Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
En América Latina, hoy más que nunca, existe la imperiosa necesidad de que los medios de comunicación fortalezcan su función orientadora, formativa, educativa e informativa en respuesta a las demandas ciudadanas y se hagan más responsables en el desarrollo de una cultura política democrática.
Con este propósito, se debe profundizar sobre el rol de los periodistas, de los medios de comunicación y de las escuelas de comunicación social en el fortalecimiento de su propia función social.
El equilibrio casi inexistente en el tratamiento de la información ha llevado a polarizar la opinión de los usuarios y usuarias de los medios informativos a favor de los intereses políticos y económicos representados por los monopolios de los medios de comunicación privados y se han ignorado las demandas de información de una gran mayoría de la población.
Los dueños de los medios reclaman para sí mismos el derecho a la libertad de información, pero paradójicamente ese derecho le ha sido negado al ciudadano común por muchos años, siguiendo el dictamen de un régimen de propiedad que le ha permitido al sector privado ejercer su hegemonía en la explotación de los medios audiovisuales.
¿Qué pasa con los medios de información frente a la crisis civilizatoria?
Ya es de común acuerdo que el sistema capitalista mundial atraviesa una crisis terminal en todos los campos que la convierten en un sistema civilizatorio, impuesto a lo largo y ancho de los pueblos del mundo.
Bajo la falsa premisa de que “el individuo es el centro del accionar universal (…)” se justifica a cualquier costo el enriquecimiento de unos cuantos frente a la gran masa desposeída, la acumulación irracional, el irrespeto a los derechos colectivos básicos y aún más, el atropello y la destrucción del entorno natural.
A través de sus contenidos, los medios de información muestran este principio como la única verdad de la humanidad. Ellos continúan en su ofensiva contra la humanidad haciendo de una falacia la única verdad existente.
Esta acumulación de bienes y beneficios, generó y genera desigualdad en la humanidad teniendo como resultado una alarmante pobreza extrema en el continente africano y un primer mundo con individuos que se gastan el mundo aceleradamente.
Esta crisis civilizatoria motivada por los medios actuales de información, que inducen y manipulan a las sociedades al consumo y la acumulación individual -sin responder a ningún parámetro de comunidad, solidaridad, hermandad y mucho menos de humanidad-, hace que nuestras generaciones ingresen a tientas a un mundo que está al borde de la destrucción.
Los medios de información: Un arma poderosa
La defensa intransigente de los privilegios que otorga el sistema capitalista, hace que los medios de información se hayan convertido en una de las armas más destructivas de las últimas dos décadas. Mientras existen Estados y pueblos que van remando contra corriente y buscan una alternativa o cambio del sistema civilizatorio, los medios de información pasan de afianzar los conceptos de individualismo y consumo, convirtiéndose en verdaderas armas de ofensiva de guerra. ¿Sus municiones? Ocultar la información, generar histerias colectivas de carácter económico, social, etc.
El sistema civilizatorio en crisis también mantiene una particular mirada respecto a la mujer, catalogándola como elemento de compra y venta, cosificándola y cercenando su humanidad. Este ejemplo se repite continuamente en medios de comunicación audiovisuales de nuestro país y de otras latitudes de nuestra región.
En cuanto a la niñez, los medios de información “educan” a través de toda su programación antivalores que hacen que los niños reproduzcan patrones de conducta relacionados con la violencia, el racismo, la segregación, la intolerancia y un largo etcétera que denota una gran falta de sintonía con los tiempos que vivimos en América Latina y el Caribe, cargados de hermandad, complementariedad e integración.
Nuestra infancia está secuestrada por programas que lo “adultizan”, manipulando su accionar frente a una realidad que debe ser construida de acuerdo a los valores de la comunidad urbana y rural. Los niños y niñas se ven sometidos a la violencia que produce la invisibilización, la exclusión y el ocultamiento por parte de unos medios que no recrean sus realidades ni les ayudan a construirlas.
Este ocultamiento es ejercido cotidianamente en los medios de información que no representan avance alguno en la construcción de un nuevo paradigma civilizatorio. Los logros sociales, políticos y de desarrollo humano de los nuevos gobiernos de la región, en especial de los países del ALBA, son sustituidos por pautas informativas superficiales que no ayudan a activar la conciencia ciudadana.
La comunicación y la información constituyen un eje fundamental en el desarrollo integral del ser humano, en su vida en comunidad y en la sociedad en general. Por ello los medios masivos de comunicación son tan importantes en la creación de patrones y valores culturales, en la formación de niños y jóvenes y en la modelación de sus conductas.
El irrespeto y la relativización frente a los avances alcanzados por los nuevos líderes regionales de nuestra América y el Caribe, son cada vez mayores. Cada acción positiva que se genere desde nuestro continente es inmediatamente “satanizada” y combatida con una artillería de insultos y descalificaciones banales, que buscan menoscabar el avance significativo de esta pujante región.
La llamada crónica roja o amarillismo periodístico, es el alimento cotidiano que nos brindan los medios de información. La violencia contra nuestra infancia y contra la mujer es amplificada y presentada con una alta dosis de morbosidad, que genera inquietudes que van más allá de la cordura y la racionalidad.
En un momento de transición de la humanidad, en procura de evitar su propia destrucción, es momento que los pueblos de nuestra América y el Caribe y en particular el nuestro, inicie una profunda reflexión para generar normativas que regulen el accionar de los medios de información, que los hagan compatibles con el artículo 8 de la Constitución Política del Estado y leyes como la 045 y 348, solo entonces cuidaremos nuestra humanidad.
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