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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás

Un producto del capitalismo azota en plena pandemia: la violencia intrafamiliar


Por: Rosalía del Villar
En pleno Siglo XXI, el capitalismo sostiene la violencia como una confirmación del poder, expresado en guerras, invasiones, esclavitud laboral y criminalización de la pobreza, como algunos ejemplos, que no podían dejar de afectar al núcleo mismo de la sociedad: LA FAMILIA; reflejado muchas veces en violencia intrafamiliar como la expresión de la Ley del más fuerte o la impotencia ante la misma.
Eduardo Galeano señalaba: “la extorsión, la amenaza, el coscorrón, la bofetada, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada, el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la prohibición de salir, la prohibición de decir lo que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente y la humillación pública son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de la familia. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir y contagia la peste del miedo”. (La cultura del Terror/2, en El Libro de los abrazos).
Pareciera una historia de ficción o de dictadura cuando se lee con detenimiento, sin embargo, es una cotidianeidad cubierta bajo el manto de “LA VIDA PRIVADA DE LAS FAMILIAS”, que afecta con mayor relevancia a los integrantes del hogar en mayor situación de vulnerabilidad, considerados erróneamente como débiles.
Tan normalizada se encuentra la violencia intrafamiliar en nuestro país que datos alarmantes revelan que entre el año 2013 y el año 2019 se registraron 19.770 casos de violencia sexual contra niñas, niños, adolescentes y mujeres, en un promedio de 3.067 hechos de violencia sexual por año.
Los feminicidios también crecen incesantemente, el año 2013 se registraron 26 feminicidios, para el 2019 este número se elevaba a 116, solo en ese año, y entre enero y marzo del 2020 se registraron oficialmente 36 feminicidios; los datos no son menos crudos, en cuanto a infanticidios se refiere, puesto que para el 2018 la FELCV reportaba 28 casos y ya para el 2019, el número se elevaba a 66 casos en solo un año. No obstante, menos del 10% de los casos llegan a juicios que tardan muchas veces más de 10 o 15 años, cuando solo deberían demorar 6 meses hasta la sentencia final, en un largo viacrucis de las familias donde muchas veces se pierden las pruebas, los recursos económicos y las fuerzas, a veces sin encontrar justicia para sus hermanas, hermanos, hijas, hijos o madres fallecidas.   
Si tan solo fueran cifras, sin embargo, detrás de cada número se encuentran familias desintegradas, vidas que no volverán a ver la luz del día, hijos huérfanos o madres que perdieron a sus hijas o hijos y familias dañadas por una violación, por el golpe o el insulto cotidiano, que afecta sistemáticamente desde adentro, desde el núcleo hasta la sociedad en su conjunto.
Como muchos otros flagelos cotidianos, la violencia Intrafamiliar se ha dejado de lado para atender el mal mayor que vivimos en la actualidad: EL CORONA VIRUS y entre las estrategias de prevención de contagios, se ha difundido y aceptado de manera globalizada el encierro voluntario de las familias; que en muchos casos se vuelve contraproducente si no se generan las medidas necesarias para prevenir que las mujeres, las niñas, niños y adolescentes, no se expongan a otro tipo de muerte igual o más cruel que el COVID – 19.
Lamentablemente el actual gobierno proveniente de un Golpe de Estado no ha presentado ni implementado ninguna política de emergencia, integral y efectiva, de lucha contra toda forma de violencia hacia la mujer, ante la crisis sanitaria, a pesar que ya se contaban con planes aprobados por el anterior gobierno, como el PLAN DE ACCIÓN “CONTRA LOS FEMINICIDIOS”, que había sido realizado en consenso con organizaciones de la sociedad civil y se encontraba en los albores de su implementación en la gestión 2019.
Ante esta ausencia de Estado, este flagelo se ha multiplicado en plena pandemia, puesto que según datos presentados en los medios de comunicación, el Ministerio Público, entre el 21 de marzo y el 12 de abril del 2020, habría registrado 545 casos de Violencia Familiar, mientras que según la FELCV se registraron 1.216 casos, de los cuales 4 derivaron en feminicidios, además del reporte de 33 casos de violación a menores de edad; cifras que consideramos alarmantes debido a que sucedieron en tan solo 23 días,  sin tomar en cuenta los casos que todavía se encuentran en el anonimato y que incrementarían las cifras oficiales. No obstante, llama la atención el profundo sesgo entre los datos de una y otra institución, ambas responsables del seguimiento de este tipo de hechos.
En este sentido, es fundamental que desde la sociedad civil generemos medidas de prevención y protección durante la cuarentena, como ser: exigir información real y transparente; exigir la elaboración o continuidad de planes de acción contra los feminicidios y la violencia intrafamiliar; exigir que la justicia y el debido proceso sean garantizados sin descuidar la salud y la vida; exigir el apoyo biopsicosocial, resguardo y protección de mujeres que denuncian la violencia hasta la conclusión de la cuarentena; generar redes de protección y casas de acogida para mujeres, adolescentes, niñas y niños en situación de violencia; en nuestros barrios y comunidades estar alertas y brindar el apoyo oportuno a víctimas de violencia.  
Estamos a tiempo de dejar los males privados y externalizarlos a lo público, solo haciéndolo visible, sin morbo ni prejuicio, podremos coadyuvar generando comunidades de apoyo a las familias, a través, de la destraumatización y desvictimización; porque si no tomamos acciones, cuando concluya la cuarentena en Bolivia nos encontraremos con familias más quebradas y con profundas heridas internas que como sociedad será más difícil sanar, cuando paralelamente debemos confrontar una profunda crisis política, social y económica. La realidad, permanecerá ahí y nosotros tendremos que resolverla, porque las evidencias demuestran que el actual gobierno no lo hará.

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