Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Pablo
Quiñonez Riofrío
Durante
un largo tiempo, los grandes grupos económicos han sido la forma de
organización corporativa dominante en América Latina. Tal como menciona Grosse
(2007), estos grupos se caracterizan por estar controlados por un pequeño
número de inversores – típicamente por una o dos familias - y por lo
ampliamente diversificadas que se encuentran sus actividades.
En
la región, los grandes grupos económicos dominan buena parte de las industrias
nacionales, exceptuando el sector de hidrocarburos, donde las empresas
estatales tienden a ser predominantes. Además, la influencia de estos grupos y
de las multimillonarias familias que, por lo general, están tras de ellos,
trasciende el ámbito económico e incide directamente en las decisiones
políticas que se adoptan en sus países.
Si
echamos un vistazo al ranking de
las mayores empresas de América Latina en 2014 encontraremos que dieciséis de
las veinticinco mayores empresas de la región, pertenecen a grandes grupos
económicos locales. A su vez, estos grupos están controlados mayoritariamente
por individuos o por ciertas familias. La mexicana América Móvil, por ejemplo,
cuarta empresa más grande de la región en 2014 (detrás de tres petroleras
estatales), pertenece al grupo Carso, controlado por Carlos Slim, uno de los
diez hombres más ricos del mundo. El grupo Carso controla, además, empresas en
el sector comercial, industrial, aeronáutico, de telecomunicaciones, entre
otros. La brasileña JBS Friboi, líder en la venta de carne y sexta en el ranking regional,
es controlada por la familia Batista a través del grupo JBS. La argentina
TECHINT, que opera en el sector siderúrgico y de metalurgia y que es duodécima
en el ranking, es controlada por Paolo Rocca. En Chile, Empresas
Copec, decimoquinta en el ranking regional, es controlada por
la familia Angelini, a través del grupo del mismo nombre.
Pero
el capital de los grandes grupos económicos de la región no solamente se
concentra en la industria o en el comercio, sino también en el sector
financiero y en el sector de la comunicación (entre otros). Por ejemplo, de los
veinticinco mayores bancos de la región, según el listado de
América Economía para el año 2017, doce son de propiedad privada local,
mayoritariamente en manos de grandes grupos económicos. El banco brasileño
Itaú, por ejemplo, que es el banco privado más grande de América Latina,
pertenece al grupo Itaúsa, con participación en el sector inmobiliario,
financiero, químico, entre otros. A su vez, el grupo Itaúsa es controlado
mayoritariamente por dos familias: Setubal y Villela. En México, el banco
privado más grande, Banorte, pertenece al Grupo Financiero Banorte, controlado
en buena parte por la familia Gonzalez Barrera.
Sin
embargo, este fenómeno no es exclusivo de América Latina. De hecho, el que una
notoria cantidad de empresas estén controladas por grupos locales, usualmente
familiares, ha sido observado en algunas partes de Europa, Asia y otras
regiones del mundo, como lo señalan Faccio y Lang (2002) y Morck, Wolfenzon y
Yeung (2005). Una causa probable para ello es que los mercados de capitales no
están tan ampliamente desarrollados en estos lugares como sucede en países como
Estados Unidos.
Adicionalmente,
en América Latina, al igual que en otras regiones en vías de desarrollo, el
financiamiento para nuevos emprendimientos suele provenir de la propia riqueza
familiar de los empresarios. Esta situación, que tiende a persistir, pone
límites a la entrada de nuevos competidores, ocasiona la aparición de
monopolios y permite la expansión de los grupos económicos a otros sectores
diferentes a aquellos en los que se iniciaron.
Este
problema, si bien es parcialmente ocasionado por la desigualdad estructural que
ha caracterizado a América Latina desde tiempos de la colonia, contribuye
también a reforzar la misma. El problema se agrava cuando consideramos que los
extremos niveles de desigualdad de renta y de riqueza en la región son una
amenaza sobre el crecimiento sostenible, sobre la cohesión social y representan
un serio desafío a la democracia. De hecho, el que existan altos niveles de
concentración de riqueza implica que también existan altos niveles de
concentración de poder político en la región.
La
influencia de los multimillonarios y de los grandes grupos económicos en
América Latina se extiende, por tanto, mucho más allá de la esfera económica.
Hay una gran variedad de casos en que muchos de los grupos económicos más
poderosos de la región han utilizado su poder para incidir en las decisiones
políticas nacionales, para obtener protección gubernamental o para acceder a
información privilegiada. Sus medios de comunicación suelen ser usados para
promover sus intereses y su posición privilegiada para defender su statu
quo. Pese a todo ello, llama la atención el hecho de que muy pocas de las
empresas de propiedad de estos grupos destaquen en el listado de las más
grandes a nivel global.
Referencias:
Faccio,
M., y Lang, L. (2002). The
Ultimate Ownership of Western European Corporations. Journal
of Financial Economics, 65(3), 365-395.
Grosse, R. (2007). The Role of
Economic Groups in Latin America. En R. Grosse & L. Mesquita (Eds.), Can
Latin American firms compete? Oxford: Oxford University Press.
Morck, R., Wolfenzon, D., y Yeung,
B. (2005). Corporate Governance, Economic Entrenchment, and
Growth. Journal of Economic Literature, 43(3),
655-720.
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