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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

No fue un sueño, fue la Comuna en París



Por: Edmundo Nogales Arancibia
Como pudimos ver en Érase una vez una comuna en París, después de haber abandonado a los parisinos, tras la invasión alemana, y determinar el traslado del gobierno hacia Versalles, Adolphe Thiers nuevo gobernante de Francia, envió al ejército para tomar los cañones que estaban bajo el control de la Guardia Nacional y particularmente aquellos de Montmartre. A las 3 de la mañana, el 18 de marzo, llegaron 20 mil soldados bajo el comando del general Lecomte; tomaron los cañones pero les faltaron arneses para arrastrarlos. A las 7, los arneses no habían llegado. Así los soldados quedaron rodeados por el pueblo, encabezados por la trabajadora Louis Michel, y las mujeres cubrieron los cañones con sus cuerpos, mientras seguían llegando los parisinos y la Guardia Nacional. Lecomte ordenó a sus hombres que dispararan sobre la gente pero sus órdenes fueron desobedecidas por solados que decidieron adherirse a los parisinos.
La mañana del 18 de marzo se escuchaban por las calles los gritos de “Vive la Commune”, la Guardia Nacional se apoderó de los puntos estratégicos de la ciudad, y el Comité Central quedó a cargo de la nueva administración.
La Comuna en acción
El Consejo llamó a elecciones, las que realizadas el 26 de marzo eligieron un consejo municipal: La Comuna de París, compuesta por trabajadores. De los 80 miembros electos 25 eran obreros, unos 15 miembros de la Asociación Internacional de Trabajadores y otros 13 eran miembros del Comité Central de la Guardia Nacional.
Se cubrieron todos los cargos administrativos, judiciales y educacionales, mediante elección a través de sufragio universal, revocables por el pueblo en cualquier momento. Y se pagó a todos los funcionarios el mismo salario que a todo obrero. El sueldo máximo asignado por la Comuna era de 6.000 francos. Con este sistema se evitó el arribismo, y se eliminaron los privilegios de la burocracia.
La Guardia Nacional se abrió a todos, varones o mujeres, y se organizó bajo la dirección de delegados de la Comuna, siguiendo líneas estrictamente democráticas. El pueblo asumió la conducción de su seguridad interna y externa.
El 19 de marzo, Varlin fue encargado de las finanzas, y junto con Jourde, encontraron 300.000 personas sin trabajo, que esperaban los 1.50 francos cotidianos con los que vivian desde hace siete meses a causa de la guerra. Hallaron en el Ministerio de Finanzas 4.600.000 de francos en las cajas. Pidieron la apertura de un crédito de 500.000 francos. La Banca de Francia puso un millón a disposición por las cuentas que tenía París y a las 10 de la noche se pagó a los soldados en todos los distritos.
La máquina administrativa de París logró funcionar con 10.000 empleados, cuando antes necesitaba 60.000.
En correos, Theisz, el organizador de la Cámara Federal de las Sociedades Obreras, encontró las oficinas cerradas, los sellos ocultos o desaparecidos, el material sustraído y la caja vacía. Los instructivos que estaban puestos en las salas y en los patios ordenaban a los empleados trasladarse a Versalles bajo pena de despido. Junto a los trabajadores, Theisz reorganizó, en cuarenta y ocho horas, el sistema de correos.
Léo Frankel, de origen húngaro, ocupó la comisión del intercambio (comercio) y del trabajo. Esa comisión tenía grandes tareas:
Mediante decreto, el 16 de abril aplicó medidas para reparar los talleres abandonados; se dirigió a las cámaras sindicales obreras para realizar la estadística de los talleres y el inventario de los instrumentos, la comisión obrera debía también hacer propuestas prácticas para poner esos talleres en funcionamiento, con la creación de asociaciones cooperativas obreras. Un jurado arbitral decidiría la indemnización que se pagaría a los dueños a su regreso y la propiedad pasaba a los trabajadores.
El 19 de abril el Consejo debatió la cuestión del trabajo nocturno de los panaderos. “El trabajo nocturno, había dicho el panadero Tabouret, nos separa de la sociedad y de la familia; durmiendo durante el día, vivimos como separados del mundo…” el 20 de abril se prohibió el trabajo nocturno de los panaderos bajo pena de confiscación de los panes de los propietarios que vulneraran la norma.
Se nombró en mayo una comisión superior de contabilidad que verificó las cuentas de las delegaciones, los registros de información en los distritos, para las ofertas y demandas de trabajo, y prepararon el proyecto eliminación de las casas de empeño.
El 27 de abril, con un decreto impidieron las multas y retenciones de sueldos y salarios en las administraciones públicas y privadas y se restituyeron las que se hubiesen realizado desde marzo.
En la sesión del 12 de mayo, Léo Frankel logró que los pliegos de condiciones en los contratos indiquen el precio de la mano de obra, y que las contrataciones den preferencia a las asociaciones obreras, también que los precios fueran fijados por un acuerdo entre la intendencia, la cámara sindical obrera y el delegado del trabajo, imponiéndoseles a los empresarios el pago de un salario mínimo por jornada o por pieza.
Se confió a Elisabeth Dimitrief la organización del trabajo de las mujeres en París, y las obreras se reunieron para nombrar a sus delegadas, a fin de crear cámaras sindicales vinculadas por una cámara federal.
La Comuna declaró que su objetivo era “terminar con la competencia anárquica y ruinosa entre los trabajadores por la ganancia de los capitalistas” y la “difusión de los ideales socialistas”.
También fueron parte de sus medidas, las que Marx describe en La Guerra Civil en Francia: la separación de la Iglesia y el Estado. La religión fue declarada “asunto privado”. Se confiscaron casas y edificios públicos para la gente sin hogar. La educación pública fue abierta a todos, así como los teatros y los centros de cultura y educación. Los obreros extranjeros fueron considerados como hermanos y hermanas, como soldados de la “república universal del trabajo internacional”. Se realizaban reuniones, día y noche, en las que miles de hombres y mujeres ordinarios discutían cómo diferentes aspectos de la vida social podían ser organizados en función de los intereses del “bien común”.
Francia contra París
La Comuna intentó por varios medios llegar a buen acuerdo para que se respetara su gobierno local, sin embargo el gobierno nacional encabezado por Thiers, con la ayuda de la burguesía local e internacional a través de Bismark –quien les dio armas y liberó soldados retenidos en Prusia–, para conjuntamente eliminar a la Comuna y su “mal ejemplo”.
En la campaña de mentiras de Thiers para desprestigiar a la Comuna ante las provincias decía: “En París, la Comuna ya está dividida, mientras trata de sembrar en todas partes falsas noticias, y saquea las cajas públicas, se agita impotente, y los parisinos, horrorizados, esperan con impaciencia el momento de su liberación…”
Finalmente, el ejército de Versalles entró en París el 21 de mayo de 1871. Los communards combatieron con inmensa valentía, pero fueron gradualmente empujados hacia el este de la ciudad, y derrotados finalmente el 28 de mayo. Las fuerzas de Thiers realizaron una terrible matanza de casi 30 mil hombres, mujeres y niños, mientras otros 20 mil fueron probablemente masacrados en las semanas siguientes. Los pelotones de ejecución estuvieron en acción, hasta el mes de junio, asesinando a todo el que fuera sospechoso de haber cooperado de alguna manera con la Comuna.
Integrante de la Escuela Nacional de Formación Política.
Publicado en el semanario La Época
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