Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Fernando A. Torres
Cuando
el presidente racista Trump habla, siempre hay alguien al final de la línea
escuchando. Lo triste es que todos lo sabemos, pero no todos lo denunciamos
públicamente. Si la cosa fuera otra, esta hipocresía mayor no tendría mucha
importancia, pero la cosa es que las consecuencias son ahora mortales y ese
silencio comienza a ser cómplice de esta sangrienta barbarie.
Los
inmigrantes y en especial nosotros los latinos, estamos siendo atacados
directamente por la furia de la supremacía blanca alimentados por la retórica
de odio de un presidente racista que es capaz de decir cualquier estupidez con
tal de ser reelegido para otros cuatro años más.
Con
una rabia que lo consumía por dentro el supremacista blanco Patrick Crusius
cruzó casi todo el Estado de Texas hasta llegar a la pequeña ciudad de El Paso
en donde el 83% de la población es mexicana/latina. Crusius buscaba el lugar
perfecto en donde pudiera matar la mayor cantidad de latinos en un solo ataque.
El lugar está cerca de la frontera con México y se ha convertido en la postal
de la solitaria lucha de Trump, su muralla y su retórica y en donde sus
funcionarios han separado a la mayoría de las familias y dejado a miles de
niños huérfanos.
Cuando
Crusius entró por primera vez a la multi-tienda Walmart aún se podía leer en el
internet el manifiesto que había escrito para la ocasión y en donde trata de
argumentar su odio por los mexicanos y donde trató de absolver sin resultados a
Trump.
En
ese manifiesto Crusius usa palabras y estilos que lo delatan como copiador de
las ideas de Trump, la propaganda de la cadena FOX y dichos del Partido
Republicano. Cuando el asesino salió a buscar su rifle, dentro de la tienda
había casi 3 mil personas, la mayoría latina y mexicana haciendo las compras
escolares para sus hijos.
Crusius
volvió empuñando un rifle de asalto AK-47 de alta potencia, un silenciador para
las orejas, lentes de seguridad y comenzó una carnicería de una forma casi
calmada. En segundos el desquiciado pistolero había acabado con la vida de 22
personas, la mayoría mexicanos (dos de ellos fallecieron en el hospital) y
dejado 26 heridos. “Estoy simplemente defendiendo a mi país contra el reemplazo
cultural y étnico provocado por una invasión”, escribió Crusius refiriéndose a
lo que Trump ha venido diciendo desde hace mucho tiempo sobre una supuesta
“invasión” proveniente del sur.
Como
todos los imperios de la humanidad, el país terminará en una total devastación
En
la receta mortal de los Estados Unidos existen dos cruentos ingredientes: la
xenofobia racista y la violencia. Y si el país es incapaz de darse cuenta de la
raíz del problema, continuará su caída hasta terminar como lo han hecho todos
los imperios en la historia de la humanidad: en una total devastación.
Pero
primero pongámonos de acuerdo en los términos empleados. La palabra xenofobia
se refiere al odio, aversión, hostilidad, miedo y rechazo hacia los extranjeros
y está compuesta de dos términos griegos; xenos, extranjero, y phóbos, miedo.
La palabra racismo viene también de dos términos; raza y del sufijo ismo que
puede significar ideología. La palabra fue utilizada para nombrar una ideología
que trata de explicar una falsedad; el por qué una raza es superior a otra,
especialmente durante el periodo del nazismo en Alemania y Europa.
Pareciera
ser que la diferencia está en que el racismo proviene de una elucubración
intelectual mientras que la xenofobia es un sentimiento gutural, un temor
inculcado por ambiciones políticas para lograr efectos específicos y atemorizar
a los votantes. Nunca he leído ambas palabras juntas, pero si nos atenemos a
sus significados las podríamos usarlas juntas, seguros de que no sería una
redundancia. Debido a las últimas tres masacres - que en menos de una semana
asesinaron a 34 personas - ambas palabras se han usado profusa e
indistintamente para tratar de definir lo que Trump dice.
Por
esas conocidas y asquerosas diatribas podríamos decir que el presidente es un
xenófoba racista, es decir le tiene miedo a los extranjeros, pero no a todos, a
algunos, de determinadas razas y está haciendo algo al respecto.
La
violencia y la xenofobia racista son bloques fundacionales de esta sociedad
La
xenofobia racista y la violencia, hay que decirlo, son los pilares
fundamentales con los cuales se construyó este país. Desde su desembarco, los
ingleses peregrinos comenzaron a hostigar a los indios Wampanoag, a robarles
sus mejores tierras e introducir ganado que destruía sus cosechas. Desde 1620,
fueron variadas las guerras en contra de la población indígena. Solo en el
Siglo 17 se destacan: Anglo-Powhatan, Pequot, Beaver, Kieft's, Peach Tree,
Esopus, King Philip, King William, solo por nombrar algunas.
El
robo de tierras, los engaños, el rompimiento de tratados, la explotación ilegal
de recursos naturales en tierras indígenas y las masacres contra el pueblo
indígena de América del Norte continuaron hasta el presente siglo.
La
violencia es parte integrante de la sociedad
La
violencia es parte integrante de la sociedad estadounidense, es cultura,
folclor y entretención. Desde el primer día en que surgió la necesidad de
proteger las tierras que habían robado, la violencia se compenetró en la
psiquis de la sociedad como respuesta legítima. Hoy la violencia de todo tipo;
verbal, física, doméstica, la buena y la mala violencia existe en todos los
rincones de la sociedad amparada incluso por extrañas leyes y resquicios
legales, en el hogar, en las salas de clases, en las pantallas, en la
computadoras, en las colapsadas carreteras, en los juicios, en el mercado, en
los precios, en los discursos políticos, (el hostigamiento verbal, el poner
sobrenombres, la burla contra minusválidos, la denigración de las mujeres son
todas formas de violencia), en Wall Street, en los debates presidenciales, e
incluso en la moda cuando los chalecos antibalas comienzan a ser diseñados por
famosos sastres.
Glorificar
la violencia, las armas de fuego y el consumismo
Un
estudio descubrió que la violencia con armas de fuego en las películas
calificadas como PG-13 (menores de 13 años deben tener aprobación de sus
padres) se ha triplicado en los treinta años desde que se inventó el sistema
para calificar las películas de acuerdo a su contenido. Según la organización
Justicia y Exactitud en el Periodismo / Fairness & Accuracy in Reporting,
FAIR, hay más violencia con armas de fuego en las películas de PG-13 que en las
clasificadas R, restringidas.
De
acuerdo con este sistema “está bien mostrarle a los niños a alguien disparando
un arma de fuego alegremente pero no está bien mostrarles lo qué sucede cuando
las balas le dan a una persona... El mensaje, nunca dicho pero siempre
implícito, es que el uso de armas de fuego es algo natural para cualquier
estadounidense, o al menos se convertiría en algo natural en una situación
altamente estresante. Si has sido entrenado para usar una pistola, bueno, es
difícil imaginar un problema que esta herramienta increíblemente versátil no
pueda resolver”, escribió el periodista J. F. Sargent.
La
violencia vende dicen los productores cinematográficos. A pesar de la sangre
derramada en la vida real, los estudios académicos han demostrado que en
Hollywood la violencia va en aumento. Durante los últimos 60 años de películas,
Hollywood ha duplicado la violencia.
…
Una
de las fotos preferidas de Patrick Crusius en los medios sociales. No está
claro si él la subió o no.
Las
guerras permanentes son otro factor de la presencia casi imperecedera de la
violencia armada en la consciencia del país. Desde su fundación como país en
1776, (y quizás desde antes, desde la llegada de los peregrinos) los Estados
Unidos siempre han estado envueltos en guerras alrededor del mundo; para ser
más exactos el 93% de su existencia. Si hacemos los cálculos; en sus 243 años
de vida, los estadounidenses llevan 226 años en guerra (algunos prefieren
llamarlos “conflictos armados”) con variados países del planeta.
En
otras palabras, el país nunca ha pasado una década sin estar envuelto en algún
conflicto, solo durante la Gran Depresión de 1935-40 estuvo cinco años sin
intervenir en algún conflicto. Según el sitio internet Investigación Global
(globalresearch.ca), el país nunca ha tenido un presidente en tiempos de paz;
técnicamente se puede decir que todos sus presidentes han sido “presidentes de
guerra”.
De
hecho, los Estados Unidos es el único país que tiene un ministerio dedicado
exclusivamente a sus veteranos de guerra que se estima son casi 20 millones de
ciudadanos. Muchos de ellos regresan de la violencia de las guerras a
insertarse en la violencia de la sociedad; con variados traumas mentales y
viviendo en condiciones paupérrimas como drogadictos sin-hogar.
El
dolor no es parte de la muerte y la violencia es premiada con un pase a la
etapa siguiente
La
concepción y relación con la muerte es también una forma de violencia porque
tiene que ver como los adultos y los niños se relacionan con ella, como se
asume la muerte conceptualmente y como la cultura hollywoodiense, la televisión
y los medios sociales del Internet nos ayudan a relacionarnos y entender
nuestra relación con la vida y la muerte.
…
Vivimos
en una sociedad en donde se glorifica la violencia, las armas de fuego y el
consumismo. Donde nuestros datos humanos y nuestra intimidad caen víctimas del
manejo mediático y los algoritmos comienzan a dictar las verdades. Las
películas de Hollywood, las series de televisión, las revistas, las radios, los
carteles, los comerciales, todo lo destinado a la venta contiene los elementos
derivados del marketing, de los millonarios estudios socio-demográficos que
“supuestamente” saben con exactitud lo que John Doe, que vive dentro del código
postal 94119, quiere mirar, tomar, comer y/o vestirse.
En
estos convulsionados tiempos la tecnología avanza reemplazándolo todo, incluso
la realidad. Ahora se trata de alterar la realidad y reemplazarla con algo
llamado “realidad virtual”. Quizás esa sea una llamada de auxilio, un
desesperado intento de salvarnos de las enfermedades urbanas del capitalismo, una
forma de escapismo, para eludir responsabilidades y escapar de algo que no es
nada agradable.
El
país del capitalismo se está suicidando
El
país más poderoso del planeta se está convirtiendo en una ruleta rusa donde sus
ciudadanos viven rodeados por el miedo de ser víctimas de la próxima masacre.
Los estadounidenses se están matando unos a otros. El país del capitalismo y la
sociedad de mercado se están suicidando. La poderosa industria armamentista
está desbocada, no pueden disminuir el ritmo de las ventas; necesitan vender
más y más armas y a través una millonaria campaña inventan una presunta e
imperiosa necesidad de tener armas de fuego, armas automáticas, armas de guerra
con una brutal capacidad de repetición.
Se
está generando una adicción descontrolada. Se dice que solo las armas pueden
detener a las armas, que a un insano con pistola lo detiene un sano con
pistola, que el arma de fuego no mata, que él que está detrás del gatillo es el
matador, que para detener las masacres en las escuelas hay que armar a los
profesores y al resto del personal escolar.
La
industria de las armas de fuego financia campañas basadas en el miedo, en una
necesidad de protección, en la desconfianza, en el terror. Se inventan
presuntos ataques al llamado “estilo de vida estadounidense” de envidiosos. El
resto del planeta nos quiere atacar porque el resto del planeta quisiera tener
lo que nosotros tenemos.
El
capitalismo no tiene respuestas porque no tiene fronteras, ni autorregulación
ni banderas. Es necesario entonces optar por una sociedad sin violencia ni
xenofobia racista, sin guerras ni armas de fuego, sin amnesia y con una buena
dosis de memoria para recordar a nuestros muertos. Las canalladas de Trump solo
han despertado al monstruo, una vez más. Nada nuevo bajo el sol.
-Fernando
A. Torres es periodista radicado en California EEUU.
fdotorres@hotmail.com
artículo completo en :
https://www.alainet.org/es/articulo/201449
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