Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Jaime
Iturri Salmón
Así
como la primera revolución se da en la cultura, la primera batalla se produce
en nuestros cerebros y corazones. Mattelart cuenta cómo en la Primera Guerra
Mundial se enfrentaron dos formas de hacer propaganda: aquella destinada a la
razón y aquella destinada a manipular las emociones. La primera fue encargada a
los generales alemanes, la segunda, a los directores de los principales periódicos
británicos. De más está decir que los segundos ganaron la contienda.
Así
se explica lo ocurrido con el abrogado Código del Sistema Penal. Mientras el
oficialismo bregaba por explicar algunas de sus virtudes, a la oposición le
bastó difundir medias verdades para que muchos creyeran ser afectados en vez de
favorecidos. El resultado usted lo conoce. El gran error del Gobierno fue no
darse cuenta que comunicación es vanguardia, no defensa; que primero hay que
explicar, luego convencer y finalmente aprobar.
Mientras
tanto, la derecha trata de vender su charque: que son la democracia, que luchan
contra la “tiranía” y que son pacíficos. Es propaganda. Y claro, en medio de
ella se realizan actos muy burdos como querer comparar a los jóvenes que apoyan
al proceso y que visten poleras negras con las juventudes SS de Hitler que
usaban uniformes del mismo color. Una estupidez si no fuera que detrás de ella
está la idea de que la violencia vendrá del masismo contra los pacíficos
opositores.
De
verdad, los asesores extranjeros de la derecha leyeron muy bien los errores de
2008. El paro de Santa Cruz, para poner un ejemplo, fue acatado por muchos de
manera convencida, pero hubo también los que lo impusieron a palos, amenazando,
amedrentando y cobrando peaje. Basta leer un poquito de historia para comprobar
que la derecha puede travestirse y levantar las banderas democráticas, pero
detrás de la piel de cordero está la violencia.
Viendo
la foto de los chicos en cuestión, reconozco a varios de ellos y veo los ojos
de sus padres. A una de ellas una militante argentina le preguntó si tenían
contacto con los históricos, y le respondió “somos hijos de los históricos”.
Muchos de ellos no provienen de familias de militantes de la izquierda, pero
muchos de ellos sí. Son hijos de hombres y mujeres que ganaron la democracia,
las libertades de las que hoy gozamos; y de quienes hicieron historia luchando
contra los fachos y los neoliberales.
Y
si me esfuerzo más, reconozco en ellos a los bisnietos de los combatientes
internacionalistas del Madrid que gritaron “No pasarán”, y de los guerrilleros
que derrotaron a los nazis en Yugoslavia, en Francia y en Italia. Sí, sus
poleras son de color negro, pero no su corazón.
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