Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Carla
Espósito Guevara
Hace
unos días, leyendo el libro Silenciando el Pasado, del haitiano Michell
Truillot, comprendí que cualquier proceso de descolonización debería estudiar
no solo su propia historia desenterrando los silencios y ocultamientos de la
historia occidental, sino también las otras experiencias de liberación colonial
en el continente y fuera de él. Una revisión obligada debería ser la
experiencia de la revolución haitiana, tanto porque ocurrió en este lado del
mundo, como por sus profundas implicaciones políticas.
En
1791, siendo todavía la colonia más rica del imperio Francés, Haití fue el
epicentro una revolución sin precedentes en la historia de la humanidad. Una
alianza entre esclavos negros y mulatos libres, al mando de Tousaint
Louverture, hizo propios, a su manera, los principios de libertad proclamados
por la revolución francesa y en 1801, luego de una larga y sangrienta guerra,
declaró su territorio libre de toda esclavitud y servidumbre, obligando a la
República francesa a que aceptara que la esclavitud había sido abolida. Poco
tiempo después Francia pierde todas sus colonias en el continente americano y en
respuesta, bajo la complicidad silenciosa del mundo entero, impuso a Haití el
pago de una vergonzosa indemnización que hasta hace pocos años la Isla seguía pagando.
Esta
revolución tiene profundas implicaciones políticas para la los procesos de
descolonización como antecedente de las revoluciones de independencia y el fin
de la esclavitud en el resto del continente, no obstante fue silenciada y
condenada a los márgenes de la Historia y hoy nadie recuerda quienes fueron los
jacobinos negros.
Son
viarias las razones que explican este silenciamiento, pero las más importantes
radican en que esta revolución cuestionó los fundamentos del orden colonial
existente, pues éste se sustentaba en la esclavitud como principio económico y
en el de raza como sistema ordenador y clasificador al servicio de esa institución.
En segundo
lugar, la revolución haitiana fue la única verdaderamente universal en la
historia de la humanidad porque declaró la libertad para todos sus residentes
sin excepción alguna de raza, nacionalidad, género, clase, credo o religión, a
diferencia de la revolución francesa que nunca fue universal, ya que en sus
colonias la esclavitud se mantuvo debido a que el orden económico europeo
dependía de los bienes producidos por la mano de obra esclava en el nuevo
mundo. Entonces, puso en evidencia la gran paradoja de la Ilustración que es la
discrepancia entre el discurso de la libertad y la práctica de la esclavitud.
Su
universalidad hizo que la constitución de Louverture estuviera años por delante
de cualquier otro documento en el mundo en términos de su inclusión racial y en
su definición de ciudadanía, aventajó a la metrópoli en alcanzar la meta
ilustrada de la libertad humana, echando por tierra toda división racial y puso
en entredicho la superioridad de occidente en cuanto al liderazgo de un
proyecto político humanista fundado en la libertad universal.
La
hegemonía neoliberal hoy en día tiene como trasfondo la expansión universal de
los modos de occidente de entender ideas como economía, democracia o libertad.
Esta expansión todavía se sostiene, como dice Buck-Morss, sobre la idea de “la
historia universal como una sola ruta forjada por las naciones desarrolladas
que el resto del mundo esta destinado a seguir” que justifica el “derecho” de
occidente a intervenir las naciones “no civilizadas” bajo la excusa de llevar
el progreso, la democracia o la libertad.
En este
contexto, una crítica a la idea de universalidad de occidente resulta
fundamental. Para eso necesitamos levantar los silencios, borramientos y
ocultamientos en que el canon occidental sostiene su propia legitimidad y
construir una nueva narrativa histórica que cambie la centralidad europea en la
historia universal.
y Twitter: @escuelanfp
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