Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Edmundo Juan Nogales Arancibia
Hace unos días en el semanario La Época salió un artículo con el
siguiente texto: “La juventud de hoy en Bolivia y probablemente en muchos
lugares de América Latina, es un conjunto amorfo de actitudes despolitizadas,
irreverentes e irresponsables en grado extremo…” así comenzaba la
columna de Franco Gamboa, que titula “principio esperanza”, que lo último que
podría mostrar es esperanza respecto a la juventud. Pero ese es sólo el inicio
del artículo, veamos qué más tiene:
“…la democracia representa un escenario de incertidumbres dolorosas
donde los jóvenes prefieren pasar de largo cuando observan diferentes formas de
sufrimiento colectivo porque, simplemente, buscan sus satisfacciones
individuales. Esto hace que la juventud sea más oportunista y cínica sin
prejuicios…
La gran mayoría de los jóvenes se caracterizan por cometer todo tipo de
excesos, sobre todo en el consumo temprano de alcohol, drogas blandas y la
práctica de relaciones sexuales cuya consigna parece ser: mejor chupo mi placer
cuanto antes, en lugar de abrir otras experiencias como el sacrificio y la
paciencia…”
Sin duda ese paciente, abstemio y sobrio señor, nos da la peor impresión
de la juventud, cualquiera que lea esas líneas y crea ingenuamente que dice
algo cierto, despreciaría esa etapa de la vida o se sentiría feliz de haberla
superado.
No es la primera vez que le escucho decir barbaridades, ya tuve el
des-agrado en la presentación un libro suyo en la facultad de derecho y
ciencias políticas el año pasado, cuando el curso en el que pasaba clases tenía
que asistir de manera obligatoria. Ahí lo que dijo fue que “estando en
Venezuela veía como la gente se mataba por recoger basura cuando pasaban los
carros de recojo de basura mientras avanzaban, porque allí no hay nada que
comer” entre ese y otros comentarios mostraba su expresión anti izquierda hacia
todos los países que viven un proceso de liberación en el continente con
argumentos plagados de mentiras y prejuicios.
Cuando leí su artículo imaginaba encontrar algo así, y no me equivoqué,
porque además de su desprecio a la juventud también señaló: En el
derecho internacional comparado, Brasil, Cuba,
Nicaragua y Venezuela ya aplican el voto a los 16 años por que los partidos, de
dientes para afuera, estimularon un supuesto papel protagónico para que la
juventud destaque políticamente. Será por esto que la violencia y la
destrucción de cualquier posibilidad democrática están atormentando a aquellos
países…
Pero hay un detalle que no debe pasar desapercibido, que en toda esa
verborrea de disparates contra la juventud termina indicando que todos los
jóvenes son así exceptuando a aquellos que eran jóvenes hace más de 20 años,
casi señalando que él que hace más de 20 años era joven no es ni fue como la
juventud de ahora: “El voto a los 16 años nunca será confiable. Y los
jóvenes, hoy más que hace 20 años, se venden al mejor postor que alimente sus
excesos…”
Bastan las palabras que él menciona para decir lo que se puede pensar de
él y me bastan a mí lo que piensa quien está leyendo este breve texto, pero me
quedan las dudas de cómo es posible que gente que no tiene esperanza en la
juventud sea docente en la universidad a la cual ingresan jóvenes desde los 16
años a estudiar con la ilusión de aprender, sin embargo, nos queda la seguridad
de saber qué piensa él de esos jóvenes.
Integrante de la Escuela Nacional de
Formación Política, Estudiante en la Universidad Mayor de San Andrés
y Twitter: @escuelanfp
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