Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Mark Weisbrot
La
soberanía nacional es un bien infravalorado en el mundo de hoy, especialmente
en los medios internacionales, donde las perspectivas de Washington y sus
aliados mayormente prevalecen. Esto es cierto respecto a temas tanto políticos
como económicos, y las consecuencias pueden ser particularmente fuertes para
una región como Latinoamérica, tradicionalmente considerada por los
funcionarios estadounidenses como su “patio trasero”.

Dicho
progreso incluyó la reducción de la pobreza en un 38%, y de la extrema pobreza
en un 47%. La desigualdad se redujo también substancialmente: La ratio de los
ingresos del 10% más rico con respecto al más pobre se redujo, de 36 en 2006 a
25 en 2012. El crecimiento anual de ingresos por persona se incrementó desde el
0.6% de los 26 años anteriores al 1.5%. También el acceso a salud y educación
aumentó notablemente, con una inversión en educación superior ascendiendo de
0.7% a 2.1% del PIB — más de lo invertido incluso en muchos países de altos
ingresos. En general, hubo el doble de inversión social, y la inversión púbica
con respecto al PIB fue más que duplicada.
Para
alcanzar estos objetivos, el gobierno tuvo que re-regular el sector financiero,
gravar la fuga de capitales, exigir a los bancos la repatriación de la mayor
parte de sus activos líquidos en el extranjero y hacer del Banco Central un
integrante más del equipo económico del ejecutivo — entre otras reformas
económicas. Sin el Estado actuando ahora por el interés público en lugar de en
nombre de los banqueros ecuatorianos y los ciudadanos más ricos, Ecuador no
hubiese alcanzado la mayor parte de los avances de la última década.
El
retador, el ex-banquero Guillermo Lasso, propone el tradicional programa de
derecha consistente en rebajas tributarias para los ricos y reducciones de
gastos aun mayores, orientadas a disminuir el déficit presupuestario. Se
compromete a reducir el rol del Estado en la economía, que fue en realidad muy
importante para los avances de la última década, argumentando que el “libre
mercado” es la clave para desencadenar el potencial económico del país. También
ha prometido recuperar la autonomía del Banco Central, lo que lo convertiría
más en un instrumento de los grandes banqueros, como el que el mismo Lasso fue
en su momento de gloria hacia el final de los noventa (cuando la economía
naufragó debido a un colapso bancario).
Lasso
también admitió ser dueño de un banco en Panamá, que se dedica principalmente a
facilitar la fuga de capitales desde Ecuador. Se trata de un gran tema de
soberanía nacional para Ecuador, ya que la mayoría de los votantes acaban de
aprobar (en las elecciones del 19 de febrero) una propuesta de ley para
prohibir que personas con cargos públicos tengan dinero en paraísos fiscales.

No es
poco significativo que, de acuerdo a un documento filtrado de la Embajada de
los Estados Unidos en Ecuador, Lasso informó a los funcionarios diplomáticos de
sus esfuerzos por organizar una oposición empresarial al gobierno de Correa en
2007. Si hubiese evidencias así de contundentes respecto a las relaciones entre
Rusia y Donald Trump, esto significaría el fin de su presidencia.
Ya
sabemos cómo fueron las décadas de reforma estructural promocionadas en el
pasado por Washington: casi cero crecimiento en ingresos por persona en el
Ecuador durante un total de dos décadas (1980–2000). Podemos ver también el
desempeño de los nuevos gobiernos de derecha, apoyados por Washington, en
Argentina y Brasil. Ha pasado casi un año desde que el corrupto de derecha
Michel Temer tomó el poder mediante un “juicio político” — que muchos expertos
han tildado de golpe debido a la ausencia de una verdadera causal de
destitución. La depresión más larga de la historia del Brasil ha continuado
agudizándose durante el último cuatrimestre de 2016, con niveles récord de
desempleo y sin fin a la vista. La inversión continúa cayendo a pesar de — o
mejor debido a — la austeridad y los recortes presupuestarios, que
supuestamente habrían de entusiasmar a los inversores, incluso si al mismo
tiempo hundieron la economía.
En
Argentina, recesión y un 40% de inflación, así como devastadores incrementos de
precios en los servicios públicos, han llevado a millones de argentinos a
cambiar de opinión respecto al presidente de derecha que la mayoría eligió en
diciembre de 2015. Como Lasso y Temer, el presidente argentino Mauricio Macri
es un protegido de Washington. Cables diplomáticos filtrados de 2009 lo
muestran pidiendo a funcionarios estadounidenses un tratamiento más duro contra
el gobierno Kirchner en Argentina. Ahora esta gente tendrá como sus aliados más
cercanos a Donald Trump y a extremistas republicanos en el Congreso de los
Estados Unidos, gente como el senador Marco Rubio, quien con gusto destruiría
Ecuador para salvarlo.
- Mark
Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política
(Center for Economic and Policy Research, CEPR) en Washington, D.C. y
presidente de la organización Just Foreign Policy. También es autor del nuevo
libro “Fracaso. Lo que los ‘expertos’ no entendieron de la economía global”
(2016, Akal, Madrid).
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