Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por Julieta Paredes
Agosto
es el mes de la Madre de las madres, de la Pachamama, aquel principio de
creación inmensa, que permanentemente es amenazado por la angurria depredadora
del capitalismo. El proceso de cambio de Bolivia puso en la opinión pública
internacional la importancia de la madre naturaleza; y desde las reflexiones de
las organizaciones sociales se propuso, provocadoramente, respetar los derechos
de la Madre Tierra en 2012.
Digo
provocadoramente porque en la concepción burguesa y occidental, los derechos
son exclusividad de los seres humanos. Entretanto, la tierra es como un objeto
al servicio de los hombres y del capital. Por tanto, reconocer los derechos de
la Madre Tierra fue una provocación; la cual si no logra ser sustenta en el
tiempo, puede ser reciclada por el propio sistema. Indudablemente, lo que hizo
Bolivia forma parte del caminar de nuestros pueblos originarios y las
relaciones ancestrales de nuestras abuelas y abuelos, donde la humanidad es
concebida como hija de la Pachamama.
El
pensamiento occidental maneja formas sinuosas, poco claras, para poder
manipular y plantar su dominio y hegemonía devastadora sin que casi nos demos
cuenta. La preocupación en Occidente por la depredación y el envenenamiento de
la madre y hermana tierra se inicia de una manera pública, después de la bomba
atómica que EEUU lanzó contra Japón. En la década de los 70, esta preocupación
forma parte de las reflexiones principalmente de las feministas alemanas. Según
lo que sabemos, el ecofeminismo y la creación del partido verde surgen por
iniciativa de las feministas alemanas, quienes a su vez se inspiraron en las
mujeres de la India.
El
patriarcado, que es el sistema de todas las opresiones, ha puesto a accionar el
capitalismo, uno de sus brazos, para encubrir esta guerra contra la vida y la
sobrevivencia del planeta Tierra. Ciertamente, la preocupación del mundo
occidental por la naturaleza tuvo un caminar que se concretó con la configuración
de los partidos verdes en la escena de la política europea. Sin embargo, éstos
no han tenido mucho éxito a la hora de contener a sus gobiernos, y cada vez
están más arrinconados.
Las
banderas de las ecofeministas y de los partidos verdes hoy son utilizadas por
las y los ambientalistas, quienes tienen ONG financiadas por los gobiernos
contaminadores y por los capitalistas contaminadores. Permítanme decir que
tanto el ecofeminismo como los partidos verdes no han logrado desprenderse de
discursos fundamentalistas y fascistas,
con los que hoy actúan los ambientalistas; quienes incluso tienen fuerzas
paramilitares para reprimir por ejemplo a los pueblos originarios y
tradicionales, que viven en medio de las selvas de nuestros territorios.
El
capitalismo verde se ha reciclado de las tenazas depredadoras de vida, que el
capitalismo sabe accionar muy bien, vistiéndose de ambientalistas “dizque”
protectores de los “monitos y pajaritos” contra indígenas y pueblos
tradicionales; los cuales paradójicamente siempre han cuidado la madre y
hermana naturaleza. Bolivia debe retomar las banderas de Tiquipaya 2012 y la
propuesta de los derechos de la Madre Tierra.
Feminista
comunitaria.
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