Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por:
Óscar Paz Rada
Al desconocer el Acuerdo de París contra
el calentamiento global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está
dando un duro golpe a la humanidad. Y no solamente porque su decisión significa
desconocer el compromiso adoptado por el Gobierno de su país de aportar $us
3.000 millones anuales al Fondo Verde del Clima (mecanismo financiero de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), sino
también significa poner en riesgo la supervivencia de los países más
vulnerables frente al calentamiento global, y que deberían beneficiarse con dichos fondos, ya que son
los principales damnificados de la histórica deuda climática que Estados Unidos
tiene con la humanidad. Y es que sin bien actualmente China es el mayor emisor
de gases de efecto invernadero del planeta (con el 25,36% del total), seguido
de Estados Unidos (14,4%), el país del norte ha sido el mayor generador de
dióxido de carbono de las últimas décadas,
Al parecer, la táctica republicana del
país del norte se repite, toda vez que sucedió lo mismo durante el gobierno de
George Bush, en 2005, cuando Estados Unidos desconoció y no ratificó el
Protocolo de Kyoto, el primer esfuerzo mundial para reducir la emisión de gases
contaminantes, en procura de salvar al planeta del desastre. Esta determinación
posteriormente fue seguida por otros países como Japón y Canadá, lo que
finalmente provocó la agonía de dicho tratado internacional.

Este golpe a la humanidad no puede ni
debe ser tolerado por la comunidad internacional, y sobre todo por el propio
pueblo norteamericano, que también se volverá cada vez más vulnerable ante los
efectos del cambio climático, fenómeno que no conoce de fronteras. Recuérdese
por ejemplo el huracán Katrina, que devastó importantes zonas de Nueva Orleans
causando más de 1.836 muertos (el 80% bajo el agua), 1,1 millones de
desplazados y $us 81.000 millones en daños y perjuicios.
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