y pecuaria. ¿Esta ampliación será congruente con una política clara que facilite el acceso a todos los bolivianos a comida más sana y a precios razonables?
Este modelo de producción extensiva no es ambiental ni económicamente sustentable, debemos trabajar en mayor productividad y rendimiento en las áreas agropecuarias ya existentes, bajo una planificación que exima la necesidad de ampliar la frontera agrícola. El actual manejo es todavía precario, el ganado sobrevive a las condiciones adversas del clima y a la falta de alimento, el manejo de pasturas es muy escaso. Este patrón agroindustrial es la mayor amenaza de la Madre Tierra, eliminando su vocación forestal, maderable y no maderable.
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