Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Natalia Salvo Casaus
En
los últimos tiempos los discursos en torno a la violencia machista han
comenzado a estar más presentes en la opinión pública, fundamentalmente de las
sociedades occidentales, aunque el feminismo comienza a arraigar con fuerza en
territorios como América Latina o África. Abordada ésta mejor o peor, desde la
realidad o desde los múltiples mitos que la revisten, pero ciertamente ha
comenzado a formar parte del discurso social.
Una
de las grandes preguntas que se plantean algunas personas es: ¿Cómo es posible
que en pleno siglo XXI el machismo y la violencia que genera sigan tan
arraigados en la juventud?. Incluso algunas de ellas han llegado a considerar
que ha habido un retroceso en las relaciones de pareja. Cuestión que no niego
que se haya producido, pero creo que el problema es el de siempre, no es
nuevo.
Imagino
que muchas de las personas que se hacen esta pregunta parten de la idea de que
hemos conquistado la igualdad o que nos acercamos a ello, algo que es erróneo,
y sin negar los avances experimentados en las últimas décadas, cabe mencionar
que estamos muy lejos de vivir en sociedades plenamente igualitarias. Por
tanto, debemos seguir partiendo de un escenario donde las mujeres están en una
posición subordinada. Y la violencia machista es la expresión máxima de la
desigualdad, por lo que para hallar la respuesta a la pregunta anterior
deberemos ir a la raíz misma del problema.
Las
relaciones afectivas son asimétricas en tanto en cuanto se establecen a través
de parámetros desiguales y responden a una construcción social de la
masculinidad y la feminidad sustentadas en la desigualdad. Dicho de otro modo:
en las relaciones afectivas hombres y mujeres no se encuentran en pie de
igualdad, y esto es patente también en la juventud. El lema de ONU Mujeres para
este nuevo siglo es “Empoderando a las mujeres, empoderando a la Humanidad”.
Sin
embargo, algunas escépticas como yo, vemos complicado este proceso de
empoderamiento porque toda la información/cultura que les llega a mujeres y hombres
es asimétrica y desigual. Una amiga suele decir que la desigualdad comienza
cuando al nacer a los niños los visten de azul y a las niñas de rosa. Y, aunque
a priori suena algo simplón, no deja de ser cierto que es desde la más tierna
infancia que a niños y niñas se les comienza a educar de manera diferente en
función de los roles que la sociedad impone a mujeres y hombres. Es falso decir
que existe una educación verdaderamente igualitaria, no la hay.
Si
incluimos la realidad de los niños y las niñas trans, la situación es mucho más
grave todavía. El machismo es estructural y no se puede comprender de otro
modo. Las sociedades occidentales imponen cánones de belleza irreales a las
mujeres desde pequeñas. En este punto resuena en mi mente aquella vieja
reflexión de Kate Millet sobre las dietas, el sedante social de las mujeres.
La
literatura infantil, con Disney a la cabeza, insufla a las niñas dos grandes
lecciones: la belleza y la necesidad de que un hombre te rescate. De algo. No
se sabe muy bien de qué, pero que te rescate de algo. Quizás de ti misma.
Conforme crecemos, la literatura no mejora en este punto. El libro más vendido
en todo el mundo en 2015, y leído fundamentalmente por mujeres, fue “Cincuenta
sombras de Grey”, una oda a la violencia contra las mujeres. Una oda a todo lo
que no tiene que ser/haber en una relación afectiva. La televisión y la música
no contribuyen tampoco en la transmisión de valores igualitarios. “Si te falto
el respeto y luego culpo al alcohol. Si levanto tu falda, ¿Me darías el derecho
a medir tu sensatez?”, esta frase es de una de las 10 canciones más escuchadas
por la juventud en 2014.
Por
otra parte, y no menos importante, la escasez de referentes femeninos
positivos, fruto de la ausencia de mujeres en el ámbito público, consecuencia a
su vez de que en España hay una Ley de Igualdad que establece la creación de
espacios con presencia equilibrada de hombres y mujeres que no se cumple,
dificulta profundamente el proceso de empoderamiento de las niñas. Las niñas
adolecen de mujeres referentes sencillamente porque no las conocen.
Indirectamente
les transmitimos dos mensajes: que no hay (tantas) mujeres como hombres en el
espacio público, por lo que deben leer entre líneas que ese espacio no les
corresponde, y que su trabajo y pensamiento no tienen valor o, al menos, no el
mismo que el de los hombres. Por otro lado, la presión social que se ejerce
sobre la sexualidad es absolutamente hiriente, sobre todo para las mujeres
adolescentes. Experimentamos con estupor el incremento de mujeres jóvenes que
han sufrido episodios traumáticos consecuencia del discurso patriarcal y
misógino que impera en torno a la sexualidad.
Es
necesario que con urgencia entre en las aulas la educación afectivo-sexual, una
educación basada en parámetros de igualdad y no de dominación. No puedo evitar
tampoco en este punto hacer una reflexión en torno a lo que algunas personas
vienen en denominar “la compra de sexo”. Y no puedo evitarlo porque me surgen
dos preguntas: ¿cómo le explico a mi prima adolescente que tiene que quererse,
empoderarse y valorarse si ve que las mujeres se compran con 20€ en el
bolsillo? o ¿cómo se le explica a un joven adolescente que tiene que respetar a
las mujeres si con 20€ puede hacer con algunas de ellas lo que le dé la gana?
Efectivamente que las mujeres se compren y se vendan en el libre mercado
también dificulta notablemente el empoderamiento de las niñas.
En
este caldo de cultivo de escasa valoración, de construcción de relaciones
afectivas asimétricas basadas en parámetros de desigualdad, de ausencia de
referentes femeninos, de la imposición de responder a cánones de belleza
irreales, de hombres jóvenes que interiorizan la superioridad masculina… en
este caldo de cultivo se da el primer desprecio, el primer empujón, el primer
insulto y el primer bofetón. Finalmente para que todo lo anterior triunfe, el
componente estrella: la impunidad. Impunidad que, revestida de olvido, es el
cóctel perfecto.
Todavía
no ha acabado enero de 2017 y han sido asesinadas en España 5 mujeres. 5
mujeres asesinadas, 5 asesinos en menos de un mes, y ningún clamor social.
Condescendencia en el mejor de los casos. ¿Por qué es difícil erradicar la
violencia contra las mujeres? Porque se ha naturalizado y normalizado, porque
socialmente se entiende que es algo que ha existido siempre y que siempre
existirá. Porque la desigualdad no incomoda al poder, lo perpetúa. Todo ello es
falso. Una mentira que posibilita a los agresores que todos los días, a todas
las horas y en todos los rincones del mundo haya mujeres y niñas violadas,
agredidas o violentadas.
No
es fácil erradicar la violencia machista pero tampoco imposible. Hablamos de
subvertir un sistema patriarcal, de derribar el machismo que lo sustenta y de
potenciar la igualdad. De dejar de normalizar que las mujeres se encuentren en
una posición de eterna subordinación y dejar de creer que la violencia machista
es inherente a nuestras sociedades. Es falso. La violencia machista se sustenta
en la desigualdad, y la desigualdad es una construcción social. Hablamos de
subvertirla, de construir y apuntalar un orden social más justo e
igualitario.
Todo
ello es posible.
y Twitter: @escuelanfp
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