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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Navidad del pueblo


Por: Julieta Paredes
Hoy podemos ver y tocar las bases plantadas para construir en Bolivia el disfrute del conocimiento y el trabajo de la humanidad; nos referimos a que en la actualidad tenemos la infraestructura mínima de caminos, electricidad, comunicaciones y demás necesidades para impulsar y proyectar el trabajo, la creatividad y los sueños de futuro de quienes vivimos en este territorio.
Una de las cosas más importantes a mi juicio es la consolidación de las organizaciones y los movimientos sociales como un tejido que sostiene e impulsa desde abajo los avances y las conquistas sociales que necesitamos para ir concretando el Vivir Bien. Quienes somos luchadoras y luchadores hemos vivido diferentes etapas históricas de nuestro país, en las cuales diferentes sentimientos han acompañado la militancia, la formación política y las decisiones de lucha: unas veces, la indignación contra la injusticia y la prepotencia; otras veces, el miedo a perder la vida o el miedo a la cárcel, la tortura y el exilio; cuando joven, la aventura de unirse a la rebeldía contra el militarismo del orden de paz y trabajo que más bien era el control del libre pensamiento.
Pero lo que ciertamente ha sido un hecho inesperado es la emergencia, en 2003, del compromiso y la posibilidad concreta de hacer las revoluciones con las que soñamos, aquellas que mueven las profundas estructuras de las opresiones y las dominaciones, y que además con mucha sabiduría se ha llamado “proceso de cambio”. Nombre nada pretencioso y atinado al momento de definir que la revolución tiene momentos importantes, pero realmente es un proceso que necesita el compromiso cotidiano de las organizaciones y los movimientos sociales.
Cuando vemos que se trata consecuentemente de repartir el dinero fruto de la venta de los recursos naturales; cuando se consigue crear nuevos instrumentos de análisis, planificación y conocimiento (entre los que podemos citar como ejemplo a la economía social, al feminismo comunitario, a la despatriarcalización, o la concepción y tratamiento de la violencia hacia las mujeres) decimos que el cambio es posible. Cuando vemos que el gas llega a nuestras casas, cuando nos llega la noticia de que hay doble aguinaldo y que las tarifas del internet rebajan, y comparamos con otros países vecinos donde más bien todo sube a cifras astronómicas y el salario se reduce en un 40% como en la Argentina de Macri, no podemos dejar de decir que gracias a las luchas populares, gracias a una línea consecuente dentro del gobierno de nuestro hermano presidente Evo Morales, hoy podemos tener Navidad en el pueblo y no solo mirar a través de las ventanas y desde afuera las celebraciones en las casas que se pudieron comprar su cena de Nochebuena. Hoy en nuestros barrios existen algunos foquitos de Navidad y en la tienda del barrio un panetoncito, o mejor, en nuestras casas hay una rica picana. Hoy la Navidad es parte de la celebración de las familias y las casas de los barrios en los cuales vivimos el pueblo, ese que lucha, que cree y confía en que es posible cambiar el mundo y lograr la felicidad y el vivir bien de todas y todos.
Ese pueblo que le dice Sí a Bolivia y al proceso de cambio.

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