Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Carla Espósito Guevara
Casi
está demás decir que una de las grandes tareas de una verdadera revolución
socialista es garantizar el derecho a la salud de los ciudadanos y el acceso
universal a ese derecho. Uno de los grandes ejemplos de aquello es la
revolución cubana que logró los índices más altos de acceso a la salud de su
población, una importante disminución de la mortalidad materna e infantil, y
una de las mejores políticas de prevención de enfermedades, investigación y
producción de vacunas y medicamentos propios.
Ya son
casi nueve años que estoy afiliada a la Caja Nacional de salud y hasta la fecha
no la he pisado ni una sola vez, excepto una ocasión por una inyección que me
fue negada porque el medico que me la recetó era externo ya que la propia Caja
no tenía la capacidad para atender mi problema. Lo peor es que no soy la única,
muchos de mis colegas dicen que prefieren morir antes que pisar la Caja.
La Caja
Nacional de Salud es una institución en crisis, pero no se trata de una crisis
reciente, sino de una crisis que tiene un carácter estructural con décadas de
incubación y está causada fundamentalmente por la presencia de grupos de poder,
sindicatos, incluso clanes familiares en su interior que no permiten realizar
cambios, que encubren relaciones de corrupción, malos manejos, nepotismo,
procesos de contratación fraudulentos que conducen a una enorme fuga de
recursos que los asegurados aportamos, a lo que habría que agregar también la
presencia de relaciones de clientelismo político.
Actualmente
la Caja Nacional de Salud cuenta con el 80% de los asegurados del Estado, con
estos recursos debería ser una institución modelo, pero los afiliados a este
seguro médico que no ven satisfechas las mínimas condiciones de atención a la
salud por el maltrato que sufren, porque se tardan casi 10 horas en atender a
personas con dolores de apendicitis, porque ponen inyecciones con agua,
porque la Caja no da los remedios necesarios, porque fijan
las citas en tres meses, porque operan sin diagnóstico y un largo etc, etc,
etc.
No cabe
duda que la reforma del Sistema nacional de salud es una tarea que el Gobierno
debió cumplir hace años, el retraso en tomar medidas al respecto ha postergado la
realización de una de las metas sociales fundamentales de un gobierno
socialista. Si bien Bolivia es uno de los países en América Latina que más
recursos destina a inversiones en salud en términos de presupuesto del PIB,
según la OMS pasó de 64 dólares de inversión en 2007 a 150 dólares en 2014, es
decir, un aumento del 173%; esto significa que es el país que más aumentó la
inversión en salud per cápita, sin embargo falta cerrar las brechas entre ricos
y pobres en el acceso a la salud, por tanto debería apuntarse a construir un
sistema único y universal en lugar de varios sistemas jerarquizados de acuerdo
a los ingresos.
Además
se necesita una política estatal sobre salud, que no solo controle y fiscalice
los entes aseguradores, sino que además garantice la construcción de hospitales
de tercer nivel para solucionar el problema del hacinamiento de los hospitales
públicos, como sucede con el Hospital Obrero en La Paz.
Otro
desafío supone solucionar el problema de salud en un territorio disperso como
el boliviano, lo que demanda el aumento de la densidad de médicos por kilómetro
cuadrado y una mayor presencia de médicos en las áreas rurales, con una visión
intercultural, pues es conocido que uno de los grandes obstáculos que impiden a
la población rural acercarse a los hospitales, en particular las mujeres, es el
mal trato en términos cultuales y el racismo de médicos y enfermeras con al
mujeres indígenas.
Finalmente
debería enfrentarse también el tema de la formación de los médicos. El proceso de formación de un profesional
incluye no solo la asimilación de conocimientos, habilidades y destrezas, sino
además una formación ética y en valores.
La formación universitaria que es todavía deficiente en Bolivia, debe
ser mejorada y debería además ir acompañada de la inculcación de una nueva
ética, un espíritu de servicio y una amplia formación humanista de los médicos.
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