Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Por: Yanela Echazú Torres
“La niña
refleja lo peor de la sociedad. Refleja la situación de los presos políticos que
son inocentes. Representa el sufrimiento diario y milenario de los pueblos indígenas.
Es la frustración del campesino que pierde toda su cosecha. Es el vendedor,
impotente que no puede salir a ganarse el pan. Es el joven clefero, para el cual no existe
futuro. Representa lo peor de un estado indiferente, que mira para otro lado.
Un estado que institucionaliza la violencia. La niña es un infanticidio y
feminicidio impune” Ariel Camacho.
Lo que sucedió ayer tiene que indignarnos
y tiene que dolernos en lo más hondo de nuestra humanidad. El día de ayer se suicidó
una niña de doce años, se suicidó por desesperación, su familia no tenía qué
comer, le dolía la panza de tanta hambre. ¿Imaginamos lo que es eso? ¿Recuerdan
cuando tenían 12 años?
Cuando yo tenía 12 años mi mayor
preocupación era quitarle el control remoto a mi hermano, para escoger que programa
ver en la televisión. No todos tienen el privilegio de no tener que preocuparse
por nada. Tengo la suerte de decir que de niña jamás me he preocupado por la
comida en mi casa, siempre aparecía mágicamente en la mesa y hasta me daba el
lujo de despreciar lo que no me gustaba. Pero esta no es la realidad de todos
los niños, muchos niños de 12 años también, tienen que trabajar para comer,
otros comen lo poco que sus papás consiguieron, nada se desperdicia porque al
día siguiente puede faltar. Hay cientos de niños que buscan de la basura,
alguna sobra que niños privilegiados como yo, pudieron tirar. Hay niños que
duermen con hambre y otros que mueren de hambre.
Y pienso yo: ¿Qué me diferencia a
mí de esos otros niños? A esa edad no tenía ningún mérito, ni nada que me
hiciera especial o digna de tener lo que a tantos otros les faltaba. Y es que
la sociedad es injusta, y la meritocracia no existe, porque no es verdad que
todos tengan las mismas posibilidades. El futuro de un niño mal alimentado, que
tiene que trabajar o mendigar, de ninguna manera se asemeja al de un niño que
tiene todas las comodidades en casa. Y esa gigante desigualdad no se subsana en
la adultez, porque los niños que tuvieron mejores condiciones, son en su
mayoría adultos profesionales, con mejores trabajos y posibilidades. El 99% de
los niños que nacen pobres, se mueren pobres, por más esfuerzo que hagan (Joseph
Stiglitz 2018).
La pandemia que atravesamos está
exacerbando esta situación de desigualdad. Mientras para algunos de nosotros,
la cuarentena es una vacación y nuestra principal preocupación es qué peli
veremos mañana, para otros (muchos otros) su principal preocupación es
apaciguar los gritos de hambre de sus wawas. No podemos ser indiferentes ante
esta situación y mi intención no es instar a la caridad, mi intención es que
pensemos y repensemos la sociedad en que vivimos. Para que construyamos una
sociedad más justa, para que el pensar en los demás no sea nuestra acción buena
de la semana, si no que sea nuestro principio de vida. Me horroriza pensar qué
clase de sociedad es esta, que ve con despectiva indiferencia el suicidio de
una niña.
No pretendo desmerecer la
situación, ni la gravedad del Covid-19, pero no podemos olvidarnos que el
hambre también mata. El día de hoy a la hora, en el mundo murieron de
hambre más de 28.500 personas y va en aumento (Worldometer 23/4/2020), el 75% de
los muertos son niños. Cada 10 segundos muere un infante por falta de alimento
(The world counts), esto sin mencionar las muertes ocasionadas por enfermedades
que atacan con más fuerza a los niños malnutridos, como son las infecciones
intestinales y respiratorias, la malaria y el sarampión. (FAO 2002).
Si las cifras son tan alarmantes,
¿por qué el mundo no se escandaliza? ¿Por qué que no vemos a los gobernantes
del mundo afanados buscando la cura? Siendo que para la cura no se necesita hacer
ningún descubrimiento científico que justifique la demora. La cura es la
redistribución justa de las riquezas del mundo, la distribución justa de comida
para todos. Un tercio de toda la comida que se produce, termina en la basura.
Con todo este alimento desperdiciado, se podría suplir veces las necesidades de
las 820 millones de personas que sufren de hambre (FAO 2019). Pero no, no tiene
caso buscar soluciones, porque las personas que mueren no les interesan.
¿Y el resto de nosotros? ¿Por qué
las muertes causadas por la miseria y el hambre no nos preocupan? Pues es
porque las hemos normalizado, nos hemos acostumbrado a que mueran miles de
personas por hora. ¿Es acaso, que las ignoramos porque los noticieros no se
encargan de recordarnos las cifras cada día? O, tal vez ¿Es porque los
privilegios en los que nos sentamos nos aseguran que la enfermedad del hambre
no vendrá por uno de nuestros seres queridos.
Sea cual sea la razón, tenemos
que repensarnos como sociedad y hacer todos los esfuerzos no sólo para salir de
esta crisis sanitaria, sino también de la crisis humanitaria que representan las
millones de muertes a causa de la desigualdad y el hambre.
Bibliografía
-
The world counts: consultado el 23 de abril del
2020, en el portal: https://www.theworldcounts.com/challenges/people-and-poverty/hunger-and-obesity/how-many-people-die-from-hunger-each-year
-
Joseph Stiglitz, 2018 Premio nobel de economía
Síguenos en Facebook: La Escuela Socialista Comunitaria
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios