Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Estamos
por llegar en los próximos años a los 2 grados de aumento de la temperatura
global. Cuando eso ocurra, los océanos estarán más calientes de lo que ya están
en la actualidad. Esto tendrá como consecuencia directa la muerte casi
definitiva de todos los arrecifes de coral del mundo. Con ello se perderá
también a uno de los más grandes sumideros de carbono que podríamos tener (el
coral utiliza en CO2 que se disuelve en el agua y lo incorpora para la
formación de arrecifes, donde en definitiva queda depositado). Si a esto le
sumamos la pérdida de bosques y la continuidad del desarrollo de las fuerzas
productivas (y, por ende, la "producción" de la contaminación), me
parece, que el nuevo amo del planeta será próximamente el CO2.
Según
los científicos, el calor que queda taponado por los gases de efecto
invernadero afecta en primer orden al mar, en virtud de que este absorbe nada
menos que el 90 % del calor. Si fuéramos más sensatos, deberíamos comprender
que sin ese "milagroso" mar hoy estaríamos todos asados. De ahí que
el cuidado de aquel debería ser preocupación de todos los que no tienen un
pasaje para viajar a otro planeta, viaje que ya está proponiendo Stephen
Hawking.
En el
documental Chasing Coral, recientemente estrenado, se puede observar en forma
directa la tragedia de uno de los animales más importantes (incluso más
importante que el hombre) por su trabajo "socialista" bajo las
profundidades del agua. Estamos hablando de un animal (el coral) que en sus
entrañas permite que vivan otros seres vivos, que facilita el hábitat de
millones de peces, y, que además de servir de barrera para las olas en las
costas, colabora sin chistar para que todo lo que esté fuera del mar tenga hoy
la posibilidad del milagro de la vida.
Uno de
los científicos del documental utiliza una metáfora clave para expresar la idea
que mi blog “Un marxismo para el planeta” viene difundiendo: el colapso. La
metáfora expresaba que la muerte progresiva del coral es una carta del castillo
de naipes (que serían nuestros ecosistemas interconectados) que estamos
quitando. Pero creo que el científico se queda corto, las cartas que hemos
sacado indican que el castillo se está empezando a derrumbar. El mismo
documental rastrea las estadísticas científicas sobre las proyecciones de las
temperaturas del mar para los próximos 30 años y todas dan como resultado picos
de temperatura más altos de los que ya tenemos. Lo que quiere decir que la
extinción de los corales y de la mayor parte del mundo marino supondrá para la
humanidad su propio descalabro.
El
documental, sin embargo, tiene un déficit, la de creer que después de todo lo
narrado y expuesto por él mismo, propone que se puede detener el desequilibrio
ecosistémico solo con la difusión del problema y con buenas intenciones. Me
temo que se mienten así mismos para digerir lo que ellos mismos están
observando con sus propios ojos (muchos científicos lloraban en varias
escenas). El colapso es imparable. Una verdad dolorosa pero ambigua. Esta época
es un parto de alto riesgo. Todas las probabilidades indicarían que es una
muerte segura de estos "hijos" que a pesar de todo quieren todavía
nacer. Allí estamos hoy, en ese tránsito peligroso que depende ya de un hilo.
La civilización occidental, cuerpo de nuestra madre civilizatoria, para casi
todos una madre adoptiva, nos expulsará prontamente de su vientre putrefacto
hacia el abismo. El problema de estos "hijos" de época será que no
tendrán a nadie al lado para garantizarles el alimento, la ropa, la educación,
nada de nada. Tendrán que vérselas solos en mundo en ruinas. Por eso, todos los
revolucionarios del mundo, sabiendo de la terrible alarma que empieza a llegar
de todos los confines del planeta, deberían prepararse para la organización de
la resistencia, única forma de tener alguna base con la cual prever posibles
acciones para la supervivencia. Cuando la revolución se entere que no tendrá
imperialismo, gobierno o patrón a quien hacerle un paro o cortarle la ruta o
quitarle el poder ¿a quién cree que le hará la revolución? La revolución
socialista había que hacerla hace 100 años, no la hicimos. Bien, entonces habrá
que hacerla ahora porque pronto no tendremos ningún enemigo político con quien
discutir el control de la economía, salvo las hordas de humanos desesperados
sin ningún tipo de poder ni recursos.
Esperemos
que toda la izquierda anticapitalista mundial comience de una vez por todas a
juzgarse como cómplice de una política mezquina, cortoplacista y efímera.
Cuando estamos en proceso de Colapso (quien lo niegue debe refutarlo con
sólidos argumentos por la trascendencia del problema que está en juego) no es
la de lograr "comer" la consigna de un revolucionario, esa es la
consigna del hombre común, incluso del alienado. Tampoco es ganar un sindicato
para pelear con otras fuerzas de izquierda para ver quién es la vanguardia y
quién gana gente para el partido. La tarea de las organizaciones y partidos
anticapitalistas es pensar en el futuro. Un partido revolucionario, sin dejar
de intervenir políticamente en los sindicatos, en la búsqueda de la toma del
poder, debe idear prontamente posibles escenarios del colapso para en
consecuencia establecer planes de contingencia revolucionaria. Es un trabajo
arduo que obligará a salirse incluso de los cánones marxistas. Esto último es
lo más difícil, porque supondrá una batalla teórica sin precedentes sobre lo
que habremos de hacer cuando el caos se empiece a desatar. Por eso la urgencia
del tratamiento del problema.
Marx
escribió alguna vez que un fantasma recorría Europa y tenía mucha razón. Hoy, a
pesar de muchos, otro es el fantasma que recorre Europa y todos los demás
continentes, el colapso civilizatorio.
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