Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Eduardo
Paz Rada
La
punta de lanza de la guerra total proyectada por el imperialismo y las
fracciones de la oligarquía local contra el gobierno del presidente Evo Morales
Ayma en el actual periodo histórico se concentra en una red de medios de
comunicación y de vías virtuales del internet que articulan un amplio espectro
de partidos opositores, grupos “ciudadanos”, comités cívicos y sectores
sociales influidos ideológicamente, utilizando la mentira, el rumor, las medias
verdades y otros recursos para conseguir el respaldo de la población y provocar
conflictos y desestabilización política.
Esta
guerra total consiste en el uso de todos los recursos económicos, técnicos,
ideológicos, mediáticos, militares y psicológicos con la finalidad de crear
condiciones para enfrentar o derrotar a quien se considera el enemigo político
(los gobiernos nacionalistas, antiimperialistas y que impulsan la integración
latinoamericana emancipadora) y su implementación ha sido diseñada por las
oficinas de seguridad militar y hemisférica del gobierno norteamericano.
Sus
acciones se desarrollan en un amplio espectro: desde la intervención militar
externa o los golpes militares violentos (Irak, Libia o Siria), los golpes
blandos (Paraguay, Brasil u Honduras), la desestabilización económica,
mediática y de grupos mercenarios violentos (Venezuela o Cuba), hasta
persecución judicial (Lula Da Silva) y campañas electorales y mediáticas
manipuladas (Argentina, Colombia o Ecuador). Esta estrategia integral es
llamada también “guerra total”, “guerra irrestricta”, “guerra de cuarta
generación”, “guerra sucia” o “ablandamiento social y político”.
Desde
2015, después de más de una década de procesos de unidad de América Latina con
gobiernos izquierdistas y antiimperialistas y de la muerte de Hugo Chavez,
comenzó la sistemática acción de desestabilización y conspiración implementada
por la embajada, servicios secretos y organizaciones no gubernamentales en
coordinación con las burguesías y oligarquías locales, dueños de medios de
comunicación, políticos neoliberales y conservadores, activistas y expertos en
redes sociales e intelectuales orgánicos de las oligarquías.
En
el caso boliviano, el inicio de las acciones desestabilizadoras fue en la
campaña del referendo del 21 de febrero de 2016 en el que se consultaba acerca
de la habilitación a una nueva candidatura presidencial de Evo Morales. Una
semana antes del acto de votación el periodista mercenario Carlos Valverde,
luego de reunirse con el Encargado de Negocios de la Embajada de Estados
Unidos, Peter Brennan, lanzó la versión de que Morales tenía un hijo con
Gabriela Zapata y que ella hacia tráfico de influencias a nombre del
presidente. Esto repercutió en los medios y en las redes de una manera brutal e
influyó en algunos sectores de la población y en la votación. Luego de las investigaciones
se estableció que la versión del hijo era mentira y que Zapata realizaba
gestiones sin ningún conocimiento de Evo Morales. Ahora ella está en la cárcel.
Desde
ese momento hasta el presente cada tema de gestión de gobierno, cada conflicto
social, cada asunto de la agenda pública o cada información presidencial es
manipulada y distorsionada o se generan mentiras o rumores en los medios (en
una cadena que va de las redes, algunas agencias de noticias, medios escritos,
canales de televisión y radioemisoras y otra vez las redes), produciendo una
cascada de versiones que influyen en el sentido común. Esto ocurrió con las
impugnaciones al nuevo Código Penal a fines de 2017 y este año se prevén nuevos
conflictos y campañas de guerra total con miras a las elecciones nacionales de
diciembre de 2019.
A
su vez, el gobierno, por una parte, el MAS y los movimientos sociales y
populares, por otro, no han desarrollado una estrategia efectiva para
contrarrestar estas campañas y tampoco generado una red de medios y mecanismos
para llegar a la población. La lucha política e ideológica y la democracia
deliberativa deberán impulsarse para fortalecer las organizaciones populares y
su movilización para profundizar el proceso de transformaciones que se han
producido en Bolivia en los últimos doce años.
Sociólogo,
docente en la Universidad Mayor de San Andrés
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y Twitter: @escuelanfp
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