Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Gastón
Fiorda
El 30 de abril de 1975 se puso
fin a la intervención de Estados Unidos en Indochina luego de tres décadas de
guerra. Estados Unidos sufrió la derrota militar más humillante de su historia.
Fue una guerra no convencional,
sin líneas de frente, con combates que se dieron fuera de las zonas
delimitadas, sobre población civil, aldeas y en los nudos selváticos. Triunfó
la estrategia del Vietminh y del Frente Nacional de Liberación de someter a
Estados Unidos a una operación de desgate, muy costosa, que despertó la crítica
internacional y de una parte importante de la sociedad norteamericana.
El desmembramiento político y
militar de Vietnam del Sur fue inevitable desde el mismo momento en que se
firmó el alto al fuego en París y Estados Unidos comenzó a retirar sus tropas.
Dos instantáneas resumieron todo el conflicto: la imagen humillante del
helicóptero Chinook sobre el techo de la embajada norteamericana en Saigón en
medio de una evacuación frenética, y la otra imagen triunfal del tanque
vietnamita destrozando las vallas del Palacio de la Independencia, abriéndose
paso para el izamiento de la bandera del Frente Nacional de Liberación a las
12:15 de ese 30 de abril.
La derrota en Vietnam demostró el
fracaso de Estados Unidos en su política anticomunista en el Sudeste Asiático.
La incursión de la máxima potencia militar en un territorio remoto dejó un
saldo enorme: más de 58 mil estadounidenses muertos, 250.000 survietnamitas y
cerca de un millón de soldados de Vietnam del Norte, entre el Vietminh y el
Frente Nacional de Liberación. A eso hay que sumarle cerca de 2 millones de
víctimas civiles.
La caída de Saigón supuso el
inicio de un período de transición para Vietnam que estableció un Gobierno
Provisional Revolucionario y se lanzó a la tarea de unificar el país. Debió
reconstruirse desde las ruinas. Solo Vietnam del Norte sufrió la destrucción
del 70 por ciento de su infraestructura; quedaron reducidas a escombros
escuelas, viviendas, universidades, fábricas, hospitales. En Vietnam del Sur
las consecuencias recayeron sobre el suelo, donde los norteamericanos
experimentaron una guerra no convencional impulsada por el uso de agentes
químicos. Usaron, de manera combinada, defoliantes y herbicidas, obligando a la
población rural a desplazarse del Delta del Mekong hacia las ciudades.
El fin del conflicto armado
también sirvió para que se conociera el rostro más brutal de la guerra, con
soldados que habían sido obligados a disparar contra sus propios hermanos por
combatir en las filas contrarias; o en los testimonios de aquellos que fueron
detenidos y torturados en las prisiones de Vietnam del Sur. En las miles de
postales que mostraban a un Vietnam despedazado, con sus rutas y calles
inundadas de cascos, botas, armas, municiones y uniformes de combate. La guerra
había gestado un escenario apocalíptico que se extendía por cientos de
kilómetros. Sin embargo, debajo de esos mismos escombros, había un pueblo que
no perdió tiempo en la tarea de hacerse visible y abandonar para siempre la
oscuridad de los túneles y de la selva.
Tres acontecimientos representan
la columna vertebral constitutiva del Vietnam actual: La Revolución de Agosto
de 1945 sobre Francia y el nacimiento de la República Democrática de Vietnam;
la liberación de Saigón y la reunificación nacional, en 1975; y el VI Congreso
Nacional del Partido Comunista, en 1986, cuando se decidió implementar una
serie de medidas económicas de carácter reformistas conocidas como Doi Moi
(Renovación). Esta última decisión, puesta en práctica a partir de 1989,
transformó la estructura socio-económica de Vietnam, combinando la
liberalización de algunos sectores con control del Estado. El objetivo
principal fue vincularse al mundo, y de algún modo romper el cerco que Estados
Unidos promovía contra el país indochino.
Los datos actuales de la
República Socialista de Vietnam demuestran que las políticas tomadas en el
marco del Doi Moi fueron acertadas. Con una población de 95.550.000 habitantes,
logró tener, en los últimos 30 años, un crecimiento promedio de su PBI de 6,5%,
mientras que en 2019 llegó a 7,02 %. La pobreza pasó del 75% en 1989 a algo más
del 9% en 2019, y el desempleo no supera el 4 %.
Vietnam reconoce que habita un
escenario en el que las relaciones comerciales imponen una dosis alta de
espontaneidad a los procesos socioeconómicos. Esto representa, para su
doctrina, un desafío importante de inestabilidad pero sin duda se trata de una
contienda menor si se analizan los hechos desde la perspectiva de aquel heroico
30 de abril de hace 45 años cuando un derrotado Estados Unidos abandonaba
Saigón dejando a sus espaldas un país al que buscó por todos los medios
convertir en algo inhabitable. El presente de Vietnam demuestra lo lejos que
estuvo de lograr ese objetivo.
El artículo es un extracto del
libro “Vietnam, de la resistencia a la prosperidad”, que se publicará en
septiembre próximo.
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