Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Verónica Córdova
En
esta época de graduaciones la pregunta más frecuente que escuchan los jóvenes
es ¿qué vas a estudiar ahora?, como si no se hubieran pasado los últimos 12
años estudiando. La pena es que, en esa guardería extendida llamada escuela,
los jóvenes no se dedican a descubrir y entrenar sus talentos individuales para
que, luego de 12 años, no solo sepan exactamente qué les gusta, sino que además
ya sean buenos haciéndolo.
Pues
dicen los gurús que solo puedes ser feliz si haces lo que amas. Y dicen los que
saben que solo puedes ser excelente en tu trabajo si te dedicas a hacer lo que
amas. Pero para hacer lo que amas, debes primero dominar su técnica, su teoría
y su filosofía. En otras palabras, para hacer lo que amas, es ineludible
estudiar una carrera, aprender un oficio, conseguir un trabajo o abrir una
empresa.
Pero
¿qué pasa si lo que amas hacer no te llena la olla? ¿Si no puedes estudiar lo
que realmente te gusta, porque es muy caro o no existe en Bolivia o no te lo
permiten por miedo a que después con ese oficio te mueras de hambre?
Recuerdo
a un amigo que quería matricularse en la carrera de Filosofía, pero su padre se
lo impidió diciendo: —¿Qué vas a hacer cuando te gradúes? ¿Colgar en la puerta
un cartel que diga “se hacen abstracciones”?
Mi
amigo terminó matriculándose en Comunicación, para luego abandonar la carrera y
dedicarse al comercio. Como diría Facundo Cabral, cambió el sueño de su vida
por el pan de cada día. Hoy se gana la vida sin muchos sobresaltos, ayudando
además a su padre que se jubiló de contador con una pensión de hambre.
¿Cuántos
filósofos, matemáticos, violinistas, novelistas, bailarines, astrofísicos o
compositores perdemos cada año por esa lógica terrible?
“Los
sueños no se comen ni con mantequilla. El joven sin cartón está perdido”, decía
mi tía abuela. Lo decía en los lejanos años 80, y el cartón al que se refería
era el diploma universitario.
Cuántos
jóvenes —y no tan jóvenes— sin cartón están hoy perdidos. Y cuántos jóvenes con
cartón están perdidos también, además de frustrados. Muchos renunciaron a hacer
lo que amaban para estudiar una carrera “con más futuro”, y aun así no les
sirve de nada. Otros se la jugaron a pesar de todo y estudiaron lo que les
gustaba con la esperanza de hacer toda su vida lo que aman. Y han descubierto,
después de tanto esfuerzo, que seguir la vocación no garantiza encontrar el
trabajo deseado. O que el trabajo deseado no da para pagar el chairo.
La
pena es que nos han vendido un sueño inalcanzable. Estudies o no, te rajes o
no, al final lo que se quiere de ti es que seas un peldaño, un eslabón, en el
mejor de los casos, un puente. Sobre tu fuerza física, tu talento, tu
creatividad o tus conocimientos se edifican una mole que te terminará
aplastando. Por eso debe ser que nuestras universidades son tan mediocres:
porque los changos se han dado cuenta que la ley del menor esfuerzo es la única
ley que en Bolivia se cumple; que esforzarse para destacar en tus estudios,
graduarse con honores, investigar a fondo, alcanzar el doctorado no importa a
la hora de definir los escalafones. El docente con doctorado recibe el mismo
sueldo que el docente principiante. El trabajador destacado recibe el mismo
incremento salarial que el experto en excusas. El intelectual más preparado no
tiene ninguna ventaja sobre el charlatán con suerte. El artista que más ensaya
es tan pobre y humillado como el más mediocre.
Algunos
se consuelan diciendo que por lo menos se levantan cada día para hacer un
trabajo que aman. Pero como sociedad deberíamos entender que la frustración es
la cuna de la mediocridad y la desidia. Y la verdad es que los bolivianos nos
destacamos en tan pocas áreas porque son muy pocos los que logran vivir de lo que
aman.
y Twitter: @escuelanfp
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