Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Lourdes Montero
Celebramos la presentación en días pasados del Plan Nacional
de Desarrollo Económico y Social, ya que pone en mesa el proyecto de país sobre
el que podemos discutir en el próximo referéndum. Ya no se trata, como expresó
el Presidente del Estado, de la definición de nuestro voto en torno al amor o
desamor hacia él, sino en imaginar una propuesta de desarrollo y adscribirnos o
no a ella. Esto sin duda cualificará una campaña que ha sido poco atractiva y
vacilante desde ambos frentes.
Escuchar la exposición de la propuesta ya fue un ejercicio
de disciplina y paciencia. El aparato comunicacional del Estado no se compadece
suficientemente de su audiencia para buscar una forma pedagógica de difundir el
plan, sin someternos a una danza de cifras y datos que dura horas y confunden
al propio Presidente. Esperamos que en las próximas semanas contemos con una
serie de material didáctico que nos permita conocer a profundidad las ideas y
discutirlas.
Pero vayamos a la propuesta. Dos datos parecen encabezar un
horizonte optimista de futuro: hasta 2020 se prevé un crecimiento económico del
5,8% que logrará disminuir la pobreza extrema a 9,5%. Los principales
instrumentos para impulsar estas metas son la inversión estatal, sobre todo en
infraestructura; la posible atracción de mayor inversión extranjera directa
(IED); y el compromiso del sector privado que en este plan parece tener un
protagonismo mayor.
En el campo social se prioriza la educación y la salud como
una apuesta al capital humano que requiere la anhelada diversificación
productiva. Sin embargo, todavía la propuesta se centra en el hardware y no lo
suficiente en el software, cuyo análisis tanto se requiere. El gran ausente es
un abordaje integral y renovado de la crisis en el sistema de justicia, así
como una visión de resiliencia y sostenibilidad ambiental que son demandas
sociales ya instauradas.
El plan presenta una serie de indicadores macroeconómicos y
sociales ambiciosos que dejan una gran interrogante sobre cómo alcanzarlos. En
un contexto internacional de bajos precios de las materias primas y un
desempeño triste de la productividad nacional, con muy poca diversificación y
agregación de valor, los caminos para alcanzar la meta requieren de un
liderazgo estatal potente.
La apuesta demanda una verdadera revolución institucional y
voluntad política de los actores económicos, que en el actual contexto no se
visibiliza. La energía de los sectores productivos y los territorios todavía
parece estar concentrada en disputarse la torta del IDH que se imagina inagotable.
Transmitir la visión del desarrollo propuesto y un sentido de responsabilidad
compartida pueden ser los desafíos más grandes que enfrenta este plan, ya que
no lo imagino sin la concurrencia de las entidades autonómicas subnacionales y
los actores económicos privados.
Por otro lado, desde el Gobierno nacional este plan requiere
de una batería de políticas sectoriales articuladas y una institucionalidad
eficiente en la implementación. Todo esto acompañado de una voluntad de diálogo
intersectorial con los actores del desarrollo que implica una transformación en
la cultura de la gestión pública. ¿Será posible construir esta estatalidad en
la próxima década? El desafío es grande y desde la sociedad tenemos mucho por
discutir para, con base en lo planteado, construir en diálogo el desarrollo que
queremos.
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios