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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Víctor López Arias: El hombre de unidad del movimiento sindical boliviano


Por: Luis Oporto Ordóñez, Carola Campos Lora y Edgar Ramírez

Víctor López Arias es uno de los dirigentes mineros de mayor prestigio en el movimiento sindical boliviano. Su vida y sus aportes son recuperados en este artículo a seis manos.

El golpe mortal contra el movimiento obrero popular vino con el decreto 21060, que logró desarticular y liquidar el movimiento minero revolucionario. El último esfuerzo fue la Marcha por la Vida y la Dignidad, que concluyó con la derrota de los dirigentes sindicales que aceptaron bonos extralegales financiados por organismos internacionales. La minería estatal fue cerrada y el movimiento obrero derrotado “sin disparar un solo tiro”, triunfo inobjetable de la derecha propiciada por EE.UU. El ciclo del Capitalismo de Estado inaugurado con la nacionalización de las minas el 31 de octubre de 1952, fue cerrado por el mismo presidente que firmó el decreto de relocalización y cierre de las minas el 29 de agosto de 1985. La célebre frase del presidente Víctor Paz “Bolivia se nos muere”, instauró el neoliberalismo que subastó las empresas del Estado a precios viles, autorizó la internación de automóviles chatarra y ropa usada para paliar la pobreza a la que se condenó al pueblo; abrió las puertas a las transnacionales y legalizó la maquila, la forma más inhumana de explotación de la mano de obra. Los jerarcas privatizadores cobraban sueldos en dólares con planillas secretas pero el grueso de trabajadores sobrevivía con salarios de hambre. Pero un puñado de dirigentes nunca aceptó la relocalización y soportó estoico el trato humillante de los gobiernos neoliberales. Uno de esos héroes es Víctor López Arias.

De origen humilde en Chocaya

Nació el 11 de diciembre de 1927 en Asllani, Chocaya, punto perdido de la geografía de la provincia Nor Chichas (Potosí). Sus padres fueron Justino López Aván y Candelaria Arias. A sus 15 años, fue enrolado como “Despachador-Pulpería” en Telamayu, en la Compagnie Aramayo de Mines en Bolivie, con un jornal de 20 bolivianos diarios, luego de riguroso y obligatorio reconocimiento médico, cuyo resultado fue “apto para el trabajo”, siendo aceptado como obrero el 7 de enero de 1943. Su contrato de trabajo señala que tenía el oficio de “labrador”. Dos años más tarde fue promovido a Empleado “por el tiempo de 3 meses de prueba”, lapso en el que la Compañía se reservaba el derecho de cancelar el contrato y sin necesidad de previo aviso, si a su juicio no era satisfactorio su desempeño.[2] No era el caso de Víctor López, pues con su dedicación, responsabilidad y seriedad en el trabajo superó el periodo de prueba, siendo promovido como Cajero de la Pulpería de Telamayu, cargo de cierta responsabilidad cuando apenas contaba con 18 años de edad.

Amparado en la ley que garantizaba el resguardo del puesto laboral de un trabajador minero, prestó su servicio militar (1946), pero a su retorno fue enviado como Radio Operadora Tipuani. Sin embargo, ese mismo año fue transferido a la Sección Pulpería en Telamayu. Su existencia transcurrió sin complicaciones hasta la década de los cincuenta. Después de la Nacionalización de las Minas fue enviado a Santa Ana, promovido a Encargado de Pulpería y posteriormente como Sub-Jefe del Depósito de Mercaderías, en Telamayu. Era un trabajador modelo y todo hacía presumir que su existencia transcurriría en paz y tranquilidad.

Vida sindical

Víctor López fue cautivado por ideas libertarias. Desde los albores del siglo XX, Tupiza era el centro de irradiación de ideas anarquistas y socialistas, con “La Aurora Social”, periódico que agitaba a las masas obreras, instándolas a organizarse para arrancarle al capitalista reivindicaciones sociales. Allí trabajó el anarquista Liber Forti con el Grupo de Teatro “Nuevos Horizontes” escuela de aprendizaje de los rudos habitantes de las minas, y llevaba la palabra rebelde y subversiva con su revista libertaria. Forti militaría luego, en La Paz, las filas de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, fundada en 1944 por delegados de 25 sindicatos mineros y representantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario y del Partido Obrero Revolucionario, de tendencia trotskista. En 1946, la FSTMB, adoptó la Tesis de Pulacayo, con la consigna de toma de minas y control obrero.

Es ese contexto Víctor López fue nombrado Agregado Obrero en La Paz (COMIBOL), desde el 4 de enero hasta el 22 de marzo de 1957. De forma inesperada, inició su larga y fructífera carrera sindical y política al servicio de los trabajadores mineros, en el Consejo Central Sur. Fue Secretario de Relaciones del Sindicato de Trabajadores Mineros de Siete Suyos (1952); el Congreso de Telamayulo eligió Secretario de Hacienda y miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la FSTMB, compartiendo responsabilidades con Juan Lechín Oquendo, Mario Torres Callejas, Simón Reyes Rivera, Alberto Jara Daza, y otros (1959) y Secretario General de la FSTMB en Siglo XX (1959). El 11 de Octubre de 1963, el Ministerio de Trabajo lo declaró en Comisión, “sin goce de haberes”, mientras ejerciera el Cargo de Secretario de Hacienda de la FSTMB, elegido en el XI Congreso Minero de Huanuni. El derrocamiento del gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro, cambiaría el curso de la historia, propiciando la injerencia de EE.UU. que buscaba descabezar el movimiento obrero popular y privatizar los yacimientos mineros del país. El ariete de la embestida privatizadora vino con el Plan Triangular, sinónimo de masacre blanca y el desmantelamiento de la COMIBOL, conocido como el “Sistema de Mayo”.

Resistencia obrera y represión militar

El 31 de mayo de 1965, al igual que la mayoría de los dirigentes sindicales, Víctor López fue despedido de la Empresa Minera Quechisla, por orden de la dictadura de René Barrientos Ortuño.[4] De inmediato inició la fase de resistencia contra Barrientos; mostrando su capacidad organizativa y su independencia política impulsó el Congreso semiclandestino de Siete Suyos, en el Consejo Central Sud, con un formidable discurso socialista (1966). Su prestigio era notable desde 1959, siendo el candidato opositor a Juan Lechín Oquendo en el Congreso de la COB en 1970, situación que lo mostraba como potencial relevo en la dirección de la máxima organización sindical. Debido a la influencia anarquista de su juventud, Víctor López no militó formalmente en ningún partido lo que le permitió mantenerse en una posición independiente, de mucha libertad, dotándose de una autoridad moral superior al resto de los dirigentes y ganándose el respeto y la admiración de las bases mineras.

El 21 de agosto de 1971 combatió el golpe militar del Cnl. Hugo Bánzer juntó a un grupo de mineros y obreros en el cerro Laykacota de La Paz, siendo calificado como “un excelente combatiente”. La derrota del Gral. Juan José Torres lo dejó colgado, sin apoyo partidario y asumió por sí mismo la resistencia evitando la dispersión del sindicalismo minero, manteniendo en funcionamiento la Federación de Mineros, en medio de la ilegalidad. 

Presidió los Congresos de Potosí (1974) y Corocoro (1976), donde fue reelegido como Secretario General, aunque en los hechos fungía de Secretario Ejecutivo. Fue el artífice para que los dirigentes perseguidos (Lechín, Reyes y Escobar) sean sucesivamente reelegidos durante el septenio banzerista, meditada y efectiva estrategia que impidió el despido de sus fuentes laborales. La Comibol ordenó mantener bajo observación de servicios de inteligencia a Víctor López, a la sazón Subjefe del Almacén de Mercaderías de Telamayu, esperando el momento para su retiro, ocasión que se presentó cuando fue declarado en “Comisión por motivos sindicales” el 26 de marzo de 1975 en su condición de Delegado Obrero y Secretario de Hacienda de la FSTMB. El 26 de junio de 1976, se produce un Movimiento de Personal, que afectó a Víctor López, apuntando como “Motivo del retiro: por instrucciones de COMIBOL, en aplicación del Art. 16 de la Ley General del Trabajo, Art. 9 de D.S.R. y en conformidad a lo previsto en el Art. 7 del D.S. 11952 de Noviembre de 1974”, eufemismo equivalente a “despido sin pago de Beneficios Sociales”.

Coordinadores laborales y Plan Cóndor

Banzer ordenó la disolución de los sindicatos mineros e impuso el Servicio Civil Obligatorio, designando Coordinadores Laborales afines a su línea política. Víctor López, amenazado de ser apresado si no aceptaba la nominación de Coordinador Laboral, rechazó la designación costándole su encarcelamiento en Chonchocoro junto a Alberto Jara, Irineo Pimentel y Oscar Salas. Sin embargo, la firmeza de los dirigentes y la combatividad de las bases, que nominaron a sus propia dirigencia en asambleas realizadas en interior mina, lograron su libertad y el funcionamiento legal de la Federación de Mineros.

Las dictaduras latinoamericanas formaron una red de inteligencia, represión anticomunista, y terrorismo de Estado, para apresar, exilar y asesinar selectivamente a dirigentes y sindicalistas de izquierda, conocida como el Plan Cóndor.[6] En 1976, el poder fascista apresa a Víctor López quien junto a René Higueras del Barco, José María Palacios (Central Obrera Boliviana), Oscar Salas Moya y Edgar Ramírez Santiesteban (FSTMB), fueron entregados en el aeropuerto militar de Cerrillos (Chile), a la dictadura del Gral. Augusto Pinochet, el 22 de junio de ese año.

La Corporación Minera de Bolivia colaboró con la dictadura, afectando a los familiares de los dirigentes exiliados. El 14 de julio de 1976, la Gerencia de Quechisla emitió un “Comunicado a familiares de extrabajadores exiliados” en el que “se pone en conocimiento de los familiares de los extrabajadores exiliados (…) Sres. Víctor López Arias y Mario Ortíz Choque (…) que permanecen en los campamentos de las empresas, se continuará concediéndoles vivienda, prestaciones sanitarias y artículos de consumo, hasta (…) el plazo máximo de 15 días. El momento de su salida, se les pagará los beneficios sociales a los que pudiera tener derecho el retirado. Los correspondientes finiquitos están siendo preparados para su cancelación oportuna (…)”.

Reconquista de la democracia y Neoliberalismo

El 10 de octubre de 1982, con el retorno a la democracia, fue uno de los artífices del fortalecimiento de la organización minera, replanteando las tesis cogestionarías. Integró el Directorio de Coparticipación Paritaria (1983) y fue Vicepresidente en la Cogestión Obrera de la COMIBOL en su calidad de Secretario General de la FSTMB (1984).En el ínterin, el 30 de junio de 1984, el presidente Siles fue secuestrado.[8] Ante el embate de las fuerzas reaccionarias y en su esfuerzo por evitar la derechización del proceso democrático, López encabezó las Jornadas de Marzo que movilizó a 15.000 Mineros en la ciudad de La Paz (1985). El proceso regresivo forzó al Dr. Siles acortar su mandato convocando a elecciones anticipadas. El llamado de Víctor López a la unidad de la izquierda para el proceso electoral fue desoído. Ante esa perspectiva trabajó en proyectos urgentes como la creación de la Universidad Nacional “Siglo XX”, el Plan de Emergencia de COMIBOL como empresa productiva y autosuficiente, defensa de fuentes de trabajo y unidad del movimiento obrero.

El Gobierno del Dr. Víctor Paz, marca el inicio del fin del movimiento minero con el DS 21060, el 29 de agosto de 1985. A fin de impedir la relocalización los mineros protagonizan la “Marcha por la Vida y la Dignidad”, interceptada por un despliegue militar. Filemón Escobar, secretario general de los trabajadores de Catavi, el 28 de agosto de 1986 advirtió: “Compañeros marchistas es imposible romper el cerco militar”. Se afirma que “este llamado a la retirada implicó la caída del poder sindical de los trabajadores”.[9] Después de la retirada, el II Congreso Extraordinario de la FSTMB de Siglo XX designó a López Secretario Ejecutivo (1986). El 11 de mayo de 1988, la Federación de Mineros le designa representante de los trabajadores mineros en el “Encuentro Fraterno” realizado en Oruro en ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II. En medio del desconcierto sindical asumió la Secretaría Ejecutiva de la COB, elegido por unanimidad en el Congreso de Oruro “para pelear contra el modelo neoliberal y para salvar al movimiento obrero” (1989). Su gestión “se caracterizó por conducir un torrente de clamores espontáneos de todos los sectores en contra del modelo neoliberal, conculcador de derechos sociales e implacable en su propósito de destruir a los sectores sociales”.

El retiro del héroe

Su ausencia en el Congreso de Quioma, explicitó su deseo de abandonar la dirigencia sindical por razones de salud y por la ausencia de una opción clara para fortalecer al movimiento sindical. El 30 de junio de 1997, siendo Encargado del Hogar Tacata (que pasó a la UMSS), se retiró de la COMIBOL después de 54 años de trabajo. A sus 89 años de edad, vive en Cochabamba, luego de una embolia que le provocó la pérdida de la vista y la audición. Víctor López Arias fue el hombre de unidad del movimiento sindical boliviano que nadie, hasta hoy, ha podido reemplazar a ese ejemplar trabajador y dirigente que dignifica, cohesiona y fortalece a la clase obrera.

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