Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
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Militares bolivianos, durante una patrulla este jueves en El Alto. En vídeo, declaraciones de la presidenta boliviana. MARTÍN ALIPAZ / EFE |
Por: Fernando
Molina
Los más vulnerables incumplen las
restricciones mientras se debaten entre la amenaza del coronavirus y la del
hambre
“El Gobierno nos encierra, el hambre nos va a
matar”, decía uno de los carteles en la manifestación contra la cuarentena por
coronavirus realizada en el Distrito 5, el barrio más castigado de Riberalta,
ciudad boliviana de 100.000 habitantes. “Únanse a la marcha, que nadie nos va a
dar de comer”, gritaba ante su megáfono el dirigente del Distrito 15, otro
barrio con grandes carencias en la tercera ciudad boliviana, Cochabamba. Otra
protesta parecida se dio en Trinidad, capital del Beni, una región que todavía
no registra enfermos de Covid-19. En todos estos casos, los vecinos
sobrepasaron a los policías y militares que debían impedir que salieran de sus
casas. La cuarentena está fijada hasta el 15 de abril, pero es previsible que
se prolongue. Y los más pobres no saben qué puede ser peor: si la amenaza de la
enfermedad o la del hambre.
Hay familias que vivían de
pequeños negocios, como vender comida en la calle o planchar la ropa a otras
familias más acomodadas, y que ahora han perdido estas fuentes de ingreso. Sus
historias ocupan las páginas de la prensa y local y, puesto que estas familias,
por lo general, carecen de ahorros, enfrentan graves dificultades para comprar
alimentos.
En los próximos días el Gobierno
de Jeanine Áñez dará ayudas de 60 y 70 dólares a los mayores de 60 años, a las
mujeres embarazadas, a los discapacitados y a los niños que cursan el ciclo
educativo primario, en una operación que le costará unos 250 millones de
dólares. Inicialmente, las autoridades pensaron entregar alimentos a las
familias más vulnerables, pero las dificultades logísticas las han llevado a
desestimar esta idea. El gabinete interino se decidió, entonces, a repartir
dinero en efectivo a los grupos sociales que ya tenía registrados previamente.
Aplicó así un procedimiento más sencillo, pero que deja fuera a muchas familias
pobres. Otras medidas adoptadas por las autoridades, como la postergación del
pago de créditos e impuestos y la rebaja de las tarifas de los servicios
básicos, beneficiarán principalmente a los trabajadores formales, que solo
constituyen un 30% de la fuerza laboral del país.
Un sondeo de la empresa Captura
Consulting encontró que el 57% no cree que sus ahorros alcanzarán para cubrir
toda la cuarentena, incluso si esta no se prolongara. Este sondeo también
detectó que, a diferencia de lo que ocurre en países más avanzados, únicamente
los bolivianos que tienen un nivel socioeconómico alto han podido seguir
produciendo mediante el teletrabajo.
La epidemia estalló en Bolivia en
medio de un proceso electoral, convocado a causa de los sucesos de fines del
año anterior, que acabó con la deposición de Evo Morales de su cargo. La
polarización política ha quedado atenuada por las urgencias del momento, pero
no ha desaparecido. En las redes sociales, dominadas por internautas de clase
media, se ha culpado de las protestas contra la cuarentena al partido de
Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), cuya fuerza proviene del apoyo de
los sectores populares y más vulnerables de la población. Insultos como
“salvajes”, “bestias” e “ignorantes que nos ponen en riesgo a todos” fueron
usados intensamente para atacar a quienes habían desacatado la cuarentena. El
MAS emitió un comunicado para lamentar que “algunas personas inescrupulosas
estén impulsando campañas de mentiras y desprestigio”. También rechazó “los
prejuicios racistas” de los comentarios en las redes y aseguró que las
protestas son espontáneas y no fueron incitadas por este partido. “Nuestra
preocupación actual se concentra en exigir que se cumpla con la dotación
inmediata de alimentos o apoyo económico a las familias de escasos recursos de
las ciudades y el campo, especialmente a quienes viven de lo que ganan al día y
no están comprendidos en ninguno de los bonos anunciados”, aseguraba el comunicado.
Bolivia ha sido considerado por
la consultora Oxford Economics como el país más vulnerable del mundo ante la
epidemia. Hoy presenta relativamente pocos casos, hay poco más de 120
confirmados, pero tiene dificultades para manejar adecuadamente incluso a los
pocos pacientes que presentan complicaciones. Su peor problema es la falta de
disposición y de capacidad del personal médico y de salubridad para atender a
las personas contagiadas. Así que estas no reciben el apoyo que necesitan de
manera oportuna. Debido a ello, la única arma de la que el país puede echar
mano es la cuarentena. Un arma que, sin embargo, se hace menos efectiva
conforme más tiempo va pasando.
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