Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Claudia Espinoza I.
En
Bolivia, el 21 de febrero representa una fecha simbólica. Inmersa en una
correlación de fuerzas que denota pugnas políticas, ideológicas y tecnológicas,
el #21F expresa no sólo las tensiones internas sino externas, interesadas en el
país. Un indicador de ese campo de batalla se manifiesta en las redes sociales,
donde se ve la gran incidencia de cuentas provenientes de EEUU, México, España,
Colombia, y Argentina, casi de manera permanente, y desde otros países como
Perú y Brasil, esporádicamente. Eso se infiere de la revisión a algunas
herramientas que permiten las propias redes como Twitter y Facebook.
Curiosamente,
esas cuentas externas a nuestro territorio, se inscriben en la opción del
#BoliviaDijoNo y #BoliviaGanó. ¿Qué mueve el interés de esos tuiteros y
facebookeros “internacionalistas” a adherirse a la campaña de la oposición
boliviana? En primera instancia, rechazan la gestión del Presidente Evo
Morales. Segundo, convocan a movilizarse el #21F en diferentes ciudades y
tercero, reivindican el resultado del referéndum de 2016, cuando el No superó
al Sí, por una mínima diferencia. De esta manera, se suspendió la reforma
constitucional que habilitaría la repostulación del Presidente.
La
excesiva cantidad de tuits y retuits desde afuera, en las últimas semanas,
muestra no sólo un comportamiento inusual en las redes sociales, sino una
intromisión que vulnera nuestra soberanía tecnológica, comunicacional y en
definitiva, soberanía nacional.
Por
ello, vale la pena repasar el rol de las redes sociales en la sociedad, su
poder, influencia y los desafíos que encarnan.
Política
2.0
Bastante
se escribió acerca de la vigencia de la política 2.0. A través de las redes
varios políticos hacen campaña electoral y ganan, casos representativos son los
de Obama y Trump. Dada la velocidad de la realidad virtual el marketing
político inventó la “campaña permanente” por la cual diversos líderes sostienen
estrategias de constante captación de popularidad.
También
es objeto constante de análisis que las redes sociales trabajan más con la
“imagen” que con la palabra escrita. La individualización a la que nos sumergen
las redes conduce a un interés por la vida de los demás. Se crea un círculo entorno
al “sujeto” cubierto de emociones, percepciones, subjetividades y
comportamientos.
De ahí
que personas con responsabilidades públicas tomen cada vez más cuidado en
exponerse o exponer a sus grupos cercanos, ya que la inmediatez de las redes
sociales puede causar daños irreversibles. Un post mal empleado o una infamia
se multiplica en miles y millones, en cuestión de segundos.
De lo
individual a lo colectivo
Pero en
las redes no solo pesa lo personal, sino lo colectivo y lo institucional. En
este aspecto importa ver qué tipo de poderes se confrontan en la lucha por la
hegemonía del sentido común, es decir qué imaginario seduce y convence a la
sociedad.
Así
como en décadas pasadas se estudiaba la estructura de propiedad de los medios
de comunicación tradicionales, hoy por hoy, es menester conocer el origen y
estructura de las redes sociales.
Facebook
es la red por excelencia, cuenta con más de 1.350 millones de miembros en el
planeta. Aparte de ser un mercado masivo para diversas empresas, en 2010, el
jefe de seguridad de Facebook se pasó a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)
de EEUU. En 2013 se conocieron las conexiones entre el Face, la NSA y agencias
de inteligencia. Facebook también compró Instagram en 2012 y en 2014 el
servicio de Whasapp.
A su
vez, Twitter es un servicio de microblogging con sede en EEUU con un aproximado
de 500 millones de usuari@s que genera cerca de 65 millones de tuits al día y
cuenta con al menos 800 mil pedidos de búsquedas diarias.
Ambas
plataformas son altamente rentables en miles de millones de dólares porque son
dispositivos comerciales transnacionales. Pero como se ve, su importancia
radica además en su composición política y militar, por lo que van en busca de
mercados de consumidores y de “ciudadanía” adherente a su proyecto político.
En el
país, Facebook alcanza cerca de 5 millones de usuari@s y casi 200 mil cuentas
en Twitter, con un impacto en la juventud entre 18 y 29 años. Si bien ese
número no representa con exactitud cuentas reales, pues existe un considerable
porcentaje de ficticias, no es un número despreciable en cuanto a los fines que
persiguen los propietarios interconectados de las redes sociales.
¿Verdad
o mentira?
Desde
la creación de la realidad virtual que opera en nuestras vidas cotidianas, la
mentira puede ser verdad y lo cierto, dudoso. Esa es una de las condiciones
tramposas que Facebook, Twiter o Whatsapp ofrece a los millones de usuari@s
diseminados en el mundo.
Todos
los rasgos descritos, que no se agotan ahí, desnudan un escenario complejo. En
las redes se construyen imaginarios, identidades, individualidades, algún grado
de colectividad, proyectos políticos, pero sobre todo se construye el perfil
del “sujeto” político de este tiempo. Por eso no se trata de herramientas, sino
de procesos que van más allá de lo comunicativo. Esa es la batalla que toca
librar en el antes y el post de momentos tan emblemáticos como controversiales,
tal como el 21 de febrero.
La
autora es comunicadora
@warmiclau
y Twitter: @escuelanfp
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