Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Iniciativa para la paz y la
convivencia pacífica entre los pueblos

¿Cómo o por qué surge esta
iniciativa del Día Internacional?
Brignole:
Por una constatación muy simple que cualquiera puede identificar si observa la
realidad con una perspectiva mínimamente crítica: desde hace más de un siglo el
mundo convive con un Estado cada vez más militarista que exporta destrucción,
que avasalla naciones enteras, que tortura sistemáticamente a miles de seres
humanos (haciéndolo en estos mismos momentos en que tenemos esta charla),
desaparece opositores y obstaculiza procesos democráticos. Si hiciéramos un
breve ejercicio historiográfico desde 1901 en adelante, veremos que
prácticamente no existe país sobre la faz de la Tierra que no haya sufrido
algún tipo de injerencia, ataque, o penetración indebida por parte de Estados
Unidos. La propia historia reciente italiana es una claro ejemplo. El problema añadido
es que EE.UU utiliza metodologías programáticas, incluso de alcances
científicos. Una nación que edita manuales de tortura, manuales para
desestabilizar gobiernos, manuales de sabotaje económico, etcétera. Y por
supuesto entrena agentes en todo el mundo para consolidar crímenes individuales
o genocidios focales, funcionales a su hegemonía. Esta sistematización de los
recursos hegemónicos, la validación de la tortura y la puesta en marcha de
centros de detención mundializados colocan a Estados Unidos en un punto implícitamente
análogo al régimen nazi. Que Washington no utilice hornos crematorios o no recurra
a cámaras de gas para eliminar opositores, es una cuestión del orden técnico, no
moral. Las metodologías genocidas pueden ser infinitas, pero todas están contaminadas
de lesa humanidad, y por tanto deben ser execradas por cualquier humanista que
se precie. Aquí no hay mucho espacio para cuestiones ideológicas o de signo
político. ¿Defendemos la dignidad humana o la ignoramos?
¿Y
por qué el 9 de agosto?
Boron: Se
barajaron varias fechas, entre ellas el 20 de marzo, por ser el día que se
concretó la segunda invasión a Irak en 2003. Una guerra claramente neocolonial
y a cuenta del sector petrolero que costó un millón de vidas iraquíes. No
obstante y debatiendo un poco, nos decantamos por el día en que EE.UU arrojó la
segunda bomba atómica (en Nagasaki) el 9 de agosto de 1945. La aviación
estadounidense diezmó a una población civil sólo para hacer una demostración de
fuerza disuasoria a la Unión Soviética y al mundo, perpetrando un inexcusable
crimen contra la humanidad. De todos modos la historia estadounidense del siglo
XX y XXI –e incluso antes– ofrece un catálogo espeluznante de actos criminales
que podrían servir como recordatorio: El bombardeo con fósforo a la ciudad de
Dresde en Alemania (iniciado el 13 de febrero de 1945), la matanza de My Lai,
en Vietnam (16 de marzo de 1968), las invasiones a Nicaragua, Grenada, a Haití,
a República Dominicana, el Plan Cóndor para exterminar activistas sociales en
Latinoamérica, o la inhumana destrucción total de Corea del Norte... El propio
bloqueo a Cuba sigue siendo una medida genocida para obtener réditos políticos
asfixiando a todo un pueblo. El catálogo de horrores militares y políticos de
Estados Unidos es infinito. Actualmente se hallan disponibles documentos que
prueban que Estados Unidos usó como cobayas humanas a la población nativa de
las Islas Marshall cuando realizó las pruebas nucleares en los atolones de
Bikini y Enewetak, en 1956. Pero no hace falta ir tan atrás en el tiempo. En el
siglo XXI Estados Unidos ha logrado restaurar debates ya caducos, como el de la
tortura como método legítimo en la dinámica civilizatoria. Esto define a la
perfección el peligro que significa un Estado agresor que avasalla impunemente
y marca el campo moral de una civilización, degradándola hacia el militarismo y
la ley del más fuerte.
¿Cuál sería entonces el objetivo
de esta efemérides?
Luzzani: Utilizar
la carga simbólica de una fecha así como herramienta de reflexión humanista. Para
que el mundo avance éticamente es necesario deslegitimar el discurso falsamente
civilizador que se arroga Estados Unidos. Un discurso que es acompañado cómplicemente
por buena parte de los países desarrollados y de líderes mundiales que se dicen
democráticos y humanistas. Este dato, más que ningún otro, nos muestra la
crisis moral de nuestra civilización. Existe hoy un claro retorno a la barbarie
nazi maquillada de cruzada por la democracia, aunque la cosecha final siempre
sean muertes, invasiones, bombardeos indiscriminados a civiles, destrucción de
infraestructuras nacionales en multitud de países y centros de tortura en todos
los continentes y en aguas internacionales con buques prisión. A pesar de estas
evidencias, las sociedades no actúan, narcotizadas por una realidad que imponen
los medios y los intereses corporativos.
También se redactó un manifiesto,
una Declaración Mundial.
Luzzani: En
efecto… La Declaración Mundial Contra los
Crímenes Estadounidenses a la Humanidad Una exhortación humanista y una
condena colectiva para que cese el militarismo y la vulneración de los derechos
humanos en todo el mundo por parte de un Estado agresor y militarmente
aplastante.
¿Por qué cree que el mundo no condena
explícitamente a Estados Unidos por sus acciones militares y de lesa humanidad?
Boron: Por
la sencilla razón de que EE.UU es el la potencia hegemónica e que impone el esquema
cultural de la civilización actual, de su economía, de su geopolítica y porque
es la que detenta una superioridad militar objetiva. Estas razones tienen
suficiente peso como para que los distintos universos humanos (el económico, el
político, diplomático, e incluso el intelectual y social) se inclinen. Es
decir, que renuncien al verdadero mandato ético de una sociedad civilizada:
condenar todo atentado contra la dignidad humana y de los pueblos. Las propias
Naciones Unidas son un escaparate claro de esta moral fallida. Allí es donde se
consuma esta omisión flagrante de la que hablamos, pues la ONU permite todo
tipo de vulneraciones estadounidenses a la sociedad global, y lo hace
utilizando los mecanismos burocráticos vigentes surgidos tras la II Guerra
Mundial. Esto es lo que marca nuestro deterioro como civilización y la profunda
grieta moral. Lo que hoy prevalece en la convivencia internacional es la fuerza
disuasoria, el militarismo y el colonialismo económico, no el derecho. Y en
esta ausencia de un derecho real y efectivo es por donde se cuelan todo los
horrores que hoy se cometen en nombre de la democracia y de la seguridad
global, apenas excusas para legitimar la concentración de la riqueza y el
expolio ecológico.
¿Quiénes adhieren a esta
iniciativa?
Brignole:
Mucha gente, intelectuales y premios Nobel como Pérez Esquivel, que se sumó
desde la hora cero, haciendo gala de su verdadero compromiso humanista, muy
coherente con su trayectoria intelectual y política. Chico Buarque, Silvio
Rodríguez, el poeta cubano Roberto Fernández Retamar, o el propio Evo Morales,
entre una cantidad innumerable de representantes de la cultura internacional.
Tal como el filósofo italiano Gianni Vattimo, muchos acudieron a esta muy
necesaria recordación de que estamos ante un Estado genocida y con una clara
vocación antihumanista. Y para el que dude de ello, sólo hace falta hacer una
comprobación muy sencilla: cada día desde hace décadas existe alguna noticia en
donde Estados Unidos viola la legalidad internacional y los derechos humanos.
La reciente orden dada por la Administración de Donald Trump para separar a los
hijos de inmigrantes de sus familias nos puede dar un atisbo de la locura
doctrinal en que está inmerso este mundo guiado bajo premisas estadounidenses. En
este sentido, es interesante ver cómo la conmemoración de este Día
Internacional funciona como un eficaz contraluz para visualizar a los
verdaderamente comprometidos con la idea de un mundo mejor. También hay muchos
que prefieren callar, omitir y negar, o bien incurrir en reduccionismos
anestesiantes. Muchas veces, exponiendo mis razones para la conmemoración de
esta fecha, he escuchado excusas de supuestos humanistas, del tipo: “no
solamente EE.UU asesina” o “siempre hubo crímenes y guerras”. Sin embargo, creo
que estas irresponsables justificaciones constituyen el más sólido pasaporte a
la propia degradación, y con ello al de la gran familia humana, hoy convertida
en rehén de una superpotencia militar sin escrúpulos que es, además, la nación
que más artículos vulnera de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948.
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