Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Era
lógico. La publicación en medios de comunicación privados de las más recientes
encuestas que confirman una tendencia victoriosa del Movimiento Al Socialismo
hacia las elecciones de octubre, originó un remezón en filas opositoras. El
exitismo de la víspera cedió el paso a la perplejidad y ésta se convirtió en
preocupación; inmediatamente se escucharon los reproches, particularmente
dirigidos contra los estrategas de la campaña de Carlos Mesa, cuyos índices de
apoyo siguen bajando.
No
faltó la rabia, vertida en dos columnas de opinión, una escrita por Lupe
Cajías, la otra por Diego Ayo. La primera lamenta el “descontrol tribal de
seres primitivos” que mandan en la sociedad boliviana. El segundo atribuye la
ignorancia política que engendra líderes bárbaros a que “la mitad de los bolivianos
no leen”. A este par de racistas sí que cabe responderles con una máxima
zavaletiana: “quien odia no comprende”.
La
división de la derecha en varias candidaturas –siendo la del propio Mesa y la
de Óscar Ortiz las más notorias– persiste y se agudiza porque durante años sólo
pudieron alcanzar momentáneos acuerdos políticos oponiéndose a todo lo que
hiciera el Gobierno, pero no tuvieron la capacidad de gestar una propuesta
programática consistente que puedan presentar hoy al electorado de manera
conjunta. A este defecto de fondo, se suma que el partido de Rubén Costas está
trabajando desde hace tiempo en armar una estructura política que no la va a
disolver en un frente “único” encabezado por un postulante ajeno.
La
candidatura de Evo Morales se afirma y crece porque está sustentada en una
coalición diversa pero coherente de movimientos sociales, cuya expresión
unificada es la Coordinadora Nacional por el Cambio, que a los fines
electorales acude al instrumento político que es el MAS. La Conalcam articula a
las organizaciones obreras, las organizaciones indígenas campesinas y las
organizaciones populares urbanas. Su identidad se va forjando a partir de una
premisa tan sencilla como ideológicamente eficiente: “somos trabajadores del
campo y la ciudad”.
Este
bloque social revolucionario se ha fortalecido, convocando a multitudinarias
concentraciones de masas en el aeropuerto de Chimoré el 18 de mayo y en el
Cambódromo de Santa Cruz el 2 de agosto. La Conalcam ha aprobado también la
metodología de selección de candidaturas a senaturías y diputaciones
plurinominales y uninominales, cuyas listas fueron aprobadas en las 9
Coordinadoras Departamentales por el Cambio (Codecams). Es cierto que hubo
quejas y reclamos (normales, si consideramos la cantidad de sectores sociales
involucrados), pero se fueron apagando en aras de la unidad. Oficializadas las
candidaturas del MAS ante el Órgano Electoral, no se han dado desprendimientos
ni divisiones orgánicas, lo cual demuestra la vitalidad de la Conalcam y del liderazgo de Evo Morales, como factores
de cohesión.
La
construcción programática del MAS ha sido participativa, efectuándose
encuentros sociales en los 9 departamentos del país. En estos eventos han sido
debatidas las siguientes propuestas de los movimientos sociales: 1) Profundizar
el proceso de cambio con más políticas económicas y sociales de redistribución
de la riqueza, 2) Fortalecer el modelo económico social comunitario, 3)
Oponerse a cualquier planteamiento privatizador, efectuando nuevas
nacionalizaciones en los sectores estratégicos, 4) Retomar el paradigma del
vivir bien y la protección de la Madre Tierra, 5) Impulsar programas de empleo
y acceso a vivienda propia para jóvenes, 6) Consolidar el Sistema Único de
Salud y la reforma educativa, 7) Avanzar en la agenda de derechos de la mujer y
la despatriarcalización, 8) Luchar contra la corrupción en todos los niveles.
Lo
que está por verse es si estas ideas-fuerza son adecuadamente sistematizadas
por la tecnoburocracia en los ministerios.
La
combinación de concentraciones masivas, selección incluyente de candidaturas y
construcción programática colectiva, explica que la candidatura de Evo Morales
comience a acercarse a sus niveles de apoyo históricos. Al mismo tiempo, da a
la población señales de certidumbre y estabilidad, traducidas en una consigna
-Futuro Seguro- que comienza a prevalecer sobre las consignas de la oposición:
Cuentas claras y Ya es demasiado. Éstas sólo interpelan estados de ánimo
disconforme de una parte de la población, pero no dan ninguna certeza de buen
gobierno hacia adelante. Y en una elección suele ganar el que da certezas.
Son
malas noticias para la derecha, que encima tiene que soportar en el contexto
internacional, que el batacazo de las elecciones primarias en Argentina signifique
un aliciente para la izquierda acá en Bolivia.
Ya
estamos en la recta final de este proceso electoral, ese tramo en el que una de
las mayores virtudes en la política –la serenidad– se pone a prueba. Hasta acá
ni Mesa ni Ortiz han demostrado tener el temple de los grandes líderes, el
experiodista se debate en sus propias contradicciones que le impiden explicar
convincentemente su propio pasado, el actual senador no tiene una verdadera
base social de apoyo en algún otro departamento además de Santa Cruz.
Encallaron.
A
falta de mejores argumentos, sus respectivos voceros se dedican a interpretar a
su antojo las encuestas, exagerando el porcentaje de indecisos, o repitiendo
hasta el hartazgo que el MAS “ha llegado a su techo” mientras Evo sigue
subiendo, o afirmando que sí o sí habrá segunda vuelta, cuando las tendencias
indican lo contrario. Y en medio de todo sus infaltables alusiones a la
posibilidad de fraude y su desconfianza en la autoridad electoral… ¿qué, acaso
las encuestas las hicieron los vocales del Tribunal Electoral?, ¿o es que en su
paroxismo ahora también creen que las redes televisivas son parte de un
operativo fraudulento?
Sumándose
al desbarajuste opositor, los cívicos cruceños convocan nada menos que a un
“paro nacional” de dudoso acatamiento para los próximos días exigiendo la
renuncia de todos los vocales electorales, lo que en los hechos significa la
suspensión de los comicios de octubre. No podían faltar los que se fugaron de
la justicia boliviana, como el señor Manfred Reyes Villa, que desde Miami pide
apoyar a Mesa; o el señor Mario Cossío que desde Paraguay pide que todos los
candidatos renuncien.
Con
panorama tan malo, en la recta final a la derecha nacional e internacional no
les quedará otra carta que acudir a la guerra sucia, cuanto más inmunda mejor.
Sólo que ahora el pueblo ya aprendió a no caer tan fácilmente en el engaño.
Viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales y Sociedad Civil
Viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales y Sociedad Civil
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