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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Auquisamaña: la caída de algo más que un cerro

Por: Juan José Bedregal
El pasado 15 de febrero, el pueblo paceño fue sorprendido por un deslizamiento en la zona sur de nuestra ciudad. Ninguna novedad, si es que tomamos en cuenta el hecho que cada año en temporada de lluvias estos sucesos ocurren en algún lugar de La Paz. Los sistemas de alerta temprana y monitoreo de riesgos, instalados gradualmente por la alcaldía desde hace casi una década, no pudieron prevenir este desastre.
Con cinco viviendas afectadas, nos enterábamos que los vecinos de la zona de Auquisamaña llevaban meses solicitando la intervención de la Subalcaldía de la Zona Sur ante movimientos de tierra que iban debilitando el cerro circundante. El público en general volteó a ver más de cerca a los funcionarios municipales responsables del monitoreo y gestión de riesgos en la ciudad, y sumado a hechos como el contrato con la empresa La Paz Limpia, terminó de perfilar una imagen distinta a la reputación de eficiencia del gobierno municipal.
Las omisiones a denuncias de la población son el pan de cada día en las reparticiones municipales, pero es la primera vez que esta omisión se traduce en un desastre mayor, y se hace necesario retroceder un poco para comprender qué ocurre al interior de la alcaldía. Este nivel de distanciamiento con la población no se veía desde que el MSM ganó las elecciones municipales de 1999 y Juan Del Granado asumió el reto de convertir a la Alcaldía de La Paz en un ente eficiente y transparente. Al cabo de 5 años, teníamos la inversión más grande en embovedados bajo la ciudad, recaudaciones impositivas elevadas y obras en las zonas de la ciudad. El reto había sido cumplido.
Parte de este éxito estaba en los funcionarios que el MSM había colocado en la administración municipal: los técnicos de la Alcaldía estaban bien capacitados y la disciplina de trabajo era rígida en cuanto a eficiencia, puntualidad y atención al ciudadano. La otra parte se debió a que el municipio mantenía una sólida relación con la sociedad civil que permitió que dirigentes vecinales, sociales y cívicos integraran el gobierno municipal.
Durante esa década se dio un proceso de empoderamiento de la sociedad civil organizada, a la par de la crisis del sistema de partidos tradicionales y el neoliberalismo. A partir de 2010, y con un inigualable ascendiente político y administrativo, tanto partidarios como detractores del MSM estaban seguros que sería una gestión tanto o más exitosa que la anterior. Esta expectativa fue diluyéndose desde el momento en que la nueva gestión municipal dejó de escuchar a dirigentes y representantes cívicos. Las instituciones paceñas cayeron en pugnas internas entre partidarios del MSM y el MAS, a la par del quiebre oficial de la alianza entre ambas fuerzas políticas.
Así nació el mito de la “toma de instituciones”: si había una FEJUVE “masista”, surgía de inmediato una FEJUVE “emesemista”; si una Federación de Gremiales caía en manos de un partidario de la alcaldía, los partidarios del gobierno constituían una federación paralela. Esta disputa llegó a instituciones como el Comité de Vigilancia (hoy Control Social), asociaciones de Padres de Familia, folcloristas, transportistas, juntas vecinales, comité cívico, entre otros.
La ineficiencia en proyectos municipales empezó a ser visible con el derrumbe del flamante mercado “La Bolita” en las afueras del Teatro Al Aire Libre, las denuncias de sobreprecios en los Barrios de Verdad, y la ruptura con la FEJUVE tras la realización de congresos paralelos en 2012, a la par que iniciaba la confrontación con el transporte público por la implementación del Servicio Municipal de Transporte. Una salida útil fue posicionar la idea que los sectores que entraban en confrontación con la Alcaldía eran militantes del MAS. Lo fueran o no, el ejecutivo municipal salió fortalecido de estos conflictos.
El alcalde Revilla apostó todo al pilar de la administración pública municipal. La disciplina de antes se convirtió en obligación y explotación de los funcionarios municipales, la mayoría de ellos eventuales con contratos de tres meses, cuya continuidad empezó a depender del cumplimiento de cargas administrativas cada vez mayores. Los profesionales más capacitados empezaron a migrar hacia puestos mejor pagados y menos exigentes. La euforia que siguió a la elección municipal de 2010 llenó las filas del MSM de buscapegas que no habían tenido éxito en filas del MAS, que poco a poco fueron reemplazando a los funcionarios que acompañaron a Del Granado.
La dinámica partidaria del municipio paceño, sumada al estado de enfrentamiento al gobierno, generó funcionarios que desoían los reclamos de la población. La atención al ciudadano empezó a decaer y más obras empezaban a presentar problemas de ejecución deficiente y demorada. El Parque Urbano Central nunca alcanzó las fases previstas en el Plan JAYMA de 2009, el reordenamiento de los gremiales al nuevo Mercado Lanza se detuvo e incluso retrocedió, lo mismo que el Mercado Camacho, que ante la falta de reubicación gremial se terminó adjudicando a una cadena de patios de comidas.
Los planes inconclusos no pararon ahí: el Bus PumaKatari recién ejecutó una fase y media de las tres previstas para 2014, el Puente Ferrobeni fue construido en el doble del tiempo estimado, la avenida Niño Kollo sufrió un derrumbe en plena época electoral, mientras que el Puente Gemelo de las Américas ofrecido el 2010 sigue sin ejecutarse. Cada vez que estas señales eran puestas a vista de la opinión pública, eran desvirtuadas mediante el mito de “denuncias inventadas por el masismo”.
Desde los más leves reclamos en subalcaldías y ventanillas oficiales, hasta los más informales hechos en las calles, eran respondidos cada vez con mayor insolencia por los funcionarios municipales, o simplemente ignorados por los mandos medios, subalcaldes y secretarios municipales. La administración pública municipal ya no es lo que fue hace por lo menos 7 años, incompetente y corrupta como vienen demostrando los casos de vínculos con el club nocturno Katanas y el irregular contrato de aseo urbano.
Al interior del gobierno municipal la lógica partidaria está muy presente tanto por pugnas entre los grupos que militan en el MSM-SOLBO, como por las constantes acusaciones de “ser masistas” a funcionarios con tal de sacarlos de sus puestos de trabajo. Este argumento está tan presente que no se admiten cuestionamientos a la conducción de los respectivos jefes de áreas, sin que el ciudadano que proteste por falta de obras, el dirigente que rechace la programación oficial de obras en su zona, el funcionario que haga notar errores en la gestión, etc., son tildados de masistas y desoídos de principio.
Los resultados de esta política de paranoia anti-masista son el distanciamiento de la sociedad civil, expresado en la distribución de la última lista electoral del MSM-SOLBO: donde antes postulaban a concejales dirigentes vecinales, cívicos, folcloristas y personalidades paceñas, ahora están activistas de la interna del partido, ex directores y ex subalcaldes. El aparato público mismo está partidizado y distanciado de la ciudadanía, dejando en segundo plano las necesidades de la población.
Hecho este recuento, podemos ver que el deslizamiento de Auquisamaña es parte de este proceso de no escuchar reclamos. Los sistemas de alerta temprana están, pero quienes los monitorean no son idóneos; la respuesta inmediata ha durado días, mientras que las obras que forman parte de la fase de prevención de riesgos, se realizan luego de ocurrido el deslizamiento.
Las redes sociales han hecho eco de las reacciones del alcalde y sus allegados, mostrando con crudeza la lejanía entre autoridades y vecinos. Los reclamos se han hecho patentes en los medios, mientras las autoridades minimizan el suceso. A pesar de la poca cobertura mediática a los vecinos de Auquisamaña, todos aquellos que viven en zonas inestables sienten cercano el fantasma que alarma a los paceños en cada época de lluvias, y esperan no ser las siguientes víctimas de otra omisión de los funcionarios ediles.
Como lección de este hecho me queda señalar que quizás el ciclo eficiente del MSM-SOLBO ha entrado en una fase de decadencia. Los paceños nos vamos convenciendo cada día que, si bien la propuesta del MAS en la última elección municipal no era lo que la ciudad esperaba, tampoco el MSM-SOLBO está cumpliendo las expectativas.

Quizás Juan Del Granado no haya elegido bien a su sucesor, quizás el 2015 no tuvimos alternativas, pero en la próxima elección municipal La Paz buscará opciones alternativas. Esperemos que la próxima vez tengamos mejores opciones.

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