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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

El fantasma del MAS persigue al imperio y sus candidatos


Por: Eduardo Paz Rada
En medio de la incertidumbre sobre el futuro político y económico de Bolivia por las acciones y decisiones del gobierno de facto de Jeanine Añez, llamado de “transición”, que busca desmontar el proceso nacional-popular y antiimperialista desarrollado durante los pasados catorce años bajo la presidencia de Evo Morales, el proceso electoral arranca con la inscripción de ocho candidaturas que muestran al Movimiento Al Socialismo (MAS) con amplias posibilidades de conseguir ganar las mismas en la primera vuelta. Los fantasmas de Evo Morales y el MAS se han convertido en una pesadilla para el proyecto imperialista de dominación y para las oligarquías locales y sus candidatos.
A pesar de la represión, persecución, detención y amedrentamiento a varios exministros, exautoridades y dirigentes de los movimientos populares desde el golpe de estado del 10 de noviembre pasado, la rearticulación de fuerzas del Pacto de Unidad --campesinos, indígenas, colonizadores, trabajadores, vecinos urbano populares y mujeres originarias-- y de los sindicatos de la Central Obrera Boliviana (COB) ha conseguido formar un bloque social y político de fuerte peso para las elecciones del próximo 3 de mayo. Evo Morales, primero asilado en México y ahora refugiado en Argentina ha sido nombrado jefe de la campaña electoral del MAS.
En paralelo, las fuerzas sociales y políticas, que coordinaron con el motín policial y el pronunciamiento militar para el derrocamiento de Morales, conformadas por sectores medios y acomodados, principalmente, se han fragmentado en varias candidaturas a pesar de la presión de las plataformas ciudadanas y de la estrategia establecida por la embajada de Estados Unidos en La Paz. El sistema electoral boliviano establece que es ganadora en primera vuelta la fórmula que consigue 40% o más de votos con una diferencia de 10% frente al segundo.
LAS CANDIDATURAS
La nominación de los candidatos del MAS ha estado signada por una tensión entre las propuestas de Evo Morales y las de las organizaciones sociales, conflicto que finalmente se solucionó por una importante gestión de David Choquehuanca que explicó y convenció a las dirigencias de todo el país sobre la composición del binomio presidencial. Al respecto el exitoso ex ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce, es el candidato presidencial y el propio Choquehuanca el candidato vicepresidencial; este último fue, junto a Morales, fundador del MAS y ex Canciller de Bolivia que impulsó a nivel internacional los derechos de los pueblos indígenas, la diplomacia de los pueblos y el proyecto del Vivir Bien o Suma Qamaña.
Evo Morales ha sido inscrito como candidato a senador por Cochabamba, la región donde ha recibido el respaldo mayoritario y se encuentran los cocaleros del Chapare.
Los otros partidos y fuerzas políticas que, a pesar de su reunión cumbre del pasado 1 de febrero que buscaba la unidad anti-masista, no han podido impulsar una sola candidatura y se han presentado fraccionados: JUNTOS del Movimiento Demócrata y Social (MDS) aliado con Unidad Nacional (UN) postula a la actual presidenta de facto Jeanine Añez acompañada del empresario neoliberal Samuel Doria Medina. Añez, la autoproclamada presidenta había realizado anteriormente declaraciones racistas y manifestado que no participaría como candidata, sin embargo el contar con los aparatos del Estado impulsó a su minoritario partido a postularla.
Comunidad Ciudadana (CC) impulsa la candidatura de Carlos Mesa y Gustavo Pedraza. Mesa fue vicepresidente del neoliberal Gonzalo Sanchez de Lozada y en las elecciones de octubre del año pasado logró el segundo lugar con 36% de votos, detrás del MAS que consiguió 47% de votos. Por otra parte, los activistas cívicos más importantes en el derrocamiento de Evo Morales, Fernando Camacho de Santa Cruz y Marco Pumari de Potosí forman el binomio de CREEMOS que tiene los postulados conservadores más radicales en torno a la religión y los derechos sexuales. Camacho entró el 10 de noviembre al palacio de gobierno con una biblia y reveló que su padre, José Liuis Camacho, coordinó con los mandos policiales y militares para implementar el derrocamiento de Morales.
Finalmente los candidatos con menores posibilidades son el médico de origen coreano Chi Hyung Chung acompañado de Leopoldo Chui del Frente para la Victoria (FPV); Jorge Quiroga, ex vicepresidente del dictador Hugo Banzer Suarez y hombre de confianza de los anticomunistas de Miami, y Tomasa Yarhui del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR); y el binomio Feliciano Mamani y Ruth Nina de PANBOL.
Las encuestas y análisis sobre comportamientos electorales indican que el MAS podría conseguir entre el 38 y el 40% de votos, JUNTOS entre el 18 y el 22%, CREEMOS entre 16 y 20% y CC entre 10 y 14% de apoyo. Las otras candidaturas por debajo del 3%.
LOS ANTECEDENTES
El panorama político boliviano ha estado precedido de movilizaciones masivas de sectores medios y acomodados contra el presunto fraude electoral en octubre, del golpe de estado y las masacres de 25 personas en Senkata (El Alto) y Sacaba (Cochabamba) en noviembre y del proceso de pacificación con mediación de la Iglesia Católica y la Unión Europea. La nominación de Añez como presidenta fue pactada en una reunión en la Universidad Católica entre Carlos Mesa, Jorge Quiroga, Fernando Camacho, Waldo Albarracin, el embajador de Brasil en Bolivia, Octavio Henrique Dias Garcia y la aceptación del gobierno de Trump, según denunció Maria Galindo de Radio Deseo, sin que los indicados hayan desmentido la versión.
En el terreno internacional, el gobierno de “transición” ha desarrollado la tarea de desmontaje y debilitamiento de los proyectos de soberana integración latinoamericana y caribeña: Ingresó al Grupo de Lima digitado por Estados Unidos, reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, rompió relaciones con Cuba y expulsó a los médicos cubanos, salió de UNASUR y el ALBA. Asimismo tuvo conflictos diplomáticos con México al no respetar el derecho de asilo e incluso expulsó a la embajadora del gobierno de Andrés Lopez Obrador, con Argentina por aceptar el gobierno de Alberto Fernandez como refugiado político a Evo Morales y con España por la visita de su representante a la residencia diplomática de México, donde se encuentran asiladas varias autoridades del anterior gobierno.
La improvisación en la política exterior ha llegado al extremo de haber instruido el retiro de todo el personal diplomático en el exterior, incluido el embajador en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la Haya, Eduardo Rodriguez, dejando a la deriva la estrategia boliviana frente a demandas existentes en ese alto tribunal.
Los primeros países en reconocer al gobierno de Añez fueron Estados Unidos de Donald Trump y Brasil de Jair Bolsonaro. El gobierno de Morales había expulsado al embajador de Estados Unidos, Philip Golberg, en 2008 por colaborar a los sectores federalistas y separatistas de la región oriental de Bolivia que conspiraban contra su gobierno.
LOS DESAFÍOS
En un país atrasado como Bolivia con fuertes resabios de colonialismo interno y manifestaciones de racismo y discriminación, que fueron parcialmente superados en el proceso de quince años de la Revolución Democrática y Cultural con fuertes principios nacionalistas, antiimperialistas y de unidad e integración bolivariana, la ruptura de la democracia y la toma del poder por las clases y grupos oligárquico aliados al imperialismo plantea una situación de incertidumbre en torno a la realización de las elecciones que pondrían en riesgo su poder y su estrategia de dominación.
De ahí que los medios de comunicación nacionales e internacionales manejados por esos intereses, las acciones judiciales, policiales y de fiscales de carácter represivo, así como las redes sociales de internet impulsan, mediante la persecución judicial y las medias verdades y mentiras mediáticas, un proyecto que pretende excluir, perseguir y amedrentar las manifestaciones populares y nacionales que han conseguido un elevado protagonismo en Bolivia en los años que transcurren del siglo XXI. La lucha de clases y la lucha de liberación nacional están presentes y los próximos meses serán muy importantes para definiciones importantes.
Solamente la vigilancia del pueblo boliviano, de las organizaciones sociales populares y regionales y la atención de la comunidad internacional van a evitar un nuevo proyecto de prórroga indefinida del gobierno de facto ante su crisis, que sería un segundo golpe de Estado antes de las elecciones ante un probable triunfo del MAS.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.

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