Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
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El sábado 14 de enero, el sargento Juan Fernando Apaza Aspi evitó el atraco a una librecambista en la ciudad de La Paz, pero recibió cuatro balazos del delincuente Rodrigo Huarachi, que felizmente está preso. Desde entonces estaba internado en la Unidad de Terapia Intensiva hasta que murió el 6 de febrero. El policía tenía 31 años, y era miembro del Batallón de Seguridad Física Estatal y estaba al servicio del Banco Central de Bolivia (BCB), ubicado en la calle Ayacucho y Mercado.
Ese sábado 14 auxilió a una librecambista que fue asaltada en inmediaciones de la avenida Camacho. Persiguió al atacante por varias arterías del centro paceño hasta detenerlo en la calle Comercio y en el forcejeo recibió los impactos de bala. La víctima del atraco, María Luisa Iglesias, trabaja como librecambista en el centro paceño y le sustrajeron una bolsa con Bs 50.000. Gracias a la intervención de Apaza y otros policías recuperó su dinero.
El policía Juan Apaza fue intervenido en ocho oportunidades porque varios de sus órganos se encontraban comprometidos. Una de las cirugías difíciles que tuvo fue la de traqueotomía y sufrió un primer paro cardiaco; pero felizmente lograron reanimarlo. Pero en la última intervención no logró sobrevivir. En la lucha contra la delincuencia hay actitudes dignas de mención y otras para el reproche. No se puede entender la actitud consciente o no de la señora Iglesias, víctima del atraco, ¿por qué no fue jamás a buscar a la familia de Apaza para agradecerles?
En alguna declaración que hizo María Aspi, la madre de Juan, pedía a la librecambista que busque a la familia, no para que le ayude con dinero para los gastos del tratamiento médico, sino simplemente para que agradezca a su hijo Juan por tan valiente comportamiento. Los librecambistas, como organización gremial, parecieran que son tan egoístas e insensibles, que solo buscan beneficiarse a sí mismos exigiendo seguridad y más seguridad, incluso sacrificando la vida del prójimo que les defiende. Si alguien ha inmolado su vida (como Juan) pareciera que ni eso les sensibiliza a su mentalidad usurera.
Me impactó el valor familiar de solidaridad de los Apaza Aspi inclusive ofrendando la vida. Sabemos que la Policía Nacional y Departamental condecoraron al sargento Apaza a través de sus familiares, pero creo que la mejor condecoración hubiese sido enviándolo al mejor centro médico para que pueda recuperarse. Es digno de resaltar a los camaradas de Juan, quienes no solo han realizado misas de salud, sino que reunieron cierta cantidad de dinero para ayudar en su tratamiento. El Ministerio de Salud debería haberse hecho cargo de todo, inclusive remitiéndolo a un buen centro médico fuera del país, si era necesario. ¿Acaso los héroes aymaras, como lo han calificado a Juan, no se merecían estas atenciones? Juan ya no está entre nosotros, está en la Pachamama. ¡Damos nuestras profundas condolencias a la familia de Juan, otro hermano aymara víctima de la delincuencia vil! Uka lunthat jaqinakaxa, illapt’apxatayna jilata Juan Apaza juparu. Jupax wali t’aqhisiwayi ukhama jiwawayi.
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El sábado 14 de enero, el sargento Juan Fernando Apaza Aspi evitó el atraco a una librecambista en la ciudad de La Paz, pero recibió cuatro balazos del delincuente Rodrigo Huarachi, que felizmente está preso. Desde entonces estaba internado en la Unidad de Terapia Intensiva hasta que murió el 6 de febrero. El policía tenía 31 años, y era miembro del Batallón de Seguridad Física Estatal y estaba al servicio del Banco Central de Bolivia (BCB), ubicado en la calle Ayacucho y Mercado.
Ese sábado 14 auxilió a una librecambista que fue asaltada en inmediaciones de la avenida Camacho. Persiguió al atacante por varias arterías del centro paceño hasta detenerlo en la calle Comercio y en el forcejeo recibió los impactos de bala. La víctima del atraco, María Luisa Iglesias, trabaja como librecambista en el centro paceño y le sustrajeron una bolsa con Bs 50.000. Gracias a la intervención de Apaza y otros policías recuperó su dinero.
El policía Juan Apaza fue intervenido en ocho oportunidades porque varios de sus órganos se encontraban comprometidos. Una de las cirugías difíciles que tuvo fue la de traqueotomía y sufrió un primer paro cardiaco; pero felizmente lograron reanimarlo. Pero en la última intervención no logró sobrevivir. En la lucha contra la delincuencia hay actitudes dignas de mención y otras para el reproche. No se puede entender la actitud consciente o no de la señora Iglesias, víctima del atraco, ¿por qué no fue jamás a buscar a la familia de Apaza para agradecerles?
En alguna declaración que hizo María Aspi, la madre de Juan, pedía a la librecambista que busque a la familia, no para que le ayude con dinero para los gastos del tratamiento médico, sino simplemente para que agradezca a su hijo Juan por tan valiente comportamiento. Los librecambistas, como organización gremial, parecieran que son tan egoístas e insensibles, que solo buscan beneficiarse a sí mismos exigiendo seguridad y más seguridad, incluso sacrificando la vida del prójimo que les defiende. Si alguien ha inmolado su vida (como Juan) pareciera que ni eso les sensibiliza a su mentalidad usurera.
Me impactó el valor familiar de solidaridad de los Apaza Aspi inclusive ofrendando la vida. Sabemos que la Policía Nacional y Departamental condecoraron al sargento Apaza a través de sus familiares, pero creo que la mejor condecoración hubiese sido enviándolo al mejor centro médico para que pueda recuperarse. Es digno de resaltar a los camaradas de Juan, quienes no solo han realizado misas de salud, sino que reunieron cierta cantidad de dinero para ayudar en su tratamiento. El Ministerio de Salud debería haberse hecho cargo de todo, inclusive remitiéndolo a un buen centro médico fuera del país, si era necesario. ¿Acaso los héroes aymaras, como lo han calificado a Juan, no se merecían estas atenciones? Juan ya no está entre nosotros, está en la Pachamama. ¡Damos nuestras profundas condolencias a la familia de Juan, otro hermano aymara víctima de la delincuencia vil! Uka lunthat jaqinakaxa, illapt’apxatayna jilata Juan Apaza juparu. Jupax wali t’aqhisiwayi ukhama jiwawayi.
y Twitter: @escuelanfp
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