Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Verónica Rocha
Se ha hecho sentido común histórico el mencionar que
lo que se conoce como Proceso de Cambio los últimos 15 años ha sufrido algunos
golpes en el transcurso de estos nueve encabezados por el MAS como instrumento
político, con especial énfasis en los últimos cinco. Señalo que se ha hecho
sentido común histórico, pues tanto analistas, periodistas, prensa
internacional e incluso críticos/as del MAS han reconocido en sus respectivos y
distintos momentos.
Uno de esos primeros golpes estuvo signado por el
gasolinazo de diciembre del 2010. El mismo fue evitado por la fuerte
resistencia de varios sectores de la sociedad ante su anuncio; en el fondo lo
que no se le aceptaba a quienes lideraban la ruta-país era la idea de la
aplicación de una medida que con el fin de salvaguardar la economía del Estado
estuviera directamente involucrada con los estómagos de los y las más
desfavorecidas, pues ello se constituía en un directo golpe a la idea de modelo
económico social-comunitario por la que el país había apostado. Fue el primer
golpe a los anhelos del proceso, de tipo económico: a los ideales económicos.
El Gobierno reculó a la medida e incluso sin ella ha podido, seis años después,
mantener una economía estatal digna.
Luego, en septiembre de 2011, la represión a los y las
hermanas que conformaban la marcha contra la construcción de una carretera que
atravesara el TIPNIS fue otro de los duros golpes que recibió la idea del
proceso de cambio. Nacionalizaciones de por medio nos habíamos desafiado a
gestionar la administración estatal de nuestros recursos amparados en un modelo
con la dignidad suficiente que dejara de lado las prácticas extractivistas tan
cómplices del indolente capitalismo global. Nuestra idea de país iba a tener la
fortaleza suficiente para desafiar a la lógica capitalista mundial en sus
formas de administración de recursos naturales y una carretera que atravesara
un parque natural no engranaba en ella. Fue el segundo golpe a los anhelos del
proceso, de tipo productivo-estatal: a los ideales filosóficos de cuidado a la
Madre Tierra. El Gobierno también reculó en esta medida y con el tiempo ha
incidido en el debate para que midamos la distancia entre el ideal y la idea,
la carretera está incluida en el programa de gobierno por el que más del 60% de
la población votó hace unos meses.
Finalmente, hemos asistido a lo que hipotéticamente
podría denominarse un tercer golpe al proceso de cambio en una de sus aristas
también fundamentales: la moral. El proceso por el Fondo Indígena hecho público
por el Contralor (de quien los medios prefieren sospechar antes de aplaudir)
durante la campaña de las subnacionales ha sembrado dudas sobre la moral del
sujeto histórico que ha construido este proceso. ¡Cuyo protagonismo se ha
construido, en gran parte, gracias a esa digna moral que otorga la historia a
los quienes sueñan con la redención histórica!
En cada uno de los golpes pasados estuvo presente la
posibilidad de redirigir el timón y reconstruir el ideal para no perder el
norte. En todos los casos el Presidente ha tenido la hidalguía de reconocer que
no fueron bien gestionados (ora en socialización de la medida, ora en
administración del conflicto) y si bien nadie puede señalar que en este caso se
ha mantenido la capacidad crítica y la decisión incólume ante los supuestos
hechos de corrupción; el problema que hoy por hoy atañe al corazón del sujeto histórico
del proceso demanda mayores esfuerzos y contundencia. No lo necesita tanto el
Gobierno que se ha elegido para continuar a la cabeza del sendero; lo necesita,
en realidad, el sendero mismo de nuestro proceso.
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