Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por:
René Zavaleta Mercado
…Era, en efecto, no sólo una
clase opresora sino también una clase extranjera. Por su origen, por sus
intereses, por sus supuestos mentales, la oligarquía boliviana fue siempre
ajena en todo a la carne y el hueso de las referencias culturales de la nación.
Los latifundistas y el gran capitalismo minero, vinculado directamente con el imperialismo,
eran sus expresiones fundamentales. En cuanto a los primeros, sus intereses se
fundaban en el despojo y la explotación de lo más tradicionalmente nacional,
que son los campesinos indios. Antagónicos con relación a lo más diferenciado y
original del país, a lo que en última instancia lo define, los latifundistas no
podían negar en lo económico, al explotarlos, sin negarlos también en lo
cultural, y así se hacen antinacionales sin dificultades, porque su propio
arraigo había sido más bien contingente. Antinacionales como lo era el
Superestado minero; por sus intereses económicos, ambos grupos se sirven
sistemáticamente de la pedagogía antiboliviana y resultan culturalmente
extranjeros.
Con sus burócratas y sus
políticos, que a veces trabucaban un oficio con el otro, con la trama larga y
ancha de sus intereses, de sus francachelas y sus corruptelas, el Superestado
crea lo que se llamó la rosca, apelativo que es un bolivianismo que sugiere la
clandestinidad de un círculo de conjurados, el privilegio de un encierro
calificado y antinacional. Toda la burguesía boliviana se hizo, en mayor o en
menor grado, antinacional. Los importadores porque, de hecho, no eran sino
intermediarios de ventas de las manufacturas del imperialismo, y los otros
sectores, como el industrial y el minero (los llamados mineros chicos y también
los medianos nacionales), porque, aunque pudieron ser la raíz de una burguesía
verdaderamente nacional, llegaron tarde, mucho después del Superestado, y jamás
pudieron, por consiguiente, evadirse de las alternativas de un poder en el que
no influían y al que, por el contrario, estaban sometidos. En la misma medida
en que la burguesía y los latifundistas se hacen antibolivianos, las clases
nacionales se radicalizan y, definiéndose, crecen.
Fragmento
de la Formación de las clases nacionales, extraído de La formación de la
conciencia nacional, 1967
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